Nuestra comunión en los misterios de Jesús
Punto 519 Toda la riqueza de Cristo "es para todo hombre y constituye el bien de cada uno" (RH11). Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros, desde su Encarnación "por nosotros los hombres y por nuestra salvación" hasta su muerte "por nuestros pecados" (1 Co15, 3) y en su Resurrección "para nuestra justificación" (Rm 4,25). Todavía ahora, es "nuestro abogado cerca del Padre" (1 Jn 2, 1), "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7, 25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9, 24).
. Se subrayan aquí las expresiones “por nosotros”, “para nosotros”. La encarnación ha sido por y para nosotros. Cuando nos fijamos en Jesucristo, no únicamente le vemos a él, sino que nos vemos a nosotros en él, se ha integrado con nosotros en nuestra salvación. Toda riqueza de Cristo es para todo hombre, la encarnación ha hecho que Jesús haya asumido la naturaleza humana, lo cual quiere decir que está unido a toda la humanidad, participa de la misma condición humana. Además Jesús está unido con cada uno de nosotros personalmente, Jesús hubiese llevado a cabo la salvación por uno solo de nosotros, por mí solo y personalmente. Jesús no nos redime solo a todos, sino a todos y cada uno de nosotros.
. Jesús vivió para nosotros, no vivió para sí mismo, no tenía necesidad de encarnarse, pero si le ha capacitado a estar más cerca de nosotros. A veces a nosotros nos cuesta creer en un amor de gratuidad, en un amor incondicional con el que nos ha amado. Hoy aún Jesús sigue siendo nuestro abogado cerca del Padre, no nos ha dejado en ningún momento. Jesús nos dijo “Yo no he venido a ser servido sino a servir”. El acatamiento que hizo Jesús, el hágase que pronunció en Getsemaní, en la cruz, esa obediencia filial a la voluntad del Padre la hizo por nosotros, y es la mayor expresión de amor que ha tenido con nosotros, el enseñarnos a obedecer.
Punto 520 Durante toda su vida, Jesús se muestra como nuestro modelo (cf. Rm 15,5; Flp 2, 5): Él es el "hombre perfecto" (GS 38) que nos invita a ser sus discípulos y a seguirle: con su anonadamiento, nos ha dado un ejemplo que imitar (cf. Jn 13, 15); con su oración atrae a la oración (cf. Lc 11, 1); con su pobreza, llama a aceptar libremente la privación y las persecuciones (cf. Mt 5, 11-12).
. Jesús es nuestro modelo, es el hombre perfecto y todos los demás estamos llamados a aprender de él. Nosotros estamos llenos de heridas, llenos de pecados, llenos de limitaciones, y tenemos como modelo a Cristo como hombre perfecto, como modelo de lo que Dios quiere hacer en nosotros. Igual que Dios tiene paciencia con nosotros, tenemos que aprender a tener paciencia con los demás. Cristo Señor y maestro les dio ejemplo a sus discípulos cuando les lavó los pies, y como ejemplo de maestro nos pide que nos lavemos los pies unos a otros. Nos pide que sigamos su ejemplo en el servicio, en su humildad,….
Punto 521 Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en Él y que Él lo viva en nosotros. "El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre"(GS 22, 2). Estamos llamados a no ser más que una sola cosa con Él; nos hace comulgar, en cuanto miembros de su Cuerpo, en lo que Él vivió en su carne por nosotros y como modelo nuestro:
«Debemos continuar y cumplir en nosotros los estados y misterios de Jesús, y pedirle con frecuencia que los realice y lleve a plenitud en nosotros y en toda su Iglesia [...] Porque el Hijo de Dios tiene el designio de hacer participar y de extender y continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia [...] por las gracias que Él quiere comunicarnos y por los efectos que quiere obrar en nosotros gracias a estos misterios. Y por este medio quiere cumplirlos en nosotros» (San Juan Eudes, Tractatus de regno Iesu).
. Jesús es nuestro modelo y nosotros podemos y debemos vivir en él y él también vive en nosotros. Los salmos que son la oración de todo judío pueden ser rezados desde nuestra situación existencial, es decir, lo aplicamos a nuestra situación. Aunque la forma correcta de rezar el salmo es la que hizo Jesucristo, llevándolos a su culmen, es la oración que dirige al Padre. Por ejemplo, un preso condenado a muerte que va a ser ejecutado al día siguiente, ese preso está llamado a tener una identificación con Cristo en Getsemaní, hay una identificación existencial entre este hombre y Jesucristo. El participa del misterio de Cristo y Cristo participa también se su situación existencial. Y así podemos aplicarlo a muchas situaciones no tan dramáticas en nuestra vida.
. Jesús quiere continuar llevando a cabo el misterio de la encarnación y de la salvación en nosotros. Que seamos imitadores de Jesucristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario