lunes, 29 de diciembre de 2014

Catecismo 185-188. Los símbolos de la fe I

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Punto 185 Quien dice "Yo creo", dice "Yo me adhiero a lo que nosotros creemos". La comunión en la fe necesita un lenguaje común de la fe, normativo para todos y que nos una en la misma confesión de fe.

. Decir yo creo en el sentido cristiano de la palabra es lo mismo que decir nosotros creemos, yo me adhiero a lo que nosotros creemos. Yo no me lo invento, es una adhesión a la revelación de Dios que se ha depositado en la iglesia. Por tanto no es una fe a mi manera. La libertad es un instrumento hacia la verdad, no un decidir yo. Es la verdad la que nos hace libres y da razón de ser a la libertad. No es verdad que lo importante es que sea yo el que elija, sino que elija bien.

. La comunión en la fe necesita un lenguaje común, que además sea normativo entre los creyentes.

Punto 186 Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó y transmitió su propia fe en fórmulas breves y normativas para todos (cf. Rm 10,9; 1 Co 15,3-5; etc.). Pero muy pronto, la Iglesia quiso también recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados destinados sobre todo a los candidatos al bautismo:
«Esta síntesis de la fe no ha sido hecha según las opiniones humanas, sino que de toda la Escritura ha sido recogido lo que hay en ella más importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. Y como el grano de mostaza contiene en un grano muy pequeño gran número de ramas, de igual modo este resumen de la fe encierra en pocas palabras todo el conocimiento de la verdadera piedad contenida en el Antiguo y el Nuevo Testamento» (San Cirilo de Jerusalén, Catecheses illuminadorum, 5,12; PG 33).

. San Pablo en Cor 15,3-5 nos dice “os transmití lo que a mi vez recibí, que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado y resucitó al tercer día, que se apareció a Cefas y a luego a los doce”. Transmite lo que recibió, no se inventa nada, es depositario, gratis lo recibe y gratis lo da: Cristo murió, resucitó y se apareció a Cefas y luego a los doce, que son pues testigos de la resurrección, y por tanto columnas de la iglesia. Muerte, resurrección y manifestación a la primera iglesia es como el abc de la fe cristiana.

. El credo es como el grano de mostaza donde ya está todo lo que se predicará, el credo dice todo lo que hay en el catecismo. La grandeza de la fe es que puede decirse con muy pocas palabras o se puede extender y se puede explicar con mucha más profusión.

Punto 187 Se llama a estas síntesis de la fe "profesiones de fe" porque resumen la fe que profesan los cristianos. Se les llama "Credo" por razón de que en ellas la primera palabra es normalmente: "Creo". Se les denomina igualmente "símbolos de la fe".

. A estas fórmulas utilizadas para transmitir la fe se les ha llamado de tres formas: credo, profesiones de fe o símbolos de la fe. Ambas tres dicen lo mismo.

Punto 188 La palabra griega symbolon significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaba como una señal para darse a conocer. Las partes rotas se ponían juntas para verificar la identidad del portador. El "símbolo de la fe" es, pues, un signo de identificación y de comunión entre los creyentes. Symbolon significa también recopilación, colección o sumario. El "símbolo de la fe" es la recopilación de las principales verdades de la fe. De ahí el hecho de que sirva de punto de referencia primero y fundamental de la catequesis.


. Símbolo de la fe es un signo de identificación entre los creyentes y una recopilación. Es pues la recopilación de las principales verdades de la fe. 

sábado, 27 de diciembre de 2014

Catecismo 172-175. Una sola fe


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Punto 172 Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su única fe, recibida de un solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y Padre (cf. Ef 4,4-6). San Ireneo de Lyon, testigo de esta fe, declara:
. Una sola fe: este es el milagro de la fe cristiana, hay un milagro de unidad y comunión en nuestra iglesia, sentimos en un solo corazón, con una sola alma. La fe nos une de una forma profunda entre nosotros por encima de situaciones, de lugares e incluso de épocas. La fe cristiana nos libera de las esclavitudes que conlleva ser hijos de un lugar o una época. Es muy distinto haber nacido en un lugar u otro o en una época u otra, y sin embargo, frente a esto la fe cristiana trasciende los tiempos y los lugares. A un cristiano auténtico le une mucho más la fe que comparte con cualquier otro ser humano del planeta que cualquier otra cosa con un vecino suyo. Jesucristo está por encima de todo tiempo y lugar.
. La unidad viene porque la religión cristiana es una religión revelada por Dios al hombre, nos ha trazado un camino común para que lo recorramos. La religión cristiana es un acontecimiento.
Punto 173 "La Iglesia, diseminada por el mundo entero hasta los confines de la tierra, recibió de los Apóstoles y de sus discípulos la fe [...] guarda diligentemente la predicación [...] y la  fe recibida, habitando como en una única casa; y su fe es igual en todas partes, como si tuviera una sola alma y un solo corazón, y cuanto predica, enseña y transmite, lo hace al unísono, como si tuviera una sola boca" (Adversus haereses, 1, 10,1-2).
. La iglesia predica la fe como algo que no es suyo, como algo recibido que guarda y transmite de forma unánime. Es necesario mirar a la iglesia con ambos ojos, uno sobre el Papa (la iglesia universal) y otro sobre el obispo y el párroco (la iglesia local), y si el obispo y el párroco dicen lo mismo que el Papa existe unidad, sino yo solo miro al Papa, porque está claro que entonces en la iglesia local hay algo que falla a la unidad. Es importante purificar las divisiones que vienen de la falta de amor.
Punto 174 "Porque, aunque las lenguas difieren a través del mundo, el contenido de la Tradición es uno e idéntico. Y ni las Iglesias establecidas en Germania tienen otro fe u otra Tradición, ni las que están entre los iberos, ni las que están entre los celtas, ni las de Oriente, de Egipto, de Libia, ni las que están establecidas en el centro el mundo..." (Ibíd.). "El mensaje de la Iglesia es, pues, verídico y sólido, ya que en ella aparece un solo camino de salvación a través del mundo entero" (Ibíd. 5,20,1).
. Habrá lenguas diferentes, pero el contenido de la fe es uno e idéntico. Hay muchos episodios en la historia en que la unidad de la fe une a las personas, mientras que la perdida de la fe con la secularización nos va dividiendo.
Punto 175 "Esta fe que hemos recibido de la Iglesia, la guardamos con cuidado, porque sin cesar, bajo la acción del Espíritu de Dios, como un contenido de gran valor encerrado en un vaso excelente, rejuvenece y hace rejuvenecer el vaso mismo que la contiene" (Ibíd., 3,24,1).

. Guardamos la fe como oro en un paño porque es un depósito que se nos ha encomendado, para que no se deforme con el paso de los siglos. Además ese depósito nos renueva a nosotros mismos, el contenido renueva el continente. Donde hay enfrentamiento hay pecado, lo mejor para resolver un conflicto no significa hacer pactos estratégicos, la unidad tiene el camino de la conversión en un solo Dios. Si voy a abrir la boca para sembrar división pues más vale que me calle.

Catecismo 170-171. El lenguaje de la fe

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Punto 170 No creemos en las fórmulas, sino en las realidades que estas expresan, y que la fe nos permite "tocar". "El acto [de fe] del creyente no se detiene en el enunciado, sino en la realidad [enunciada]" (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q.1, a. 2, ad 2). Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez más.

. Cuando hablamos del lenguaje de la fe, los enunciados, las palabras, nosotros no es que la fe la pongamos en las formulas, en las palabras, sino en las realidades que estas expresan, es lo mismo que las imágenes, no ponemos la fe en las imágenes que son de madera o escayola sino en lo que representan. Creemos en lo que las palabras expresan, pero no podemos prescindir de las frases. No creemos en las imágenes y sí en lo que ellas representan. Pero también necesito palabras e imágenes y lo que representan, no debo prescindir de ellas, por lo que representan, pues puedo caer en la tentación de crear un Dios a mi medida.

. Nuestro lenguaje es apropiado para hablar de las cosas de Dios? pues sí, porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, y además Dios mismo se ha hecho hombre en su infinita misericordia y ha utilizado nuestros conceptos, se ha expresado con nuestras palabras, Jesucristo habló al hombre con palabras. Siendo el lenguaje capaz de transmitir unas verdades, siempre que hablamos de Dios, siempre nos quedaremos cortos.

.  Nosotros le damos un gran valor a las palabras del Credo, pero de ellas hay que llegar al encuentro de un Dios vivo. Hay que conjugar la teoría y el experiencialismo, sumar el contenido y la práctica.

Punto 171 La Iglesia, que es "columna y fundamento de la verdad" (1 Tm 3,15), guarda fielmente "la fe transmitida a los santos de una vez para siempre" (cf. Judas 3). Ella es la que guarda la memoria de las palabras de Cristo, la que transmite de generación en generación la confesión de fe de los apóstoles. Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe.

. La iglesia es la que guarda la fe transmitida, la memoria de las palabras de Cristo. Nos enseña a hablar, comprender y comunicar el lenguaje de la fe. En 1 Tim 3,15 nos indica que la iglesia es columna y fundamento de la verdad, así lo ha querido Jesucristo.


. La palabra símbolo de la fe quiere decir las frases, las formulaciones, los conceptos con los que la iglesia ha confesado la fe: la formulación del Credo, etcétera. En el Credo está resumido el contenido de la fe. Grabemos el Credo en nuestro corazón para irlo entendiendo a lo largo de la vida. 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Catecismo 168-169. 'Mira, Señor, la fe de tu Iglesia'

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Punto 168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor (Te per orbem terrarum sancta confitetur Ecclesia, —A Ti te confiesa la Santa Iglesia por toda la tierra— cantamos en el himno Te Deum), y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también: "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. En el Ritual Romano, el ministro del bautismo pregunta al catecúmeno: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" Y la respuesta es: "La fe". "¿Qué te da la fe?" "La vida eterna”

. Se hace una proclamación de la eclesialidad de nuestra fe, yo tengo fe, pero yo no la tendría, si la iglesia antes de mí no tuviese fe. Mi fe es una participación de la fe de la iglesia, mi fe no es nada al margen de la fe de la iglesia. Mi fe no es algo intimista, no es algo particular o subjetivista, sino que está participada de la fe de la iglesia. La iglesia es la primera que cree, conduce y alimenta mi fe.

. La iglesia no es la suma de sus miembros, si así fuera, no sería ni una ni santa. La iglesia es el cuerpo místico de Cristo que se refleja en el pueblo de Dios que camina. No es una mera institución. Nosotros somos iglesia, pero la iglesia es mucho más que nosotros. El Espíritu Santo vivifica la vida de la iglesia. Sin el ES, la iglesia es una mera organización y la Biblia es letra muerta. A la luz del ES, la iglesia es cuerpo místico de Cristo, es el misterio de Dios revelado y la biblia es palabra de vida.

. Qué llama la atención de la pregunta: qué pides a la iglesia de Dios? Y se responde la fe. Entonces, es Dios el que da la fe o es la iglesia. Pues Dios te da la fe a través de la iglesia, la vía directa de uno con Dios se nos rompe, la fe es una participación de la fe de la iglesia, mi fe no está al margen de los dos mil años de la fe de la iglesia, está junto con todos aquellos, confesores, mártires, vírgenes, etc, que han peregrinado durante estos dos mil años de vida de la iglesia. Detrás de mi creo hay un creemos. La fe no es un invento mío que me hago a mi medida, sino que la voy descubriendo en el seno de la iglesia. La fe viva se traduce en unas esperanzas de vida, en unas obras de caridad.

Punto 169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" (Fausto de Riez, De Spiritu Sancto, 1,2: CSEL 21, 104). Porque es nuestra madre, es también la educadora de nuestra fe.

. Creemos en la iglesia como la madre de nuestro nacimiento, como la que nos educa en la fe, siendo Dios el autor de nuestra salvación. La iglesia como madre, se da y desgasta por sus hijos, no se sirve a sí misma sino a los hijos que ha engendrado para la fe.


. No hay iglesia sin Jesús, ni Jesús sin iglesia. Quién ha experimentado la conversión sabe que es la gracia de Dios la que ha obrado en él, sin embargo quien se siente demasiado seguro de sí mismo, quien se cree que se ha auto realizado, a ese le falta conversión. Sin la gracia de Dios nada somos.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Catecismo 166-167. Creemos

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Punto 166  La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.

Creemos y creo son expresiones que se equilibran y se complementanLa fe es un acto personal, pero no es un acto aislado, nadie puede creer solo. El creyente ha recibido la fe de otro, hay un sentido comunitario en la fe. Es algo personal que uno tiene que hacer y que nadie puede hacer por ti, es uno personalmente el que tiene que traspasar la puerta. Te han ido acercando a la puerta pero es un paso personal el que uno tiene que dar. Es personal pero no aisladouno entra a formar parte de la comunidad de la fe, pasamos del creo al creemos. La transición lógica del creyente es que en el seno de la familia, comenzamos a decir creemos junto con nuestros padres, luego según avanza y pasa del creemos en familia al creo personal, y llegado otro momento de la vida, para que llegue a la madurez tiene que pasar del creo al creemos porque se da cuenta de que ha sido sostenido por la historia de la iglesia, por tantos que le han precedido y que le han ayudado en su camino. Tiene un punto de dificultad el paso del yo al nosotros por la tendencia al individualismo, en sentirnos reflejados en los demás, en ver en los demás que son instrumentos de Dios para nosotros. Esto se va labrando creciendo en sensibilidad para darnos cuenta de cuantas personas ha intervenido en el camino de nuestra vida para que yo conozca a Dios. El encuentro con Dios a solas que parece que el resto del mundo deja de existir, tenemos que descubrir a todas las personas que Dios se ha servido para que yo me encuentre con él (familiares, religiosos,…) y no digamos a los que ni siquiera hemos conocido que nos han posibilitado la transmisión de la fe. Somos un eslabón en la historia de la iglesia para la transmisión de la fe. Jesucristo nos enseñó a decir Padre nuestro, no Padre mío.

. Otro aspecto que ayuda a entender el sentido comunitario de la fe es que desde el momento en que profesamos nuestra fe, desde que  creemos,  somos enviados a ser testigos ante los demás, a pesar de nuestra debilidad, somos enviados como instrumento de Dios ante los demás. No es instrumento de Dios una persona profesional, sino todos somos enviados para sostener la fe de los demás igual que somos sostenidos.  Comenzamos a ser instrumentos de Dios cuando nos damos cuenta que hemos sido sostenidos para el acto de fe por otros instrumentos de Dios. Ser sostenido en  la comunión de la iglesia y ser instrumento para los demás son las dos caras de una misma moneda. El inmaduro se cree que todo es fruto de su esfuerzo. La transición del yo al nosotros es un acto de humildad, de darnos cuenta que somos una gota de agua en el mar de la iglesia y que al mismo tiempo de ser poca cosa, estamos llamados por Dios para ser instrumento para los demás.

Punto 167 "Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos".


. Hay dos versiones del Credo, el corto o de los apóstoles que comienza en singular, y el largo nacido de los concilios de Nicea y Constantinopla que comienza en plural. El Credo apostólico está más indicado para la profesión de la fe bautismal donde uno personalmente responde en singular, y la otra versión del Credo es la versión que han confesado los obispos unidos en diferentes concilios donde respondemos todos como iglesia en primera persona del plural. Yo como católico cuando creo, me estoy adhiriendo a lo que la iglesia me enseña que tiene que ser creído y que Cristo ha revelado, mi fe personal es posterior a la fe de la iglesia, Cristo se reveló y dejó en manos de la iglesia la capacidad de predicar su mensajePrimero es creemos y luego creo en aquello que la iglesia me enseña porque ha sido revelado por Dios y la iglesia es la que guarda el depósito de la revelación y es la que ha recibido el encargo y la misión de trasmitirlo. Al creer me adhiero personalmente a la fe transmitida por la iglesia.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Catecismo 163-165. Las características de la fe. La fe, comienzo de la vida eterna

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Punto 163  La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios «cara a cara» (1 Co 13,12), «tal cual es» (1 Jn3,2). La fe es, pues, ya el comienzo de la vida eterna:
«Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como reflejadas en un espejo, es como si poseyésemos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día» (San Basilio Magno, Liber de Spiritu Sancto15,36: PG 32, 132; cf. Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q.4, a.1, c).

. La fe nos lleva a pregustar, es como un adelanto del cielo, recibes el ciento por uno, no materialmente, sino con persecuciones. Ese ciento por uno se traduce en el gozo y la alegría  que da la fe. Igual que la condenación eterna, que es el sufrimiento de los que han dado la espalda definitivamente a la luz de Dios, suele estar adelantada también en esta vida con una amargura.      

Punto 164  Ahora, sin embargo, «caminamos en la fe y no [...] en la visión» (2 Co 5,7), y conocemos a Dios «como en un espejo, de una manera confusa [...], imperfecta" (1 Co 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.

. En Cor 13,12 Pablo nos compara la fe al conocimiento del niño, que cuando nos hagamos hombres dejamos las cosas del niño, y en el cielo dejaremos de ser niños y no hará falta la fe. O bien, ahora con la fe vemos en un espejo borroso y en el cielo conoceremos cara a cara.

. En 1 Juan 3,2, no dice que somos hijos de Dios por la fe, pero nos quedaremos asombrados al llegar a gozar plenamente de Dios. Ahora disfrutamos parcialmente.

. Es verdad que la fe es un adelanto del cielo, pero también la fe es vivida en la oscuridad, en medio de pruebas, y por eso la fe es meritoria pues se vive en medio de luchas interiores, como por ejemplo las oscuridades que tuvo la Madre Teresa, en las que veía muy poca luz, pero seguía perseverando.

. Cuando tengo la contradicción de que mis gustos no coinciden con lo que mi fe y mi razón entienden y profesan, entonces tenemos una lucha interior, una batalla en la que es muy importante ser perseverante, porque en las pruebas uno tiene la tentación de abandonar. Pero Dios permite la prueba porque de ella podemos salir purificados. Se dice que lo más oscuro de la noche suele estar a pocos minutos de la aurora, luego ten perseverancia porque en pocos minutos amanecerá.

. La fe nos enseña a abrazarnos a la cruz en momento de la prueba: “en momentos de turbación no hagas mudanza”, agárrate a la cruz y quieto parado, no abandones nada, no salgas corriendo, y haz más oración que nunca, que es la manera de pasar la tormenta. Todos los males que vemos en el mundo, los sufrimientos de los inocentes y de personas queridas, cómo Dios permites esto?, pueden ser momentos en que se pone a prueba nuestra fe. No es el momento de huir, sino todo lo contrario, es momento de comprender a Cristo y como abrazó su cruz. El plan del demonio es que el mal nos aparte de Dios, pero Dios permite el mal para que sea ocasión de abrazar la cruz y acercarnos a Él. Nuestra actitud ha de ser la de abrazar la cruz de cada uno. Hay una pedagogía de la prueba en el sufrimiento de la vida para purificar nuestra fe.      

Punto 165  Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, «esperando contra toda esperanza» (Rm 4,18); la Virgen María que, en «la peregrinación de la fe» (LG 58), llegó hasta la «noche de la fe» (Juan Pablo II, Redemptoris Mater, 17) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: «También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe» (Hb 12,1-2).


. En los momentos de prueba, tenemos que aprender de los testigos de la fe como Abraham que creyó esperando contra toda esperanza, y como la Virgen María. 

. También a nosotros nos toca pasar una noche oscura, tengamos los ojos fijos en María y Abraham, y corramos con fortaleza la prueba, abracemos la cruz. Una cruz abrazada pesa mucho menos que una cruz arrastrada. Si en el momento de la prueba solo te miras a ti, pobrecito de mí, que mal lo estoy pasando, así no hay quien lo pase. Así que sacudámonos el lastre en medio de la prueba y a mirar adelante, con los ojos fijos en Jesús

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Catecismo 160-162. Las características de la fe. La libertad de la fe. La necesidad de la fe. La perseverancia en la fe

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La libertad de la fe
Punto 160  «El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe ser obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza» (DH 10; cf. CDC, can.748,2). «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia, pero no coaccionados [...] Esto se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús» (DH 11). En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie. «Dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la fuerza a los que le contradecían. Pues su reino [...] crece por el amor con que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él» (DH 11).

. La fe es una gracia, un acto humano, va más allá de la razón, es cierta, .. la fe es libre, es algo voluntario, nadie puede ser obligado contra su voluntad a abrazar la fe. La fe es una respuesta a una llamada, Dios toca la puerta de tu vida, y ante esta llamada la respuesta es libre. Lo más humano es nuestra libertad, es lo único que Dios pone en nuestra mano, y le respondemos libremente, le decimos sí o no, nos abrimos o nos cerramos. Dios quiere nuestra respuesta libre porque quiere tener una relación de amigo y no de siervo “ a vosotros no os llamo siervos, os llamo amigos”. Dios espera de nosotros esa respuesta libre de amor. No nos obliga a que le amemos.

. A nadie le es lícito jamás coaccionar a los hombres a abrazar la fe católica contra su conciencia, como ocurre en otras religiones y otros lugares donde reina el fundamentalismo. Entre nosotros también hay una presión y una falta de libertad solapada para que los creyentes se sientan avergonzados y ridiculizados por profesar su fe. Es decir, una presión cultural y del ambiente que nos presiona para impedir nuestra libertad de fe.

. Cristo nos enseñó a que la fe tenía que ser propuesta y no impuesta. La fe se propone pero no se impone. Jesús conjugó la verdad con la libertad, dejando a los que les rechazaban, dejándoles a ver si daban fruto, es decir, tenía un espíritu paciente, rechaza la violencia, con respuestas pacíficas.
La necesidad de la fe
Punto 161  Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). «Puesto que "sin la fe... es imposible agradar a Dios" (Hb 11,6) y llegara participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella, y nadie, a no ser que "haya perseverado en ella hasta el fin" (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna» (Concilio Vaticano I: DS 3012; cf. Concilio de Trento: DS 1532).

. La fe siendo un acto de nuestra libertad, es necesaria para nuestra salvación, en la fe nos jugamos la acogida o el rechazo. Tener o no tener fe no es una cuestión baladí, dice Mc 16,16 “ el que crea y sea bautizado se salvará y el que no crea se condenará”, en Jn 3,36 “ el que cree en el Hijo tiene vida eterna, el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida sino que la cólera de Dios permanece sobre él”, esto es clave en toda nuestra vida. Sin la fe, sin ponernos confiadamente en manos de Dios, poniéndonos nosotros en el centro en lugar de Dios, nos cerramos a la salvación.

La perseverancia en la fe
Punto 162  La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo: «Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe «actuar por la caridad» (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf. Rm 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.

. La fe es un don gratuito que podemos perderlo, es posible que alguien se aparte de la fe, como las secularizaciones de sacerdotes, y debe ser motivo de reflexión profunda: “el que se sienta seguro tenga cuidado y no caiga”, la fe es un don que hay pedir a Dios, como niños, que seamos afianzados en ella, nuestra relación con Dios siempre está comenzando. Hay que alimentar la fe, los propios sacerdotes tienen que alimentarse también a sí mismos. En Mc 9,24 “ todo es posible para quien tiene fe…  creo pero ayuda a mi poca fe”, mi fe es débil y hemos de pedir a Dios que nos la aumente. Si no te das cuenta de lo importante que es la fe, del regalo que tienes, difícilmente podrás perseverar en ella.


. Señor aumenta mi fe, mi esperanza y mi caridad. Cuando hablamos de fe, no la separamos nunca de la caridad y la esperanza, todas tienen que ir juntas.    

lunes, 8 de diciembre de 2014

Catecismo 159. Las características de la fe. La fe y la inteligencia. Fe y la ciencia

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Punto 159  Fe y ciencia. «A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero» (Concilio Vaticano I: DS 3017). «Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son»


. La fe está por encima de la razón, pero no están en desacuerdo. La fe va más allá de la razón y no son contradictorias. No hay dos verdades y creemos en el principio de no contradicción, es decir, no es posible que una cosa sea verdad y mentira a la vez. Que esto sea verdadero desde el punto de vista religioso y falso desde el científico no es posible. Fe y ciencia son distintas pero se complementan y se iluminan. Con respecto a la historia, la ciencia ha nacido del cristianismo, los monjes guardaron y transmitieron las culturas paganas de Grecia y Roma, los bárbaros acabaron con todo, y las universidades nacieron de la iglesia. La primera universidad europea fue la de Palencia, dada a luz por la iglesia. En la religión cristiana la ciencia nunca se ha concebido como opuesta a la fe. Hay muchísimos casos que lo pueden autentificar:
   Luis Pasteur decía un poco de ciencia te aleja de Dios pero mucha ciencia te devuelve a Dios.
   Heisenberg (premio nobel de física) decía que el primer sorbo de la copa de la ciencia te vuelve ateo, pero en el fondo de la copa te está esperando Dios.
   Max Born, otro nobel de física, decía que solo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo.
   Newton: lo que sabemos es una gota y lo que ignoramos es un inmenso oceáno.
   Einstein, Copérnico, Volta etc. etc.

. La verdadera ciencia cuanto más progresa, más cerca está de Dios.

. La mano de Dios no solo guía al teólogo, sino también al químico y al astrónomo, también la ciencia tiene su último fundamento en Dios. Todo tiene en Dios su último origen.

. Tiene que haber un diálogo entre fe y ciencia que no sea de conflicto, sino que se iluminen mutuamente. La ciencia necesita de la conciencia, Dios nos dijo que domináramos la tierra, y al mismo tiempo, además de ser dueños de la tierra hemos de ser respetuosos con ella y esclavos de nuestra conciencia. La ciencia sin conciencia humana es coja. El propio Gandhi cuando denuncia siete pecados, entre ellos está la ciencia sin humanidad.


Catecismo 157-158. Las características de la fe. La fe y la inteligencia II

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Punto 157  La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero «la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q.171, a. 5, 3). «Diez mil dificultades no hacen una sola duda» (J. H. Newman, Apologia pro vita sua, c. 5).

. La fe es una certeza, más cierta que todo conocimiento humano. Esta afirmación es atrevida, pues la fe es una adhesión a algo que no has visto, y otros conocimientos humanos conocen lo que pueden experimentar y comprobar. Hay un conocimiento humano experimental en el laboratorio, científicamente verificable, que nos parece mucho más fuerte y evidente que la fe, que no la puedo comprobar científicamente. Esto es cierto, hay conocimientos con  evidencias comprobables que la fe no tiene, pero la certeza no es algo objetivamente comprobable sino un convencimiento interno nuestro personal. Estoy más cierto de lo que Dios ha revelado, que de otros conocimientos que se puedan comprobar experimentalmente. La certeza es la adhesión mía de mi convicción. La fe tiene una certeza que es superior a la del conocimiento humano.

. No es lo mismo el conocimiento experimental que es científicamente comprobable, que el conocimiento experencial que entra en el saber del corazón. Porqué la fe tiene tanta certeza?: porque está apoyada en la revelación de Dios que permanece para siempre. Trasciende los tiempos y lugares. Dios no se equivoca ni puede mentir. Lo que se apoya en Dios es más cierto que lo que se apoya en el conocimiento humano, me fio más de Dios que de los logros del hombre que en un futuro pueden cambiar y de hecho cambian. El hombre puede fiarse de Dios de una manera incondicional.

. Ejemplo de la certeza de la fe: creemos que Jesucristo está presente en la eucaristía, creemos que su cuerpo y su sangre están presentes en el pan y el vino. Lógicamente, si llamamos a un físico al que se le permite hacer un análisis de ese pan y ese vino en el laboratorio, lo que van a comprobar es que se trata de pan y vino, no van a tener la capacidad desde el conocimiento experimental científico de conocer la presencia de Cristo en la eucaristía, porque llegan al conocimiento de la física, no llegan al de la metafísica que está más allá de la física. La presencia de Cristo en la eucaristía es completamente real, pero no es física, es metafísica. Uno de que se fía más?, del análisis del laboratorio o de lo que dice la fe de que Cristo está ahí presente?: pues de los dos, no hay contradicción. Hay grados diferentes de conocimiento que no son contradictorios. La fe va más allá, es capaz de ver donde el conocimiento humano no ve.

Punto 158  «La fe trata de comprender» (San Anselmo de Canterbury, Proslogion, proemium: PL 153, 225A) es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre «los ojos del corazón» (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, «para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones» (DV 5). Así, según el adagio de san Agustín (Sermo 43,7,9: PL 38, 258), «creo para comprender y comprendo para creer mejor».

. La fe trata de comprender, no se limita a decir creo, uno se hace preguntas para comprender. Un poco de sabiduría humana suele alejar de la fe, y un poco más de sabiduría te acerca a la fe y a Dios.

. Cuanto más conoces más amas, y cuanto más amo más deseo conocer. La fe abre los ojos del corazón, de la mente, para darnos deseo  y capacidad para conocer a Dios.

. Desde la fe creo para comprender, me hago preguntas para entender mejor, y comprendo para creer, para abrirme más a la fe. Fe y razón son como las dos alas del ave que se conjugan para volar.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Catecismo 156. Las características de la fe. La fe y la inteligencia I

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Punto 156  El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos «a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos». «Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación» (ibíd., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf. Mc 16,20; Hch 2,4), las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad «son signos certísimos de la Revelación divina, adaptados a la inteligencia de todos», motivos de credibilidad que muestran que «el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu» (Concilio Vaticano I: DS 3008-3010).


. La fe es una gracia y al mismo tiempo es un acto humano, es un don de Dios y es respuesta responsable del hombre a la revelación de Dios.
. El motivo de creer no es que las cosas a nosotros racionalmente nos cuadren. Uno hace un acto de fe porque es Dios el que se está revelando y no se puede equivocar. La razón última de la fe no está en mi razón, sino en la confianza que le otorgo a Dios de que su sabiduría es infinita, y eso no quiere decir que la fe sea ciega e irracional.
. En el capítulo nueve de S Juan, en la curación del joven ciego a la puerta del templo, se ven tres posturas, la del ciego curado, la de sus padres y la de los fariseos. Los fariseos no aceptan el milagro de Jesucristo porque ponen en cuestión todo su montaje y entonces interpretan el milagro con que Jesucristo obra el prodigio con el poder de satanás, los padres del ciego que son conscientes que hay ha habido algo sorprendente testifican que antes no veía y ahora sí que ve, pero nosotros no sabemos dar una explicación, no se mojan, y el propio ciego que sí que se moja, le han devuelto la vista y ve el milagro de salvación. Son tres posturas distintas ante un mismo hecho milagroso. La fe no es una cuestión de saber o no saber, sino de adhesión personal a la llamada personal de Dios que pide tu cambio de vida: los fariseos no estaban para convertirse de nada, los padres del ciego no están para arriesgar nada y el ciego si estaba para arriesgar, sigue al hombre que le ha dado la vista y entonces le expulsan de la sinagoga. Si por la razón fuera, lo padres del ciego deberían haberse convertido, sin embargo no se mojaron, no quieren saber nada de lo ocurrido. La razón solo no da la fe. La causa de la fe no está en la razón pero debe acompañar el acto de fe.  De lo contrario estaríamos ante una fe irresponsable, un fideísmo, que no es capaz de dar razón de su fe. Solo cuando el corazón humano se rinde al don de Dios de forma humilde es cuando nace la fe. Por eso muchos vieron los milagros de Cristo y no todos se convirtieron, al no tener un corazón limpio.
. La fe no es consecuencia de un cálculo racional o matemático, y tampoco es totalmente irracional. No es ni un extremo ni otro, ni racionalismo, ni fideísmo.

. Hay signos externos que nos ayudan a creer: los milagros de Cristo, en los evangelios las palabras de Jesús no van en solitario, están íntimamente unidas a obras que acreditan las palabras de Jesús, los milagros son un complemento de su predicación. La fe aunque no está causada en unos milagros, sí que se apoya en ellos. Hoy en día parece que está mal visto hablar de los milagros de Cristo, sin embargo, testifican que Jesús es el enviado del Padre, y como decía Chesterton, lo más increíble de los milagros es que existen. Los milagros nos ayudan a creer y nos interpelan hacia nuestra conversión. Jesús, allí donde no ve disposición para convertirse, se niega a hacer milagros en plan espectáculo, en plan circo. Los signos de los santos también nos ayudan, como ha ocurrido en la historia de la iglesia como el padre Pio o santa Gema. Además se habla de otros signos exteriores que nos ayudan a creer como las profecías, por ejemplo la de que no le quebrarán ni un solo hueso. Y la propagación, fecundidad y estabilidad de la iglesia cuyos dos mil años de vida no se entienden si fuese meramente cosa de los hombres. Es impresionante que la iglesia sea capaz de encarnarse en cualquier situación, en su conjunto es una prueba de su divinidad, no puede ser obra de los hombres. Todo el bien que ha hecho en el mundo, y a pesar de los miembros que la formamos, lleva a cabo su misión porque el ES la sostiene y la guía. Cuando te despojas de todo, Dios te da la plena felicidad. 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Catecismo 153-155. Las características de la fe. La fe es una gracia y un acto humano

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La fe es una gracia
Punto 153  Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido «de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17; cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. «Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con los auxilios interiores del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede "a todos gusto en aceptar y creer la verdad"» (DV 5).

. La fe es un don de Dios, nos la da gratuitamente, como un favor. Cuando Jesús pregunta a sus apóstoles: “y vosotros quien decís que soy yo, Pedro le contesta tú eres el mesías, el hijo de Dios vivo. Jesús le responde, que eso te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos, tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotara”. Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los elegidos. Su llamada es gratuita. En Mt 11,25, Jesús bendice al Padre porque el don de la fe se lo ha revelado, no a los que se los dan de sabios, sino a la gente sencilla. La fe se da más fácilmente en los corazones sencillos que los corazones complicados, porque los primeros la acogen de forma más gratuita. La fe solo puede tenerla el que la recibe gratuitamente. Se recibe como un niño que tiene un corazón sencillo que pregunta queriendo saber.

. Cuando hacemos el acto de fe, estamos siendo asistidos por el don interior del ES que abre los ojos del espíritu. El ES trabaja en nuestro interior para abrir los ojos espirituales. Puede haber en nosotros resistencias internas, que no queramos ver, como desconfianzas, orgullos, amores propios, materialismos, que nos hagan tener los ojos espirituales cerrados. Y el espíritu tiene que hacer una labor de purificación para vencer esas resistencias que le impiden creer. Cuando tenemos fe, la tenemos de una manera gozosa, es como un regalo que se disfruta. Sin embargo, la fe también requiere un esfuerzo.

La fe es un acto humano
Punto 154  Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad «presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela» (Concilio Vaticano I: DS 3008) y entrar así en comunión íntima con Él.

. La fe es un don de Dios, pero también es un acto humano, que no es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia. La fe en Dios no es irracional, está más allá de la razón. El amor tiene razones que van más allá de la mente. Hay muchas dimensiones de la vida en la que funcionamos por confianza, por tanto la fe no es irracional.

. Hay un misterio de como conjugar la gracia de Dios con la libertad humana, la fe como gracia de Dios y la fe como una responsabilidad mía. Existe un misterio que es que Dios actúa en el hombre sin anularlo, sino potenciando su libertad pero respetándolo al mismo tiempo. Me pregunto, si Dios me da la gracia para creer, entonces yo ahí qué pinto?, ya no tengo ningún mérito. Y si no me la ha dado, me toca ser el malo?.. Dios no anula nuestra libertad, de tal forma que ese don de Dios y mi concurso se conjugan.

. Las dificultades para llegar a creer son bastantes por nuestra tendencia a creer más en lo material que en lo espiritual y por otra parte las razones para poder creer tienen suficiente peso como para que rechazar la fe tenga también una culpabilidad. Es meritorio creer y al mismo tiempo el no creer supone una culpabilidad. Jesús dice en el evangelio expresiones fuertes como “los que crean se salvaran, los que no crean serán condenados”, supone que el hombre tiene que acoger el don de la fe. La fe supera la razón pero no la anula.

Punto 155  En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: «Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q. 2 a. 9; cf. Concilio Vaticano I: DS 3010).


. En sí, la fe es un acto de entendimiento, pero implica la voluntad. Es mi voluntad la que dice quiero creer, creo y quiero creer. Cuál es mi principal problema para creer, que tengo dudas racionales o que mi corazón no acaba de entregarse. Muchas veces uno se piensa que su problema para creer es del tipo de dudas racionales: no tengo claro este tema, el más allá de la muerte etc. etc. y uno descubre que el problema principal para creer no está en las dudas racionales sino en que la voluntad no ha terminado de entregarse, no ha dicho quiero creer. 

martes, 2 de diciembre de 2014

Catecismo 150-152. 'Yo sé en quién tengo puesta mi fe'

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Creer solo en Dios
Punto 150  La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que Él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura (cf.Jr 17,5-6; Sal 40,5; 146,3-4).

. Sé de quién me he fiado. Por una parte la fe es una adhesión personal a Dios, es una fe que me compromete y comporta mi vida. Creer no solo es opinar qué, sino  seguir a Dios, compromete toda mi vida. Por ejemplo, el médico famoso que hacía alarde de su increencia, trabajaba en un hospital de las hijas de la caridad, fue acompañándolas a Lourdes y en el pulso que mantenía con las religiosas de creer en Dios o de no creer en Dios, se atrevió a decirle a las religiosas “que se cure este enfermo y ustedes verán como yo creo”. Lo dijo por un enfermo que estaba especialmente grave, y resulta que aquel enfermo se curó metiéndole con la camilla en la piscina de Lourdes. Esta curación está en los anales como una de las más espectaculares. Pero el médico, testigo directo de aquella curación, no creyó, lo que hizo esa noche fue emborracharse, siguió sin creer. Tardó muchos años en convertirse. Cumplir lo que prometió de creer, le iba a suponer que al volver a sus círculos sociales, su conducta tenía que cambiarla, su compromiso de vida sería otro, sus colegas le dirían que las monjitas le han ganado el pulso, etc. etc. Creer no es solo un acto intelectual, sino que en ello te va la vida, es seguir y conformar tu vida a Dios. La fe no es algo teórico, es algo vital.

. La fe es un asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. Al seguir a Dios, me fio de las verdades que me ha revelado. Es una actitud vital de confianza y seguimiento a Dios y creer en las verdades que nos ha revelado. La fe implica asentir las verdades del credo y el seguimiento vital, que tu vida se implique. Ni creer con una vida que no tiene nada que no se compromete, ni tener un compromiso vital que no cree en las verdades como la resurrección.

. La expresión tengo fe solo se puede referir a Dios. Si lo aplicáramos a una persona cometeríamos una idolatría porque todo el mundo nos puede fallar, uno mismo de hecho falla a los demás. Sin embargo en Dios no hay error.

Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios
Punto 151  Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, «su Hijo amado», en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Señor mismo dice a sus discípulos: «Creed en Dios, creed también en mí» (Jn 14,1). Podemos creer en Jesucristo porque es Dios, el Verbo hecho carne: «A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado» (Jn 1,18). Porque «ha visto al Padre» (Jn 6,46), él es único en conocerlo y en poderlo revelar (cf. Mt 11,27).

. Para nosotros los cristianos, creer en Dios y creer en Jesucristo no son dos cosas, es una misma cosa porque Dios se ha revelado en Jesucristo, porque conocemos a Dios a través de Dios encarnado. Jesucristo cuando dice creed en Dios y creed también en mí, solo él puede decirlo.
Solamente Jesucristo puede ser el revelador del padre porque le conoce plenamente, porque es Dios mismo. Hay un conocimiento pleno entre el hijo y el padre.

Creer en el Espíritu Santo
Punto 152  No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque «nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Co 12,3). «El Espíritu todo lo sondea, hasta las profundidades de Dios [...] Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co 2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios.

La Iglesia no cesa de confesar su fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.


. No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su espíritu. Es el Espíritu Santo quien revela a los hombres quién es Jesús. Solo Dios puede revelar a Dios enteramente. Nadie puede decir Jesús es Señor si no le está asistiendo el ES para decirlo.