Punto 2.586 Los Salmos alimentan y expresan la oración del pueblo de Dios como asamblea, con ocasión de las grandes fiestas en Jerusalén y los sábados en las sinagogas. Esta oración es indisociablemente individual y comunitaria; concierne a los que oran y a todos los hombres; brota de la Tierra santa y de las comunidades de la Diáspora, pero abarca a toda la creación; recuerda los acontecimientos salvadores del pasado y se extiende hasta la consumación de la historia; hace memoria de las promesas de Dios ya realizadas y espera al Mesías que les dará cumplimiento definitivo. Los Salmos, recitados por Cristo en su oración y que en Él encuentran su cumplimiento, continúan siendo esenciales en la oración de su Iglesia (cf Institución general de la Liturgia de las Horas, 100-109).
. Los salmos fueron reunidos poco a poco en cinco libros y son la obra maestra de la oración en el Antiguo Testamento. Los salmos que vemos todos unidos en la Biblia, se han compuesto por varios autores y en varios momentos, han tenido pues un largo proceso de composición que viene a ser de unos ochocientos años desde que el primero de los salmos fue escrito hasta el último. Fueron agrupándose y tuvieron sucesivas elaboraciones hasta adquirir la forma actual tal y como nosotros los conocemos allá por el siglo II/III antes de Cristo. Hay que decir que Jesucristo conoció el libro de los salmos como nosotros lo conocemos. Son 150 salmos que agrupan aspectos muy diferentes: salmos históricos, proféticos, de súplica, sapienciales, litúrgicos, etcétera, hay toda una temática de salmos muy diversa.
. Los salmos especialmente han nacido y se han desarrollado y expresado en una oración comunitaria. Esto hoy en día tiene una importancia grande a la hora de reunirse la Asamblea en la celebración de la eucaristía porque lo lógico es que si formamos una Asamblea es que estemos todos reunidos más o menos cerca y unidos. Pero tenemos que reconocer que en nuestra cultura tenemos una cierta dificultad de comunión, nos hemos ido aislando poco a poco en estos años de secularización del sentido comunitario. Tenemos un componente individualista que ha afectado a la forma de orar, que igual le damos poca importancia al hecho de orar en Asamblea, de forma comunitaria. Sin embargo, es un valor muy grande que la iglesia rece unida y que todos recemos unidos y no cada uno por su cuenta. La oración es personal pero no individualista que son dos cosas distintas.
. El que no quiere orar no está obligado a orar, pero lo que tampoco se le puede obligar a alguien es que no rece por los demás. Cuando uno ora es imposible que olvide a los demás en su oración porque cuando uno se presenta ante Dios lleva en su mochila a todos, creyentes y no creyentes, entonces es imposible que no me acuerde de los demás porque ante el Señor llevo toda mi vida.
. La oración no parte meramente de unos sentimientos subjetivos sino que parte de unos acontecimientos de salvación objetivos en los que Dios ha intervenido en la historia. Lo primero que hace la oración es hacer memoria de que Dios vino a salvarnos, y los salmos esto lo hacen mucho: “tú sacaste a Israel de Egipto…” y a partir de estos acontecimientos objetivos trabajamos nuestra subjetividad, nuestros sentimientos, nuestro corazón para poner nuestra esperanza en Dios. Es decir, la oración no es meramente subjetiva sino que parte de una objetividad que es que Dios ha venido al encuentro del hombre. No confundamos la oración cristiana con una especie de tendencia que existe hoy en día como si la oración fuese un elemento de consumo de búsqueda de sensaciones de paz y relajación, no, la oración no es un producto de consumo psicológico. La oración parte del acontecimiento objetivo en el que Dios entra en la historia y la pone de alguna manera patas arriba.
. Los salmos usados por Jesucristo en su oración, en él encuentran su cumplimiento, es decir, para rezar bien los salmos, hay que rezarlos desde Jesucristo porque el libro de los salmos ya estaba completo para el sigo II/III antes de Cristo, y Cristo leyó los salmos y los hizo suyos, fueron una de las oraciones principales de Cristo.
. Nos remite el Catecismo a los puntos 100 a 109 de la introducción general de la liturgia de las horas para familiarizarnos en cómo reza la iglesia los salmos. La iglesia tiene la certeza que quien reza bien los salmos es movido por el Espíritu Santo en ellos, te da consuelo, te da firmeza. Los salmos han sido escritos en contextos históricos que no es de extrañar que haya algún pasaje que nos cueste más hacerlo nuestro desde nuestra sensibilidad actual teniendo en cuenta que el sentido último de los salmos lo asumimos desde Jesucristo. Los salmos no son prosa sino composiciones poéticas de alabanza, esto es importante porque para acoger bien el mensaje de los salmos, es muy importante su entonación y si se cantan, mejor. Quien recita los salmos abre su corazón a los sentimientos que estos inspiran según el género literario de cada uno, puede ocurrir que cuando uno reza un salmo le parece que está escrito para él porque conecta con su situación existencial y entonces es facilísimo rezarlo, y en cambio puede ocurrir lo contrario. Esta última dificultad se evita porque nosotros rezamos los salmos no en nombre propio únicamente sino en nombre del mismo Cristo y en nombre de toda la iglesia cuerpo místico de Cristo, es decir, ponemos delante de Dios a todos nuestros hermanos, así cuando rezo un salmo de lamentación me meto en la situación de las personas que están sufriendo y rezo ese salmo con ellos, es como unirme a toda la iglesia, y también me alegro con los que se alegran. Aunque cada uno de los salmos fue compuesto en circunstancias peculiares, expresan el dolor y la esperanza, la miseria y la confianza de los hombres de todas las edades y regiones, es decir, conviene saber la situación concreta en la que fue compuesto cada salmo pero entendemos que en el fondo aunque hayan pasado muchos siglos, las cuestiones fundamentales del ser humano son las mismas en todos los tiempos: el problema de la felicidad, el sentido del sufrimiento, como me encuentro con los demás, etcétera, es decir, las grandes luchas interiores han sido las mismas en todos los tiempos. Más importante es comprender el sentido mesiánico de los salmos que se manifestó en el Nuevo Testamento y en Jesucristo. Dice Jesús a los apóstoles en Lucas 24,44 "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí." O sea que en los salmos había una serie de profecías que en Jesús iban a ser cumplidas, por ejemplo en el salmo 109: “Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies” vemos a Jesús sentándose a la derecha del Padre después de la resurrección tras vencer a la muerte, por eso el sentido pleno de este salmo no se alcanza hasta Cristo. El salmo segundo nos habla de la conspiración contra Jesucristo, etcétera, es decir en los salmos hay muchos momentos que parece que percibimos pasajes concretos de la vida de Jesús. A esto se le llama el sentido cristológico de los salmos. Por eso cuando rezamos los salmos tenemos que hacerlo desde este sentido en Cristo.
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