Punto 200 Con estas palabras comienza el Símbolo
Niceno-Constantinopolitano. La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su
raíz en la Revelación Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la
confesión de la existencia de Dios y asimismo también fundamental. Dios es
Único: no hay más que un solo Dios: "La fe cristiana cree y confiesa que
hay un solo Dios [...] por naturaleza, por substancia y por esencia (Catecismo
Romano, 1,2,2).
. Este Credo comienza con creo en un solo Dios, han añadido el término
“un solo” al credo de los apóstoles, a pesar de que decir “creo en Dios”
significa creer en un solo Dios, aunque también viene bien explicitarlo. A
esta afirmación de que hay un solo Dios se le llama unicidad de Dios. Es inseparable
de la existencia de Dios, si Dios no es un único Dios, es que en realidad no es
Dios, es otra cosa. Entre las cualidades del concepto de Dios: infinito y
omnipotente, supone que no puede haber más de un Dios. Si no iría en contra de
su propia esencia porque no puede haber dos infinitos, o si Dios es
todopoderoso no puede haber otro Dios más porque estaría fuera del primer Dios.
. Por concepto, Dios tiene que ser único por su propia naturaleza,
lo cual no quita que Dios también ha revelado su unicidad. El hecho de que
seamos hijos de un Dios, nos unifica, nos hermana y nos tiene que hacer muy
humildes a la hora de invocarle.
Punto 201 A Israel, su elegido, Dios se reveló como el Único:
"Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6,4-5).
Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a volverse a Él,
el Único: "Volveos a mí y seréis salvados, confines todos de la tierra,
porque yo soy Dios, no existe ningún otro [...] ante mí se doblará toda rodilla
y toda lengua jurará diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!" (Is 45,22-24;
cf. Flp 2,10-11).
. El hecho de que Dios sea único, nos lleva a entender mucho
mejor el primero de los mandamientos: “amarás a Dios con todo tu corazón….” Tal
cosa no se podría decir en una concepción politeísta, tendríamos un corazón
dividido. Jesús nos pide que amemos con un corazón indiviso, a Dios o se le
ama plenamente, le entregas tu corazón o le estás manipulando, te estás
engañando. Dios no es una tecla más del piano, lo es todo, es el que hace
sonar toda la sinfonía, en él se sustenta todas las facetas de nuestra vida, la
faceta del amor, la del trabajo,… Dios nos ama como si fuéramos hijos únicos sin
dejar de ser hermanos.
Punto 202 Jesús mismo confirma que Dios es "el único Señor"
y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el
espíritu y todas las fuerzas (cf. Mc 12,29-30). Deja al mismo
tiempo entender que Él mismo es "el Señor" (cf. Mc 12,35-37).
Confesar que "Jesús es Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto
no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu Santo, "que
es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios único:
«Creemos
firmemente y confesamos que hay un solo verdadero Dios, inmenso e inmutable,
incomprensible, todopoderoso e inefable, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tres
Personas, pero una sola esencia, substancia o naturaleza absolutamente simple
(Concilio de Letrán IV: DS 800).
. Dios siendo una única naturaleza, son tres personas, padre hijo
y ES. Cuando Jesús dice, el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que
pierda su vida por mí, la encontrará. Esto solo lo puede decir Dios, y lo dice
Jesús, luego el señorío y autoridad que en el antiguo testamento se refiere a
Yahveh, en el nuevo testamento se refiere a Jesús.
. Una de las frases cúlmenes es en el evangelio de s Juan (10-30)
cuando dice Jesús: “Dios y yo somos una misma cosa”, es una frase en la que se
reafirma la unicidad de la trinidad de Dios. Lo mismo hay que decir del ES.
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