martes, 25 de abril de 2017

Catecismo 2573. La Promesa y la oración de la fe III

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. El Antiguo Testamento nos prepara para ponernos ante Dios y entrar en un dialogo profundo con Él. Nos prepara para comprender y ver a Jesucristo como el maestro de oración. En el pasaje del Génesis 32, se nos presenta una lucha entre Jacob y un ángel, una lucha que simboliza la oración como un combate de la fe y la victoria de la perseverancia. Dice el texto: “Aquella noche se levantó, tomó a sus dos mujeres con sus dos siervas y a sus once hijos y cruzó el vado de Yabboq. Les tomó y les hizo pasar el río, e hizo pasar también todo lo que tenía. Y habiéndose quedado Jacob solo, estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba. Pero viendo que no le podía, le tocó en la articulación femoral, y se dislocó el fémur de Jacob mientras luchaba con aquél. Este le dijo: «Suéltame, que ha rayado el alba.» Jacob respondió: «No te suelto hasta que no me hayas bendecido.» Dijo el otro: «¿Cuál es tu nombre?» - «Jacob.» - «En adelante no te llamarás Jacob sino Israel; porque has sido fuerte contra Dios y contra los hombres, y le has vencido.» Jacob le preguntó: «Dime por favor tu nombre.» - «¿ Para qué preguntas por mi nombre?» Y le bendijo allí mismo. Jacob llamó a aquel lugar Penuel, pues (se dijo): «He visto a Dios cara a cara, y tengo la vida salva.» El sol salió así que hubo pasado Penuel, pero él cojeaba del muslo. Por eso los israelitas no comen, hasta la fecha, el nervio ciático, que está sobre la articulación del muslo, por haber sido tocado Jacob en la articulación femoral, en el nervio ciático." La tradición cristiana ha extraído de este texto muchas aplicaciones, es un texto muy inspirador de nuestra relación con Dios.

. En este texto, el misterio está en que Jacob está luchando toda la noche con alguien que es un ser divino, que más tarde va a descubrir que es un ser divino y lo impresionante es que Jacob sale victorioso de esa lucha, aunque es verdad que sale herido, Dios le permite a Jacob salir victorioso. Ahora bien, cuando Jacob ve que no termina de vencer y se da cuenta de que ese ser se está dejando ganar, le pide la bendición reconociendo que es más fuerte que él. El ángel le da la bendición pero antes le cambia el nombre, le dice a Jacob que significa tramposo, suplantador, que a partir de ahora te vas a llamar Israel que traducido significa el anuncio de la victoria futura. Le da la bendición pero al cambiarle el nombre quiere que cambie, que a partir de ahora esté llamado a ser distinto, a ser el hombre de la plegaria humilde ante Dios. Jacob intenta saber el nombre de ese ser misterioso pero no se le dice. La primera aplicación práctica para nuestra oración de este texto es que nuestra oración también es como una lucha en la que le pedimos a Dios que nos bendiga. Para entender esta primera aplicación de este texto, el Catecismo nos remite a Lucas 18,1-8: “Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que, acudiendo a él, le dijo: "¡Hazme justicia contra mi adversario!" Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: "Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a importunarme."» Dijo, pues, el Señor: «Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os digo que les hará justicia pronto. “, donde expresa que es importante que nuestra oración sea perseverante, Dios quiere que seamos luchadores como la viuda. Hay una pedagogía en la oración y es que Dios quiere darnos sus dones pero quiere que sean pedidos con humildad y con insistencia.

. Otra aplicación complementaria de este texto a nuestra vida espiritual es que ese Jacob en esa noche de lucha es imagen del hombre, de cada uno de nosotros, que a veces nos podemos pasar la noche de la vida, es decir nuestra vida entera luchando con la voluntad de Dios sin saberlo, forcejeando con ella. Y muchos sufrimientos de nuestra vida son por esto, porque en lugar de acoger la voluntad de Dios dócilmente y confiar en ella, estamos haciendo un pulso con la voluntad de Dios, y Dios tiene una paciencia tremenda de estar toda nuestra vida forcejeando con nosotros sin dejarse vencer pero sin aplastarnos, es la santa paciencia de Dios en su relación con nosotros.


. Algunos autores han comparado este texto con la oración de Jesús en Getsemaní. Cristo en el huerto de los olivos tiene una lucha también por la noche y a solas como Jacob. La oración de Cristo fue perfecta a diferencia de la oración de Jacob. Jacob lucha con Dios porque piensa que tiene que convencerle a Dios, lucha para plegar a Dios a su voluntad y sin embargo Jesús lucha por plegar su voluntad humana a la de Dios, es al revés que Jacob. El proceso de pasar de la oración de Jacob a la oración de Jesús es un proceso que tenemos que hacer todos nosotros, es irnos purificando en nuestra oración. Nosotros nos parecemos muchas veces a Jacob cuando en la oración luchamos a Dios para que cambie de decisión, cuando no confiamos en sus planes sino en los nuestros, cuando le decimos quítame esta cruz en lugar de decirle dame tu gracia para llevar esta cruz, y sin embargo nos parecemos a Jesús cuando somos capaces de abandonarnos a la voluntad del Padre. Los resultados de estas dos oraciones son muy diferentes porque a Jacob Dios le bendice pero no le revela su nombre, le viene a decir que todavía no está preparado y sin embargo en la oración de Jesús sí conocemos plenamente el nombre de Dios y en la de Jacob todavía no. La conclusión es que tenemos que avanzar mucho en nuestra vida de oración para convertir nuestra oración en un acto de confianza en la que le decimos a Dios “hágase tu voluntad, me pongo en tus manos”.     

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