miércoles, 3 de diciembre de 2014

Catecismo 153-155. Las características de la fe. La fe es una gracia y un acto humano

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La fe es una gracia
Punto 153  Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido «de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17; cf. Ga 1,15; Mt 11,25). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. «Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios, que se adelanta y nos ayuda, junto con los auxilios interiores del Espíritu Santo, que mueve el corazón, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede "a todos gusto en aceptar y creer la verdad"» (DV 5).

. La fe es un don de Dios, nos la da gratuitamente, como un favor. Cuando Jesús pregunta a sus apóstoles: “y vosotros quien decís que soy yo, Pedro le contesta tú eres el mesías, el hijo de Dios vivo. Jesús le responde, que eso te lo ha revelado mi Padre que está en los cielos, tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia y el poder del infierno no la derrotara”. Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los elegidos. Su llamada es gratuita. En Mt 11,25, Jesús bendice al Padre porque el don de la fe se lo ha revelado, no a los que se los dan de sabios, sino a la gente sencilla. La fe se da más fácilmente en los corazones sencillos que los corazones complicados, porque los primeros la acogen de forma más gratuita. La fe solo puede tenerla el que la recibe gratuitamente. Se recibe como un niño que tiene un corazón sencillo que pregunta queriendo saber.

. Cuando hacemos el acto de fe, estamos siendo asistidos por el don interior del ES que abre los ojos del espíritu. El ES trabaja en nuestro interior para abrir los ojos espirituales. Puede haber en nosotros resistencias internas, que no queramos ver, como desconfianzas, orgullos, amores propios, materialismos, que nos hagan tener los ojos espirituales cerrados. Y el espíritu tiene que hacer una labor de purificación para vencer esas resistencias que le impiden creer. Cuando tenemos fe, la tenemos de una manera gozosa, es como un regalo que se disfruta. Sin embargo, la fe también requiere un esfuerzo.

La fe es un acto humano
Punto 154  Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas. Ya en las relaciones humanas no es contrario a nuestra propia dignidad creer lo que otras personas nos dicen sobre ellas mismas y sobre sus intenciones, y prestar confianza a sus promesas (como, por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan), para entrar así en comunión mutua. Por ello, es todavía menos contrario a nuestra dignidad «presentar por la fe la sumisión plena de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad al Dios que revela» (Concilio Vaticano I: DS 3008) y entrar así en comunión íntima con Él.

. La fe es un don de Dios, pero también es un acto humano, que no es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia. La fe en Dios no es irracional, está más allá de la razón. El amor tiene razones que van más allá de la mente. Hay muchas dimensiones de la vida en la que funcionamos por confianza, por tanto la fe no es irracional.

. Hay un misterio de como conjugar la gracia de Dios con la libertad humana, la fe como gracia de Dios y la fe como una responsabilidad mía. Existe un misterio que es que Dios actúa en el hombre sin anularlo, sino potenciando su libertad pero respetándolo al mismo tiempo. Me pregunto, si Dios me da la gracia para creer, entonces yo ahí qué pinto?, ya no tengo ningún mérito. Y si no me la ha dado, me toca ser el malo?.. Dios no anula nuestra libertad, de tal forma que ese don de Dios y mi concurso se conjugan.

. Las dificultades para llegar a creer son bastantes por nuestra tendencia a creer más en lo material que en lo espiritual y por otra parte las razones para poder creer tienen suficiente peso como para que rechazar la fe tenga también una culpabilidad. Es meritorio creer y al mismo tiempo el no creer supone una culpabilidad. Jesús dice en el evangelio expresiones fuertes como “los que crean se salvaran, los que no crean serán condenados”, supone que el hombre tiene que acoger el don de la fe. La fe supera la razón pero no la anula.

Punto 155  En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: «Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q. 2 a. 9; cf. Concilio Vaticano I: DS 3010).


. En sí, la fe es un acto de entendimiento, pero implica la voluntad. Es mi voluntad la que dice quiero creer, creo y quiero creer. Cuál es mi principal problema para creer, que tengo dudas racionales o que mi corazón no acaba de entregarse. Muchas veces uno se piensa que su problema para creer es del tipo de dudas racionales: no tengo claro este tema, el más allá de la muerte etc. etc. y uno descubre que el problema principal para creer no está en las dudas racionales sino en que la voluntad no ha terminado de entregarse, no ha dicho quiero creer. 

1 comentario:

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