Punto 515 Los evangelios fueron escritos por hombres que pertenecieron al grupo de los primeros que tuvieron fe (cf. Mc 1, 1; Jn 21, 24) y quisieron compartirla con otros. Habiendo conocido por la fe quién es Jesús, pudieron ver y hacer ver los rasgos de su misterio durante toda su vida terrena. Desde los pañales de su natividad (Lc 2, 7) hasta el vinagre de su Pasión (cf. Mt27, 48) y el sudario de su Resurrección (cf. Jn 20, 7), todo en la vida de Jesús es signo de su misterio. A través de sus gestos, sus milagros y sus palabras, se ha revelado que "en él reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente" (Col 2, 9). Su humanidad aparece así como el "sacramento", es decir, el signo y el instrumento de su divinidad y de la salvación que trae consigo: lo que había de visible en su vida terrena conduce al misterio invisible de su filiación divina y de su misión redentora.
. Los evangelios han sido escritos por hombres pertenecientes al grupo de los primeros que tuvieron fe y desde esa fe quisieron compartirla. Pensar que tal evangelio u otro tiene una parte añadida no es contrario al dogma católico de que estén inspirados por el ES, nos importa poco que un evangelio tenga una o varias manos redactoras. De los cuatro evangelios dos están atribuidos a dos apóstoles: Mateo y Juan, y los otros dos no eran apóstoles, y es fácil suponer que entre los redactores de los evangelios habría discípulos que eran más proclives a poner las cosas por escrito y así nos imaginamos que irían surgiendo los evangelistas.
. Escribieron desde la fe que tenían en Jesucristo, lo cual no quiere decir que deformasen la historia, sino que nos permite tener una comprensión más profunda de los hechos históricos. En Marcos 1,1 nos da la tesis de lo que nos quiere explicar: “comienzo del evangelio de Jesucristo hijo de Dios”, Marcos no esconde su confesionalidad. La fe no inventa la historia, la fe da una clave de interpretación para entender la historia.
. Desde la fe los evangelistas han sido capaces de ver signos del misterio: Lucas 2,7: “El pesebre y los pañales”, este dato de cómo Jesús nace les recuerda la profecía del antiguo testamento del nacimiento humilde del mesías: ”encontrareis a un niño acostado en un pesebre y envuelto en pañales”. Este dato es un signo de que el misterio está aconteciendo. En Mateo 27,48: el hecho de que a Jesucristo le dieran a beber vinagre cuando Cristo dijo tengo sed, Jesús no quiso beber, porque su sed era espiritual. En Juan 20,7: “.. vio el sudario… plegado en un lugar aparte”, Juan se fija en este detalle que le impresionó porque ese sudario es un signo del rostro resucitado de Jesús. Los evangelistas no se limitan a narrar acontecimientos, penetran la realidad con la luz de la fe y asistidos por el ES.
Los rasgos comunes en los Misterios de Jesús
Punto 516 Toda la vida de Cristo es Revelación del Padre: sus palabras y sus obras, sus silencios y sus sufrimientos, su manera de ser y de hablar. Jesús puede decir: "Quien me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14, 9), y el Padre: "Este es mi Hijo amado; escuchadle" (Lc 9, 35). Nuestro Señor, al haberse hecho hombre para cumplir la voluntad del Padre (cf. Hb 10,5-7), nos "manifestó el amor que nos tiene" (1 Jn 4,9) con los rasgos más sencillos de sus misterios.
. Cristo con los menores rasgos, con los detalles nos está revelando muchas cosas, por eso es tan importante acercarse a los evangelios con detalle, con detenimiento, porque hay muchos detalles que en ocasiones anteriores no nos hemos fijado en ellos. Al leer la Palabra hemos de ser contemplativos, incluso en los silencios de Jesús el ES nos instruye. En los evangelios no hay rasgos menores, no hay paja como se suele decir.
Punto 517 Toda la vida de Cristo es misterio de Redención. La Redención nos viene ante todo por la sangre de la cruz (cf. Ef 1, 7; Col 1, 13-14; 1 P 1, 18-19), pero este misterio está actuando en toda la vida de Cristo: ya en su Encarnación porque haciéndose pobre nos enriquece con su pobreza (cf. 2 Co 8, 9); en su vida oculta donde repara nuestra insumisión mediante su sometimiento (cf. Lc 2, 51); en su palabra que purifica a sus oyentes (cf. Jn 15,3); en sus curaciones y en sus exorcismos, por las cuales "él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8, 17; cf. Is 53, 4); en su Resurrección, por medio de la cual nos justifica (cf. Rm 4, 25).
. Toda la vida de Cristo es redentora, no únicamente en el momento de la cruz. Jesús en cada momento de su vida nos está redimiendo. La redención es volver a traer al Padre a los hijos, a los hermanos pequeños que se habían marchado.
Punto 518 Toda la vida de Cristo es misterio de Recapitulación. Todo lo que Jesús hizo, dijo y sufrió, tuvo como finalidad restablecer al hombre caído en su vocación primera:
«Cuando se encarnó y se hizo hombre, recapituló en sí mismo la larga historia de la humanidad procurándonos en su propia historia la salvación de todos, de suerte que lo que perdimos en Adán, es decir, el ser imagen y semejanza de Dios, lo recuperamos en Cristo Jesús (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 18, 1). Por lo demás, ésta es la razón por la cual Cristo ha vivido todas las edades de la vida humana, devolviendo así a todos los hombres la comunión con Dios (ibíd., 3,18,7; cf. 2, 22, 4).
. Qué significa que Cristo lo recapituló todo?. En Efesios 1, 9-10: “… hacer que todo tenga a Cristo por cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra” este es el concepto de recapitulación. El pecado ha introducido un gran desorden y la manera de redimir este desorden es ordenar todo en Cristo. Si hacemos un mundo en el que el reino de Dios se instaure de manera que todo tenga a Cristo por cabeza alcanzamos la recapitulación, volvemos al plan original con el que el Padre nos ha creado. Jesús nos está enseñando a que todo vuelva al Padre según el plan en el que el Padre lo creó. El pecado lo ha distorsionado y Cristo viene a recapitularlo todo, a decirnos que si ponemos a Cristo como cabeza de nuestra vida, de nuestras actividades, volverá todo a tener sentido conforme al plan originario del Padre.
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