Punto 166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de
Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo,
como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se
ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe
transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar
a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de
los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y
por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.
. Creemos y creo son expresiones que se
equilibran y se complementan. La fe es un acto personal, pero
no es un acto aislado, nadie puede creer solo. El creyente ha recibido la fe de
otro, hay un sentido comunitario en la fe. Es algo personal que uno
tiene que hacer y que nadie puede hacer por ti, es uno personalmente el que
tiene que traspasar la puerta. Te han ido acercando a la puerta pero es un paso
personal el que uno tiene que dar. Es personal pero no aislado, uno
entra a formar parte de la comunidad de la fe, pasamos del creo al creemos.
La transición lógica del creyente es que en el seno de la familia, comenzamos a
decir creemos junto con nuestros padres, luego según avanza y pasa del creemos
en familia al creo personal, y llegado otro momento de la vida, para que llegue
a la madurez tiene que pasar del creo al creemos porque se da cuenta de que ha
sido sostenido por la historia de la iglesia, por tantos que le han precedido y
que le han ayudado en su camino. Tiene un punto de dificultad el paso
del yo al nosotros por la tendencia al individualismo, en sentirnos
reflejados en los demás, en ver en los demás que son instrumentos de Dios para
nosotros. Esto se va labrando creciendo en sensibilidad para darnos
cuenta de cuantas personas ha intervenido en el camino de nuestra vida para que
yo conozca a Dios. El encuentro con Dios a solas que parece que el resto
del mundo deja de existir, tenemos que descubrir a todas las personas que Dios
se ha servido para que yo me encuentre con él (familiares, religiosos,…) y
no digamos a los que ni siquiera hemos conocido que nos han posibilitado la
transmisión de la fe. Somos un eslabón en la historia de la iglesia para la
transmisión de la fe. Jesucristo nos enseñó a decir Padre nuestro,
no Padre mío.
. Otro aspecto que ayuda a entender el sentido
comunitario de la fe es que desde el momento en que profesamos nuestra
fe, desde que creemos, somos enviados a ser testigos ante
los demás, a pesar de nuestra debilidad, somos enviados como instrumento de
Dios ante los demás. No es instrumento de Dios una persona profesional,
sino todos somos enviados para sostener la fe de los demás igual que somos
sostenidos. Comenzamos a ser instrumentos de Dios cuando nos damos
cuenta que hemos sido sostenidos para el acto de fe por otros instrumentos de
Dios. Ser sostenido en la comunión de la iglesia y ser instrumento
para los demás son las dos caras de una misma moneda. El inmaduro se
cree que todo es fruto de su esfuerzo. La transición del yo al nosotros es un
acto de humildad, de darnos cuenta que somos una gota de agua en el mar de
la iglesia y que al mismo tiempo de ser poca cosa, estamos llamados por Dios
para ser instrumento para los demás.
Punto 167 "Creo" (Símbolo de los
Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente,
principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de
Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada
por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea
litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra
Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir:
"creo", "creemos".
. Hay dos versiones del Credo, el corto o
de los apóstoles que comienza en singular, y el largo nacido de los concilios
de Nicea y Constantinopla que comienza en plural. El Credo apostólico está más
indicado para la profesión de la fe bautismal donde uno personalmente responde
en singular, y la otra versión del Credo es la versión que han confesado los
obispos unidos en diferentes concilios donde respondemos todos como iglesia en
primera persona del plural. Yo como católico cuando creo, me estoy adhiriendo a
lo que la iglesia me enseña que tiene que ser creído y que Cristo ha revelado,
mi fe personal es posterior a la fe de la iglesia, Cristo se reveló y
dejó en manos de la iglesia la capacidad de predicar su mensaje. Primero
es creemos y luego creo en aquello que la iglesia me enseña porque ha sido
revelado por Dios y la iglesia es la que guarda el depósito de la revelación y
es la que ha recibido el encargo y la misión de trasmitirlo. Al creer me
adhiero personalmente a la fe transmitida por la iglesia.
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