martes, 28 de abril de 2015

Catecismo 461-463. La Encarnación

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Punto 461 Volviendo a tomar la frase de san Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por san Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 5-8; cf. Liturgia de las Horas, Cántico de las Primeras Vísperas de Domingos).

. El misterio de la encarnación lo celebramos litúrgicamente el 25 de marzo, es decir, nueve meses antes de la celebración de su nacimiento, recordando esos nueve meses de gestación. Ese 25 de marzo se suele bendecir a las mujeres que están embarazadas. La Iglesia define la encarnación al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella la salvación.

. Jesucristo se hizo hombre como uno más entre nosotros y se despojó y humilló a sí mismo. Jesús nos muestra, nos enseña el camino de la humildad, se encarna por amor y nos enseña a que pongamos la humildad en nuestro camino. Jesús sí realizó milagros, pero uno va descubriendo en el evangelio que los milagros de Jesús nunca son un alarde, es más, cuando se le pidieron milagros como alarde los rechazó, cuando Herodes le pide un milagro delante suyo como un número de circo, Jesús se niega a hacerlo. Jesús no hizo alardes, sino que se despojó, ocultó su divinidad, se escondió por humildad. La humildad es pues el camino en el que se nos muestra, y solamente serán los humildes, los que se hagan pequeños, los que se despojen, serán los que reconocerán a Jesús como Dios hecho hombre.

Punto 462 La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:
«Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo [...] a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10, 5-7; Sal 40, 7-9 [LXX]).

. En Hebreos 10, 5-7, Cristo le dice al Padre que viene a ofrecer su vida para responder al amor de Dios, viene a ofrecer su voluntad al Padre. La voluntad humana de Jesucristo ha asumido plenamente la voluntad del Padre, ha ofrecido su vida, ha sido obediente, ha dicho sí a la voluntad del Padre, asume la voluntad del Padre. Hemos sido salvados por una ofrenda humana, la de la voluntad de Jesucristo, una ofrenda humana ligada a la ofrenda del amor divino hacia nosotros. De lo que es la encarnación surge una enseñanza de cómo hemos de ofrecernos:  “como Cristo se ha ofrecido al Padre”,  para que mi ofrenda sea sincera, se tiene que unir a la de Cristo. El hombre ha aprendido de Dios a decir “hágase tu voluntad”. En la encarnación de Jesús hay una voluntad humana que ha dicho un sí al Padre en nombre de toda la humanidad.

Punto 463 La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "Él ha sido manifestado en la carne" (1 Tm 3, 16).

. Una manera de distinguir donde está la auténtica fe cristiana es confesar a Jesús venido en la carne. Cuando esta carta de Juan es escrita tenía su razón de ser pues habían comenzado a surgir determinadas herejías y deformaciones de la presentación del misterio de Jesús que se resistían a afirmar que Dios se hubiese hecho hombre con todas las consecuencias. Las filosofías griegas especialmente decían que el espíritu tiene que despojarse de la materia, decían que el hombre es como un espíritu encerrado en una cárcel, que la cárcel es el cuerpo y entonces lo que tenemos que hacer es despojarnos del cuerpo para liberar el espíritu…. se les hacía muy difícil entender que Dios se ha hecho hombre y comenzaron a surgir las herejías gnósticas que venían a decir que tomó la apariencia de hombre pero no se hizo plenamente hombre, que era un cuerpo con apariencia humana. La iglesia entonces respondió y dijo que se encarnó, y por eso san Juan insiste tanto en la encarnación, hombre con todas las consecuencias.

. Hay tres misterios de nuestra fe que están muy ligados: la encarnación, la resurrección de la carne y la presencia real de Cristo en la eucaristía. Cuando no creemos en la encarnación de verdad, en seguida se confunde la resurrección y la presencia en la eucaristía. La encarnación no es abstracta, hubo un tiempo en el que el Verbo estuvo en el seno de María.


. Timoteo a la encarnación le llama el gran misterio de la piedad, es decir, el amor de Dios que ha tomado el camino de la humildad para llamarnos a su intimidad.

miércoles, 22 de abril de 2015

Catecismo 456-460. Por qué el Verbo se hizo carne

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Punto 456 Con el Credo Niceno-Constantinopolitano respondemos confesando: "Por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre" (DS 150).

. Por qué el Verbo se hizo carne?: Jesucristo se hizo hombre por nosotros y para nuestra salvación. Dios sufre por ver como el mundo le ha dado la espalda, como tras el pecado original de Adán y Eva los hombres siguen pecando, como el mundo endurece su corazón. Dios responde a esta situación con la encarnación, ya no respondió enviando el diluvio. Y qué hubiese ocurrido si el hombre no hubiese pecado? esta pregunta es gastar la imaginación. Dios se ha encarnado por nuestra salvación, para redimirnos del pecado y para expresarnos el amor que nos tiene. Dios que nos ama, no soporta el mal de la persona amada, y como no lo soporta sale en nuestro rescate.

Punto 457 El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: "Dios nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación (apartar la ira de Dios por los pecados de la humanidad, quita nuestros pecados) por nuestros pecados" (1 Jn 4, 10). "El Padre envió a su Hijo para ser salvador del mundo" (1 Jn 4, 14). "Él se manifestó para quitar los pecados" (1 Jn 3, 5):
«Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacía falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla, ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado?» (San Gregorio de Nisa, Oratio catechetica, 15: PG 45, 48B).

. Vemos que Jesús ha sido enviado, que viene en nombre de Dios para reconciliarnos con el Padre. Nos ha hecho dignos ante Dios al soportar nuestra deuda con Dios por nuestros pecados. Nosotros no sabemos cómo resolver nuestro pecado y es Jesucristo el que viene a reconciliarnos con el Padre, Jesús ha pagado nuestra deuda, Jesús es propiciación por nuestros pecados.

. Jesucristo no solo es una figura del hombre de comportamiento modelo para nosotros. Esto se queda muy corto porque Jesús viene a pagar la deuda que nosotros somos incapaces de pagar ante Dios, es el que ha venido a rescatarnos, el salvador que quita los pecados del mundo. San Gregorio de Nisa describe el estado del hombre caído en el pecado, habla de una naturaleza enferma que tiene que ser sanada, habla del pecado como una muerte del alma, una pérdida de la posesión del bien, de un cautiverio, de vivir en tinieblas,.. todo esto es sanado, liberado, iluminado,… en Jesucristo, por lo que hemos de estar infinitamente agradecidos a Dios, a su misericordia que supera completamente nuestros merecimientos.  

Punto 458 El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios: "En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único para que vivamos por medio de él" (1 Jn 4, 9). "Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16).

. Con la encarnación conocemos como vivir en Cristo, no solo nos quita y sana nuestros pecados, sino que se encarna para que nuestra vida sea Cristo. La vida cristiana consiste en que Jesús esté presente en mi día a día para vivir con él y en él.  

Punto 459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: "Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí ... "(Mt 11, 29). "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14, 6). Y el Padre, en el monte de la Transfiguración, ordena: "Escuchadle" (Mc 9, 7;cf. Dt 6, 4-5). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la Ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).

. Con la encarnación se nos muestra nuestro modelo de santidad, podemos ver y escuchar a Jesús, podemos imitarle, aprender de él, escucharle, hacer lo que él nos diga, nos da un ejemplo de vida. Nuestro modelo es Cristo, y en él encontramos el camino para llegar al Padre.

Punto 460 El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4): "Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, Hijo del hombre: para que el hombre al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 19, 1). "Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios" (San Atanasio de Alejandría,De Incarnatione, 54, 3: PG 25, 192B). Unigenitus [...] Dei Filius, suae divinitatis volens nos esse participes, naturam nostram assumpsit, ut homines deos faceret factus homo ("El Hijo Unigénito de Dios, queriendo hacernos partícipes de su divinidad, asumió nuestra naturaleza, para que, habiéndose hecho hombre, hiciera dioses a los hombres") (Santo Tomás de Aquino,Oficio de la festividad del Corpus, Of. de Maitines, primer Nocturno, Lectrua I).


. Por la encarnación somos hechos partícipes de la naturaleza divina, hay como una especie de intercambio: Dios asume la naturaleza humana para que nosotros podamos participar de la naturaleza divina. El hecho de ser hijos en el Hijo nos hace participar de la naturaleza divina.

martes, 21 de abril de 2015

Catecismo 449-451. Señor II

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Punto 449 Atribuyendo a Jesús el título divino de Señor, las primeras confesiones de fe de la Iglesia afirman desde el principio (cf. Hch 2, 34-36) que el poder, el honor y la gloria debidos a Dios Padre convienen también a Jesús (cf. Rm 9, 5; Tt 2, 13; Ap 5, 13) porque Él es de "condición divina" (Flp 2, 6) y porque el Padre manifestó esta soberanía de Jesús resucitándolo de entre los muertos y exaltándolo a su gloria (cf. Rm 10, 9;1 Co 12, 3; Flp 2,11).

. Hemos visto que el término Señor significa la forma en que nos referimos a Dios, pero lo impresionante es que se lo atribuyamos indistintamente al Padre o al Hijo. Le aplicamos a Jesús también el título de Señor. En hechos 2, 34-36 tenemos que el Padre le dice al Hijo, siéntate a mi derecha, “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra”.

. No es incompatible que su señorío se haya manifestado velado por lo que es la humillación de la encarnación, está humildemente oculto en la encarnación. Nosotros tenemos que descubrirlo con la fe. El Padre manifiesta la soberanía escondida de Jesús, en la humildad de la carne, en la resurrección. En Romanos 10, 9 nos dice: “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”, aunque esto no solo es decirlo sino también obrar en consecuencia, no es una fe desconectada de las obras. En 1 Corintios 12, 3 nos dice que decir Jesús es Señor no viene de la carne sino del Espíritu Santo que nos sostiene en la fe, es una gracia del Espíritu Santo, sino no podríamos decirlo. En Filipenses 2,11 nos dice: “toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”, al nombre de Jesús toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor.

Punto 450 Desde el comienzo de la historia cristiana, la afirmación del señorío de Jesús sobre el mundo y sobre la historia (cf. Ap 11, 15) significa también reconocer que el hombre no debe someter su libertad personal, de modo absoluto, a ningún poder terrenal sino sólo a Dios Padre y al Señor Jesucristo: César no es el "Señor" (cf. Mc 12, 17; Hch 5, 29). "La Iglesia cree que la clave, el centro y el fin de toda historia humana se encuentra en su Señor y Maestro" (GS 10, 2; cf. 45, 2).

. Decir que Jesús es Señor tiene consecuencias, si él es Señor de cielo y tierra yo no puedo tener falsos dioses, la única manera de luchar contra el pecado del mundo es poner a Dios en el centro de tu corazón. En Marcos 12,17: “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”, reconocemos que el hombre no debe someter su libertad personal a ningún poder terrenal. La iglesia cree que Cristo conduce el hilo de la historia humana, no nos ha abandonado.

Punto 451 La oración cristiana está marcada por el título "Señor", ya sea en la invitación a la oración "el Señor esté con vosotros", o en su conclusión "por Jesucristo nuestro Señor" o incluso en la exclamación llena de confianza y de esperanza: Maran atha ("¡el Señor viene!") o Marana tha ("¡Ven, Señor!") (1 Co 16, 22): "¡Amén! ¡ven, Señor Jesús!" (Ap 22, 20).

. Todo esto lo tenemos plenamente incorporado en nuestra oración, aunque puede que no seamos conscientes del todo. Vemos que la palabra Señor está empapando nuestra oración. Incluso es curioso como termina la primera carta de los Corintios: “ el que no quiera al Señor sea anatema, Maranatha, que la gracia del Señor Jesús sea con vosotros, os amo a todos en Cristo Jesús”, el que no quiera al Señor sea anatema, el mayor pecado que podemos cometer es no amarle, cualquier otra cosa va a ser menor. La Biblia termina diciendo: “… Ven Señor Jesús!, que la gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros. Amén. ”, concluye la Biblia proclamando el señorío de Jesucristo.


. Yo no puedo ni debo dejar aparcado a Jesucristo en mis quehaceres diarios, si es mi Señor, no puedo aparcarlo un ratito en el banquillo pues forma parte del “juego” de mi vida.   

lunes, 20 de abril de 2015

Catecismo 446-448. Señor I

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Punto 446 En la traducción griega de los libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se reveló a Moisés (cf. Ex 3, 14), YHWH, es traducido por Kyrios ["Señor"]. Señor se convierte desde entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma del Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el título "Señor" para el Padre, pero lo emplea también, y aquí está la novedad, para Jesús reconociéndolo como Dios (cf. 1 Co 2,8).

. El título Señor nos resulta muy familiar, a veces incluso lo hemos convertido en una invocación, en un suspiro: “Señor, Señor”, a veces nos dirigimos así, y es casi como una forma familiar de dirigirnos a Jesucristo y desconocemos toda la trayectoria y confesión de fe que se esconde detrás de ese término que con tanta familiaridad utilizamos. En la traducción griega de los libros del AT el nombre de Yahveh es traducido por Kyrios (Señor). El nombre de Yahveh: cuando Dios reveló su nombre a Moisés que vemos en Ex 3,14. Kyrios en griego significa Señor, por lo que decir Señor es decir Yahveh.

. Identificamos la palabra Yahveh, plenitud de la revelación del Antiguo Testamento allí en el monte Sinaí, con el término Kyrios con el que nos referimos a Jesucristo.

Punto 447 El mismo Jesús se atribuye de forma velada este título cuando discute con los fariseos sobre el sentido del Salmo 109 (cf. Mt 22, 41-46; cf. también Hch 2, 34-36; Hb 1, 13), pero también de manera explícita al dirigirse a sus Apóstoles (cf. Jn 13, 13). A lo largo de toda su vida pública sus actos de dominio sobre la naturaleza, sobre las enfermedades, sobre los demonios, sobre la muerte y el pecado, demostraban su soberanía divina.

. El salmo 109 es un salmo que recalca la realeza de Cristo, Mesías y sacerdote. Es un salmo muy referido en el Antiguo Testamento, y nos inidica: “el Padre le dice al Hijo, siéntate a mi derecha y haré de tus enemigos estrados de tu pies”. El salmo 109 aparece en varios lugares de la sagrada escritura, es un salmo muy importante, es una gran profecía de que Jesús será constituido Señor, sentado a la derecha del Padre y comparte plenamente el señorío del Padre.

. También Jesús de manera explícita se dirige a los apóstoles atribuyéndose el término de Señor. En Jn 13,13 “…vosotros me llamáis el maestro y me llamáis el Señor, y decís bien…”, Jesús se identifica con dicho término, no lo rehúye. Si al mismo tiempo que Jesús se revelaba como Señor hacía milagros, entonces el término Señor alcanza un significado pleno, las palabras son acompañadas de hechos.

Punto 448 Con mucha frecuencia, en los evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole "Señor". Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús y esperan de Él socorro y curación (cf. Mt 8, 2; 14, 30; 15, 22, etc.). Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio divino de Jesús (cf. Lc 1, 43; 2, 11). En el encuentro con Jesús resucitado, se convierte en adoración: "Señor mío y Dios mío" (Jn 20, 28). Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de la tradición cristiana: "¡Es el Señor!" (Jn 21, 7).


. Hay pasajes del Nuevo Testamento que expresan respeto y confianza, hay otros que tienen un sentido más fuerte con un reconocimiento de la divinidad de Cristo y hay otros incluso que llegan a la adoración explícita. Es como un in crescendo, del respeto a la adoración. Por ejemplo el término Señor utilizado en Mateo 8,2 “…Señor si quieres puedes limpiarme…” aquí el leproso al dirigirse a Jesús, utiliza el término Señor en el sentido de respeto, confianza, admiración. Lo mismo en Mt 14,30 “..Señor sálvame…” como reconocimiento de algo más que respeto. En Lucas 1,43 se reconoce el misterio divino “ cuando Isabel le dice a María… bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a visitarme…”, está reconociendo que es el Señor el que está en las entrañas de la Virgen María. En Lc 2,11 “… no temáis os anuncio una gran alegría….hoy os ha nacido un gran salvador que es el Cristo Señor” ese que ha nacido es el Señor. 

domingo, 19 de abril de 2015

Catecismo 446-448. Señor I

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Punto 444 Los evangelios narran en dos momentos solemnes, el Bautismo y la Transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su "Hijo amado" (Mt 3, 17; 17, 5). Jesús se designa a sí mismo como "el Hijo Único de Dios" (Jn 3, 16) y afirma mediante este título su preexistencia eterna (cf. Jn 10, 36). Pide la fe en "el Nombre del Hijo Único de Dios" (Jn 3, 18). Esta confesión cristiana aparece ya en la exclamación del centurión delante de Jesús en la cruz: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc 15, 39), porque es solamente en el misterio pascual donde el creyente puede alcanzar el sentido pleno del título "Hijo de Dios".

. En el texto del bautismo del río Jordán Mt 3,17 “… y una voz que salía de los cielos decía:  este es mi Hijo amado, en quien me complazco”, en el texto de la transfiguración  en Mt 17,5 “de la nube salió una voz que decía: éste es mi Hijo amado en quien me complazco, escuchadle”, son dos episodios en los que el Padre nos habla del Hijo. Nosotros escuchamos al Padre en el Hijo, el Hijo habla las palabras que el Padre le ha comunicado. En estos dos episodios aunque sea brevemente el Padre habla del Hijo, como el Hijo amado. Es decir, cuando el Padre habla excepcionalmente, las pocas palabras que tenemos, que escuchamos del Padre, dicen Hijo amado.

. Para que quede clara la identidad única de Jesucristo se nos afirma su preexistencia eterna. En Jn 10,36: “Yo y el Padre somos uno”, no dice yo y el padre somos el mismo, porque son dos personas distintas pero de la misma naturaleza. Jesús es hijo por naturaleza del Padre y nosotros somos hijos por gracia. En el momento de la muerte en cruz se comprueba la confianza filial, cuando Jesús dice: Padre a tus manos encomiendo mi espíritu.

Punto 445 Después de su Resurrección, su filiación divina aparece en el poder de su humanidad glorificada: "Constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su Resurrección de entre los muertos" (Rm 1, 4; cf. Hch 13, 33). Los apóstoles podrán confesar "Hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad "(Jn 1, 14).


. Antes de la resurrección Jesús se había ocultado, había renunciado, siendo de condición divina no hizo alarde de su condición de Dios, al contrario se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo. Ha vivido como Hijo en debilidad y después ha sido constituido Hijo de Dios con poder. Tras la resurrección y ascensión a los cielos la segunda persona de la Trinidad no era el mismo que era antes de la encarnación, el Dios eterno ha pasado a tener la humanidad glorificada de Cristo en su Trinidad, la humanidad de Cristo forma parte de la esencia de la familia intra trinitaria, es como decir que los hombres estamos en Dios, hemos sido introducidos como una cuña en Dios mismo, estamos muy cerca de Dios en Jesús.

viernes, 17 de abril de 2015

Catecismo 441-443. Hijo único de Dios I

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Punto 441 Hijo de Dios, en el Antiguo Testamento, es un título dado a los ángeles (cf. Dt 32, 8; Jb1, 6), al pueblo elegido (cf. Ex 4, 22;Os 11, 1; Jr 3, 19; Si 36, 11; Sb 18, 13), a los hijos de Israel (cf. Dt 14, 1; Os 2, 1) y a sus reyes (cf. 2 S 7, 14; Sal 82, 6). Significa entonces una filiación adoptiva que establece entre Dios y su criatura unas relaciones de una intimidad particular. Cuando el Rey-Mesías prometido es llamado "hijo de Dios" (cf. 1 Cro 17, 13; Sal2, 7), no implica necesariamente, según el sentido literal de esos textos, que sea más que humano. Los que designaron así a Jesús en cuanto Mesías de Israel (cf. Mt 27, 54), quizá no quisieron decir nada más (cf. Lc 23, 47).

. Decimos de Jesucristo que no es solo hijo de Dios, sino hijo único de Dios. En el Antiguo Testamento hay textos en el que a los ángeles se les llama hijos de Dios como en el libro de Job por ejemplo. También se le llama hijo de Dios al pueblo elegido que a través de él Dios hizo alianza con el resto de los pueblos. El término Hijo de Dios es utilizado de forma más genérica en distintos pasajes del Antiguo Testamento.

Punto 442 No ocurre así con Pedro cuando confiesa a Jesús como "el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16) porque Jesús le responde con solemnidad "no te ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos" (Mt 16, 17). Paralelamente Pablo dirá a propósito de su conversión en el camino de Damasco: "Cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo para que le anunciase entre los gentiles..." (Ga 1,15-16). "Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas: que él era el Hijo de Dios" (Hch 9, 20). Este será, desde el principio (cf. 1 Ts 1, 10), el centro de la fe apostólica (cf. Jn 20, 31) profesada en primer lugar por Pedro como cimiento de la Iglesia (cf. Mt 16, 18).

. Pedro confiesa a Jesús como el Hijo de Dios, el haber sido capaz de comprender quién es Jesús ha sido un don del Espíritu Santo. Paralelamente Pablo en su camino a Damasco nos dice que Dios le descubrió a su Hijo, le reveló a Jesucristo en él. Y en seguida se puso a predicar a Jesús en las sinagogas que él era el Hijo de Dios. El término Hijo de Dios ahora tiene un sentido más específico en Jesucristo.

Punto 443 Si Pedro pudo reconocer el carácter transcendente de la filiación divina de Jesús Mesías es porque éste lo dejó entender claramente. Ante el Sanedrín, a la pregunta de sus acusadores: "Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?", Jesús ha respondido: "Vosotros lo decís: yo soy" (Lc 22, 70; cf. Mt 26, 64; Mc 14, 61). Ya mucho antes, Él se designó como el "Hijo" que conoce al Padre (cf. Mt 11, 27; 21, 37-38), que es distinto de los "siervos" que Dios envió antes a su pueblo (cf. Mt 21, 34-36), superior a los propios ángeles (cf. Mt 24, 36). Distinguió su filiación de la de sus discípulos, no diciendo jamás "nuestro Padre" (cf. Mt 5, 48; 6, 8; 7, 21; Lc 11, 13) salvo para ordenarles "vosotros, pues, orad así: Padre Nuestro" (Mt6, 9); y subrayó esta distinción: "Mi Padre y vuestro Padre" (Jn 20, 17).

. Jesús manifestó quien era, de forma prudente y pedagógica pero clara. Lo dice así ante el Sanedrín, públicamente y es la pregunta clave del proceso contra Jesús: “¿tú eres el hijo de Dios?”. En Mt 11.27, se nos revela la relación de Jesús con el Padre: “nadie conoce al Hijo sino el Padre, nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquél a quien el Hijo se lo quiera revelar”.


. Jesús tiene una intimidad con el Padre en la que el Hijo es el que revela al Padre. Jesús nunca dijo a los discípulos “nuestro padre Dios”, dijo “mi padre y vuestro padre” porque la relación de Jesús es tan particular que no cabe meternos a todos en el mismo saco con él. Dice: “vuestro padre sabe lo que necesitáis, pedírselo”, ¿por qué Jesús distingue mi Padre y vuestro Padre, por qué no dice nosotros?: pues porque la relación que tiene Jesús es consustancial y la nuestra es participada. Jesús nos revela que nosotros somos hijos de Dios por gracia, por participación, y Jesús lo es por naturaleza. No encontraremos una expresión en la que Jesús diga en primera persona “a nuestro Padre Dios”.  Con esto se está revelando que hay una singularidad absoluta en la relación del Hijo con el Padre, porque aquí Hijo único de Dios solo es Jesús y nosotros somos hijos de Dios en un sentido participado, por gracia.

miércoles, 15 de abril de 2015

Catecismo 439-440. Cristo II

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Punto 439 Numerosos judíos e incluso ciertos paganos que compartían su esperanza reconocieron en Jesús los rasgos fundamentales del mesiánico "hijo de David" prometido por Dios a Israel (cf. Mt 2, 2; 9, 27; 12, 23; 15, 22; 20, 30; 21, 9. 15). Jesús aceptó el título de Mesías al cual tenía derecho (cf. Jn 4, 25-26;11, 27), pero no sin reservas porque una parte de sus contemporáneos lo comprendían según una concepción demasiado humana (cf. Mt 22, 41-46), esencialmente política (cf. Jn 6, 15; Lc 24, 21).

. Varias de las citas de estos puntos hacen referencia al evangelio de san Mateo y esto es porque es el evangelio que más se ha esforzado en presentar a los judíos que Jesús es el hijo de David, el anunciado en el Antiguo Testamento para la evangelización del pueblo judío. Numerosos judíos y también paganos reconocieron en Jesús las características del Mesías que esperaban. Por ejemplo Mt 2.2 “…unos magos vienen de oriente y se presentan en Jerusalén…” nos habla que también en el mundo pagano había una expectación por la llegada del Mesías. Mt 9.27 “… ten piedad de nosotros hijo de David…” los pobres que no temen nada que perder y son los más libres para hablar le llaman a Jesús hijo de David como decía la profecía. Mt 12,23 “… la gente decía: no será este el hijo de David…”, los milagros que hace Jesús también quieren responder a una pregunta que se hacen los que lo ven : y este quién es?.  Mt 21,9-15 “ cuando Jesús entra en Jerusalén… Hosana al hijo de David, Hosana en las alturas,… los sumos sacerdote y los escribas se indignaron,….” pues aquí se está cumpliendo la promesa de la llegada de un Mesías. Tenemos que ser conscientes que somos unos privilegiados de ver como en Jesús se cumple todo lo que Dios ha prometido a la humanidad. La “lotería” ya nos ha tocado.

. Jesús acepta el título de Mesías que le corresponde, por ejemplo en el encuentro con la mujer samaritana, cuando ella le dice a Jesús: “cuando venga el Mesías nos lo explicará todo, y le dice Jesús: soy yo, el que está hablando contigo”. En Jn 11,27 “… en el diálogo de Jesús con Marta y María, dice Jesús: yo soy la resurrección y la vida, crees esto? y le contestan: “sí Señor yo creo que tú eres el Cristo, el hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”. Están reconociendo en Jesús al Mesías. Aunque Jesús aceptó el título, tenía reservas, tenía prudencia, por ejemplo cuando hacía un milagro en alguien decía: “vete y no se lo digas a nadie”, esto se repite varias veces en los evangelios, a esto se le llama el secreto mesiánico. Hasta que no llegó el momento culminante de la vida de Jesús tenía cuidado para que no fuese manipulada políticamente esa proclamación de Jesús como Mesías ante las consecuencias políticas con los romanos.

. Jn 6.15 “… después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces hay un intento de proclamar rey a Jesús, porque el pueblo podía reflejar en Jesús a aquél que les diera alimento, y entonces dándose cuenta Jesús huyó al monte el solo” En Lucas 24.21 en la escena de los discípulos de Emaús, le dicen a Jesús: “nosotros esperábamos que fuese Jesús el que iba a liberar a Israel de los romanos” es decir, había una tendencia a utilizar a Jesús como liberador en el sentido político. Es novedosa la forma en que Jesús nos dice: “ dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios” es decir, al Cesar le pagas los impuestos y a Dios le das lo que tienes que darle que es tú corazón. Lo frecuente era utilizar la concepción religiosa para ponerla a favor de mi causa política, y queremos así que Dios luche con nosotros contra los otros. Pero el otro tiene a Dios como padre exactamente igual que tú, entonces no invoques a Dios frente al otro. Jesús va purificando esta tendencia.      

Punto 440 Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías anunciándole la próxima pasión del Hijo del Hombre (cf. Mt 16, 23). Reveló el auténtico contenido de su realeza mesiánica en la identidad transcendente del Hijo del Hombre "que ha bajado del cielo" (Jn 3, 13; cf. Jn 6, 62; Dn 7, 13), a la vez que en su misión redentora como Siervo sufriente: "el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos" (Mt 20, 28; cf. Is 53, 10-12). Por esta razón, el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la Cruz (cf. Jn 19, 19-22; Lc 23, 39-43). Solamente después de su resurrección su realeza mesiánica podrá ser proclamada por Pedro ante el pueblo de Dios: "Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado" (Hch 2, 36).

. Jesús acepta el título de Mesías y a la vez  anuncia su pasión con lo que rompe los esquemas de que pudieran esperan un liberador político. Cuando Jesús le dice a Pedro que va a padecer en la cruz, Pedro contesta que eso no va a ocurrir, no lo va a permitir, y Jesús le reprende fuertemente diciendo “quítate de mi vista satanás” y le llama satanás porque Jesús estaba siendo tentado de intentar ser apartado del camino mesiánico humilde de la cruz, satanás pretendía que Jesús cayese en la tentación del mesianismo triunfalista, como en las tentaciones del desierto cuando le tienta a tirarse del templo y que los ángeles te cojan… era como entrar en Jerusalén no montado en un borrico humildemente sino con sus ángeles. Jesús rechazó esa tentación, entró en Jerusalén de forma humilde.


. En Jn 6,22 les dice Jesús a sus discípulos: esto os escandaliza?, Jesús comienza a utilizar la imagen del hijo del hombre para explicar que significa el Mesías, la imagen del hijo del hombre es presentada conjugada con la imagen del siervo sufriente: el hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por todos. Jesús utiliza la imagen del siervo de Yahweh que estaba en el Antiguo Testamento y que los judíos la habían olvidado porque se habían quedado con la concepción gloriosa política del Mesías que va a venir y nos va a librar. Viene Jesús a recordar la integridad del AT, el siervo de Yahweh que carga con los pecados de todos. Se suele decir que Cristo no solo ha venido a dar respuesta a nuestras preguntas sino que también ha venido a que se susciten en nosotros las verdaderas preguntas.    

martes, 14 de abril de 2015

Catecismo 436-438. Cristo I

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Punto 436 Cristo viene de la traducción griega del término hebreo "Mesías" que quiere decir "ungido". Pasa a ser nombre propio de Jesús porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Este era el caso de los reyes (cf. 1 S 9, 16; 10, 1; 16, 1. 12-13; 1 R 1, 39), de los sacerdotes (cf. Ex 29, 7; Lv 8, 12) y, excepcionalmente, de los profetas (cf. 1 R 19, 16). Este debía ser por excelencia el caso del Mesías que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino (cf. Sal 2, 2; Hch 4, 26-27). El Mesías debía ser ungido por el Espíritu del Señor (cf. Is 11, 2) a la vez como rey y sacerdote (cf. Za 4, 14; 6, 13) pero también como profeta (cf. Is 61, 1; Lc 4, 16-21). Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey.

. El nombre de Cristo=Mesías=Ungido, cumple perfectamente la misión divina de la palabra. La palabra que le aplicamos a Jesucristo es ya conocida en el Antiguo Testamento, con lo cual viene a cumplir la expectativa del Antiguo Testamento, lo que estaba anunciado. La palabra hebrea Mesías fue traducida al griego como Cristo, y se traduce como ungido al español. Ser ungido con algo es ser frotado.

. El ungüento con el que el Padre unge a Jesús es el Espíritu Santo. El Padre es el que hace la unción, el Hijo es el que la recibe y el aceite con el que le unge es el Espíritu Santo. Jesús es el “tocado” por Dios, el ungido por Dios, aquel en el que habita el ES. Solemos decir Jesucristo, Jesús se refiere más al nombre que José y María inspirados por Dios le ponen, es como el nombre humano, y Cristo es la palabra con la que los discípulos de Jesús comienzan a llamar a su maestro. Esto ya supone una reflexión de decir que todo lo que estaba anunciado en el Antiguo Testamento se ha cumplido en él.

. En Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que eran consagrados para una misión que habían recibido en el nombre de Dios. Dios daba una misión, pero no te deja solo en esa misión, te pide que seas rey, profeta…. y va a estar contigo, te va a capacitar para ello. Como dice san Agustín: Dios capacita a sus elegidos, y les consagra, les unge, les da la fuerza del espíritu. Dios da su gracia, y esto nos tiene que llenar de confianza.

. Es que Jesús necesitaba ser ungido?, el Verbo eterno qué necesidad de unción tiene? La unción que se dirige a Jesucristo es una unción que está ungiendo la humanidad de Jesucristo pues el Verbo no la necesita. La unción recae sobre la persona de Jesús que es divina y humana, entonces la condición humana, la humanidad de Jesús es la que es ungida y es un signo visible para el pueblo de Israel, que éste es el que estabais esperando.

. En el Antiguo Testamento vemos que se ungían a los reyes, a los sacerdotes y en ocasiones a los profetas. Hoy a los sacerdotes también se les unge con aceite sus manos cuando son ordenados sacerdotes. Esto es un signo de la presencia del Espíritu Santo en los sacerdotes. Ahora con la llegada de Jesucristo, presentamos al Mesías ungido por el espíritu del Señor, que recibe todos los dones del espíritu (de fortaleza, de consejo, de sabiduría,…) y en su triple función de rey, sacerdote y profeta. Jesús es sacerdote, profeta y rey.

. La cumbre de esta explicación llega con Isaías 61.1 dice: “el espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para anunciar la buena nueva a los pobres, para vendar los corazones desgarrados, para pregonar la libertad a los cautivos…” y finalmente llegamos al episodio en el que Jesús entra en la sinagoga de Nazaret y dice en Lucas 4,16 “… y se levantó para hacer la lectura, le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen halló el pasaje donde estaba escrito: “el espíritu del Señor está sobre mí,…” , enrollando el volumen lo devolvió al ministro y se sentó. Había un gran silencio a ver que decía Jesús, y comenzó a decirles: “ esta escritura que acabáis de oir se ha cumplido hoy”. Jesús les dice que soy Yo el que cumple esta profecía, Jesús es el ungido por el Espíritu.

Punto 437 El ángel anunció a los pastores el nacimiento de Jesús como el del Mesías prometido a Israel: "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2, 11). Desde el principio él es "a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo"(Jn 10, 36), concebido como "santo" (Lc 1, 35) en el seno virginal de María. José fue llamado por Dios para "tomar consigo a María su esposa" encinta "del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo" (Mt 1, 20) para que Jesús "llamado Cristo" nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánica de David (Mt 1, 16; cf. Rm 1, 3; 2 Tm 2, 8; Ap 22, 16).

. En el Nuevo Testamento, a Jesús se le presentó desde el primer momento como el Mesías, como el esperado. Jesús que nace en el seno de María, que aún no era hombre, que era Dios eterno desde siempre, ahora asume una naturaleza humana que Dios santifica. Hay algo nuevo que es la humanidad de Jesús que se une a su divinidad en una persona. La humanidad de Jesús es ungida por el Espíritu Santo y es unida a su divinidad. Dios santifica la humanidad y la une a la divinidad.

Punto 438 La consagración mesiánica de Jesús manifiesta su misión divina. "Por otra parte eso es lo que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobreentendido Él que ha ungido, Él que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: Él que ha ungido, es el Padre. Él que ha sido ungido, es el Hijo, y lo ha sido en el Espíritu que es la Unción" (San Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 3, 18, 3). Su eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena, en el momento de su bautismo, por Juan cuando "Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder" (Hch 10, 38) "para que él fuese manifestado a Israel" (Jn 1, 31) como su Mesías. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como "el santo de Dios" (Mc 1, 
24; Jn 6, 69; Hch 3, 14).


. El que unge es el Padre. El ungido es el Hijo, y la Unción misma es el Espíritu Santo. Esto es la cristología, el misterio en el que explicamos que el Padre ha ungido a su Hijo con el ungüento del Espíritu Santo. Al tomar la condición humana nos ha asumido a todos, ahora la condición humana pasa a ser ungida, lo que ha acontecido en Jesús hecho hombre nos toca a todos, en la humanidad de Jesús tenemos un poquito de todos nosotros. 

lunes, 13 de abril de 2015

Catecismo 433-435. Jesús II

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Punto 433 El Nombre de Dios Salvador era invocado una sola vez al año por el sumo sacerdote para la expiación de los pecados de Israel, cuando había asperjado el propiciatorio del Santo de los Santos con la sangre del sacrificio (cf. Lv 16, 15-16; Si 50, 20; Hb 9, 7). El propiciatorio era el lugar de la presencia de Dios (cf. Ex 25, 22; Lv 16, 2; Nm 7, 89; Hb 9, 5). Cuando san Pablo dice de Jesús que "Dios lo exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre" (Rm 3, 25) significa que en su humanidad "estaba Dios reconciliando al mundo consigo" (2 Co 5, 19).

. Cuatro son los nombres que el Catecismo nos muestra para familiarizarnos con el Verbo: Jesús, Cristo, Hijo único de Dios y Señor. En este punto volvemos al Antiguo Testamento para comprender el nombre de Jesús. Decíamos que Jesús es identidad y misión, es decir, Jesús es amor y misericordia, el amor es a la misericordia como la identidad es a la misión, del ser se sigue el hacer, el ser es amor y el hacer es misericordia, Jesús salva, es el amor en acción que se convierte en misericordia.

. En el Antiguo Testamento el nombre de Dios salvador era invocado una vez al año por el sumo sacerdote para el perdón de los pecados de Israel. Había un día especial en el que el sumo sacerdote pronunciaba el nombre de Dios salvador, es decir lo que significa la palabra Jesús. Era una invocación muy importante, y lo hacía cuando asperjaba con la sangre de los sacrificios de los animales en el lugar donde estaba el arca de la alianza que despareció, y dónde se guardaban la tablas de la ley dadas por Dios a Moisés. La tapa del arca tenía labrada encima dos querubines uno frente al otro y esa tapa quiere simbolizar la misericordia de Dios, que se ofrece a Dios en Jesucristo como propiciación por nuestros pecados, es Jesús quien se ofrece al Padre para perdonar nuestros pecados. La costumbre era rociar con sangre esa tapa que cubría las tablas de la ley. El Antiguo Testamento es toda una pedagogía para introducirnos en el misterio de Dios. El propiciatorio para nosotros es Jesús.

. Jesús representa esa sangre del cordero que el sumo sacerdote rociaba encima del propiciatorio, encima del arca de la alianza que guardaba las tablas de ley. Jesús nos reconcilia con Dios a través de su propia ofrenda.      
Punto 434 La Resurrección de Jesús glorifica el Nombre de Dios "Salvador" (cf. Jn 12, 28) porque de ahora en adelante, el Nombre de Jesús es el que manifiesta en plenitud el poder soberano del "Nombre que está sobre todo nombre" (Flp 2, 9). Los espíritus malignos temen su Nombre (cf. Hch 16, 16-18; 19, 13-16) y en su nombre los discípulos de Jesús hacen milagros (cf. Mc 16, 17) porque todo lo que piden al Padre en su Nombre, Él se lo concede (Jn 15, 16).

. La Resurrección es la que sella, la que glorifica el nombre de Jesús, con su triunfo sobre la muerte es como si dijese “que nadie dude de que lo que yo he anunciado es verdad”, que todas las promesas realizadas tienen su cumplimiento en Jesucristo. Ese “Nombre sobre todo nombre” sometía y somete a los espíritus malignos y los discípulos hacen milagros en el nombre de Jesús.

. En el texto Hechos 9,13-16 vemos que unos exorcistas judíos que no eran creyentes en Jesús, intentan invocar el nombre de Jesús a ver si exorcizan. Sin embargo, no pudieron exorcizar por su falta de fe. Invocar a Jesucristo no es algo mágico, hay que hacerlo con fe, sabiendo que Dios salva. El nombre de Jesús tiene poder, está glorificado pero no de manera que nosotros lo podamos manipular de manera mágica porque es el nombre de Jesús el que nos posee a nosotros.

. El Padre siempre nos escucha cada vez que le pedimos en nombre de Jesús, no deja de atender algo que va avalado por la petición de su Hijo.     

Punto 435 El Nombre de Jesús está en el corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se acaban con la fórmula Per Dominum nostrum Jesum Christum... ("Por nuestro Señor Jesucristo..."). El "Avemaría" culmina en "y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús". La oración del corazón, en uso en Oriente, llamada "oración a Jesús" dice: "Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador". Numerosos cristianos mueren, como santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una única palabra: "Jesús".

. La iglesia nos enseña a orar en la liturgia, y siempre se termina diciendo por nuestro Señor Jesucristo.. lo importante ya no es tanto lo que le pido sino en virtud de quién se lo pido y de quién se lo presento al Padre que es Jesucristo. Tenemos que darnos cuentas de estas palabras cuando se dicen.


. Se dice que ha sido un ideal de la buena muerte poder morir pronunciando el nombre de Jesús como santa Juana de Arco.  

sábado, 11 de abril de 2015

Catecismo 430-432. Jesús I

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Punto 430 Jesús quiere decir en hebreo: "Dios salva". En el momento de la anunciación, el ángel Gabriel le dio como nombre propio el nombre de Jesús que expresa a la vez su identidad y su misión (cf. Lc 1, 31). Ya que "¿quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?"(Mc 2, 7), es Él quien, en Jesús, su Hijo eterno hecho hombre "salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1, 21). En Jesús, Dios recapitula así toda la historia de la salvación en favor de los hombres.

. El primero de los nombres de la persona del Verbo hecho carne es Jesús, que quiere decir en hebreo Dios salva. En la anunciación, Dios mismo a través del arcángel le pone nombre a su hijo, la iniciativa viene de lo alto, de Dios. El nombre Dios salva expresa la identidad y la misión, la identidad porque es tanto como decir Jesús es misericordia, salvar es siempre pensar en los demás, en los que están perdidos, como el pastor que siempre está pensando en las ovejas que no están en el rebaño, Jesús es así y no puede dejar de ser así. Es parecido a lo que le pasa a una madre que no puede dejar de pensar en sus hijos. Jesús es la misericordia en acción, su misión es redención, salvación, amor en búsqueda.

. Jesús es la recapitulación de toda la historia de la salvación en favor de los hombres, comenzando por la creación Dios ha ejercido de salvador y se recapitula en Jesús, es como decir aquí tienes toda la Biblia y se resume en una palabra que es Jesús. En nuestra sociedad secularizada vemos resistencia a sentir necesidad de salvación, la preocupación de la salvación en el más allá ha sido sustituida por la preocupación de la salud en el más acá o en el bienestar, y el nihilismo que tanto marca nuestra cultura es una consecuencia de la presunción de que el hombre puede salvarse a sí mismo. El hombre de hoy, con lo que ha avanzado en los últimos años, con la tecnología, la biología etc etc, es que no vamos a ser capaces de salvarnos a nosotros mismos? Con el desarrollo increíble que hemos vivido!. Precisamente lo que ha ocurrido en estos últimos años ha sido un desarrollo como nunca y  al mismo tiempo un vacío en el hombre cuando Dios le falta por dentro. Grandes avances con una absoluta crisis interior. Frente a esta tendencia de la soberbia humana de auto salvación, decimos que la ciencia no es la que salva al hombre, presta un gran servicio pero no salva. Es el amor redentor de Jesucristo el que salva al hombre.
  
Punto 431 En la historia de la salvación, Dios no se ha contentado con librar a Israel de "la casa de servidumbre" (Dt 5, 6) haciéndole salir de Egipto. Él lo salva además de su pecado. Puesto que el pecado es siempre una ofensa hecha a Dios (cf. Sal 51, 6), sólo Él es quien puede absolverlo (cf. Sal 51, 12). Por eso es por lo que Israel, tomando cada vez más conciencia de la universalidad del pecado, ya no podrá buscar la salvación más que en la invocación del nombre de Dios Redentor (cf. Sal 79, 9).

. Dios salva (Jesús) .Ahora, de qué nos salva? No solo de las necesidades más imperiosas de las que a nosotros se nos ocurriría pedir socorro, es decir, de las materiales, de comer, de la necesidad de salud… sino del problema radical que nos impide ser felices que es el pecado y por eso Dios va a la raíz. Dios viene a salvar de todo lo que esclaviza al hombre, la principal esclavitud es el pecado personal de cada uno de nosotros. Cuando Jesús vino a entregar su vida por nosotros, curiosamente Jesús no liberó a Israel de la esclavitud de los romanos, las legiones romanas siguieron ahí.   

Punto 432 El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la Persona de su Hijo (cf. Hch 5, 41; 3 Jn 7) hecho hombre para la Redención universal y definitiva de los pecados. Él es el Nombre divino, el único que trae la salvación (cf. Jn 3, 18; Hch 2, 21) y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación (cf. Rm 10, 6-13) de tal forma que "no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos" (Hch 4, 12; cf. Hch 9, 14; St 2, 7).

. En el significado del nombre de Jesús aparece implícitamente la Trinidad. En Rom 10,6-13 indica que si invocas con fe el nombre de Jesús serás salvo: hacemos un acto de confianza y abandono, Señor confío en ti, tú salvas, tú llevas el timón de mi vida. Una confianza que se traduce en las obras de mi vida, me ayuda a ordenar mi vida, me ayuda a ser un hombre nuevo.


. No nos ha sido dado otro nombre por el que podamos ser salvados. Incluso los que aquí no han conocido a Jesucristo, cuando estén en el cielo, allí conocerán que Jesucristo ha sido su salvador.

viernes, 10 de abril de 2015

Catecismo 427-429. En el centro de la catequesis: Cristo II

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Punto 427 «En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca [...]. Todo catequista debería poder aplicarse a sí mismo estas misteriosas palabras de Jesús: "Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado" (Jn 7, 16)» (ibid., 6).

. La religión cristiana es Cristo céntrica, sólo Dios es adorado, los santos son venerados, hemos de reconocer que existen desviaciones o deformaciones cuando ponemos a un santo en el centro, o formas de acercarse al misterio religioso que no pone a Cristo, a Dios hecho hombre en el centro. Enseñamos a Cristo mismo, no únicamente sus valores y las cosas buenas que nos ha enseñado, sino a Cristo persona.

. Cristo es el catequista, y cualquier otro es portavoz suyo permitiendo que Cristo enseñe por tu boca. Permitir a Cristo que se sirva de nosotros para hablar a los demás, y Cristo quiere que sea una realidad. Un buen catequista no es aquél que tiene muchas cualidades personales, con muchos recursos, sino que es aquél en cuya palabra, vida, actitud… los catequizados perciben a Jesús, no a alguien que resulta entretenido. La condición necesaria para ser catequista es transparentar a Cristo, estorbar lo menos posible.

. Todo catequista utiliza la predicación de la iglesia, uno no es dueño de lo que predica, es un mensaje recibido que transmito. La iglesia es depositaria y tiene la función de transmitir. Cuando dicen: por qué la iglesia no cambia y se adapta al momento presente?  la respuesta es que la iglesia tiene como cometido custodiar y transmitir. No está capacitada para cambiar o reinventar lo que ha recibido. El catequista tiene que ser el altavoz de Jesucristo sin hacer ninguna sombra, para ser buen catequista es más importante ser santo que tener mucha labia.


Punto 428 El que está llamado a "enseñar a Cristo" debe por tanto, ante todo, buscar esta "ganancia sublime que es el conocimiento de Cristo"; es necesario "aceptar perder todas las cosas para ganar a Cristo, y ser hallado en Él" y "conocerle a Él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a Él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos" (Flp 3, 8-11).

. El catequista que predica a Cristo tiene la finalidad de aplicarse a sí mismo lo que predica, no buscar ni dinero, ni fama, ni poder, ni buscarse a sí mismo. Esta búsqueda de uno mismo  (el éxito, la fama,…) puede ser una tentación y un peligro que se nos cuela. El que es pastor no puede dejar de seguir siendo oveja: que la gente vea que el sacerdote se confiesa, se arrodilla y reza, y el padre que envía al niño a catequesis sea el primero que asiste a Misa y se confiesa delante de su niño. El catequista tiene que alcanzar lo mismo que predica.

. Es necesario asumir las humillaciones de la vida, si uno predica y se le ha entendido mal o un padre te reprende, es decir, situaciones de roce o disgustos, no deben impedirte dejar de ser catequista, es decir, aunque me sienta decepcionado tengo que seguir predicando a Cristo y no descolgarme. En los disgustos y reveses de predicar a Cristo encontramos las ocasiones que Dios nos da para purificarnos.

Punto 429 De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo de anunciarlo, de "evangelizar", y de llevar a otros al "sí" de la fe en Jesucristo. Y al mismo tiempo se hace sentir la necesidad de conocer siempre mejor esta fe. Con este fin, siguiendo el orden del Símbolo de la fe, presentaremos en primer lugar los principales títulos de Jesús: Cristo, Hijo de Dios, Señor (artículo 2). El Símbolo confiesa a continuación los principales misterios de la vida de Cristo: los de su Encarnación (artículo 3), los de su Pascua (artículos 4 y 5), y, por último, los de su glorificación (artículos 6 y 7).

. El hecho de sentirse llamado a ser catequista nace de un conocimiento amoroso de Cristo, no un conocimiento teórico. Tener experiencia interior y amar lo que he conocido. De ahí nace el deseo de evangelizar, de decir: ojalá que esta experiencia interior que yo he tenido la pueda tener todo el mundo. La prueba de que Cristo te ha alcanzado es que tú tienes deseo de llevarlo a todos, es una prueba inequívoca. Si alguien ha tenido una conversión, si es verdadera, nace el deseo de llevar a Cristo a todo el mundo.


. Un catequista se forma al mismo tiempo que predica, la formación es permanente, Cristo es una constante novedad. Decir ya me lo sé todo es una mala experiencia, uno según se forma predica y según predica se forma, las dos cosas van al mismo tiempo.

miércoles, 8 de abril de 2015

Catecismo 425-426. 'Anunciar…la inescrutable riqueza de Cristo'. En el centro de la catequesis: Cristo I

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Punto 425 La transmisión de la fe cristiana es ante todo el anuncio de Jesucristo para conducir a la fe en Él. Desde el principio, los primeros discípulos ardieron en deseos de anunciar a Cristo: "No podemos nosotros dejar de hablar de lo que hemos visto y oído" (Hch 4, 20). Y ellos mismos invitan a los hombres de todos los tiempos a entrar en la alegría de su comunión con Cristo:
«Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de vida, —pues la Vida se manifestó, y nosotros la hemos visto y damos testimonio y os anunciamos la vida eterna, que estaba con el Padre y se nos manifestó— lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros. Y nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo, Jesucristo. Os escribimos esto para que vuestro gozo sea completo» (1 Jn 1, 1-4).

. La afirmación de este punto es obvia y esencial para el cristiano, anunciar a Jesucristo es el abc del cristianismo. No todos nos damos cuenta de esto como nos podamos creer. La predicación de Jesucristo no es tanto los valores del evangelio como la persona de Jesucristo, hay un gran peligro al decir que el cristianismo son los valores del evangelio (solidaridad, pacificador, compasivo, perdonador, etc) que están ligados a la persona de Jesucristo, cuando el centro del cristianismo es la persona de Jesucristo. La verdad central del cristianismo es que Jesucristo murió por nosotros y resucitó. No se puede reducir el cristianismo a unos valores, Cristo vive, resucitó y con él nos relacionamos.  Lo que hacemos es anunciar a una persona no a unos valores.

. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”: camino se refiere a la forma de vida de los seguidores de Jesucristo, pero sería un error presentar el cristianismo sólo como camino, sólo como mandamientos, sólo como la moral que tiene que vivir el cristiano, haría un reduccionismo a un moralismo, y es un error frecuente  presentar el cristianismo como un moralismo. Es el camino y la verdad, es decir, supone un credo, un catecismo, una doctrina, pero aunque eso es verdad, la esencia del cristianismo no es un doctrinario, no es solo tener toda la teoría clara, así reducimos el cristianismo a una doctrina. El cristianismo no es sólo una doctrina. El camino, la verdad y la vida, supone mi experiencia personal de mi relación con Cristo, y también cabe el riesgo de dejarlo todo en el experiencialismo, en encontrase bien con uno mismo, tener paz, etc, El cristianismo tiene como centro presentar a Jesucristo. Lo principal del cristianismo es Jesucristo.

. En Hechos 4,20 se nos muestra una primera iglesia cristiana que ardía en deseos de anunciar a Jesucristo, no podían callarse lo que llevaban dentro, un cristiano no se puede callar su fe en Jesucristo. Esto lo vemos sobre todo en los cristianos perseguidos, donde conmueve ver cómo a uno le mueve su fe en Jesucristo en medio de las persecuciones.

. En 1ª Jn 1.1-4 S Juan nos indicó que Dios se ha manifestado en Jesucristo, y ahora esa revelación es la que comunicamos, y no podemos callar, y no podemos decir otra cosa distinta de lo que hemos visto y oído, porque un cristiano es testigo y trasmite lo que ha recibido, no se inventa nada. Sería un pecado de omisión callar, pues hay demasiadas personas que no lo conocen. El que anuncia a Jesucristo también tiene que tener cuidado de no estorbar.

En el centro de la catequesis: Cristo

Punto 426 "En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre [...]; que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros [...] Catequizar es [...] descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios [...]. Se trata de procurar comprender el significado de los gestos y de las palabras de Cristo, los signos realizados por Él mismo" (CT 5). El fin de la catequesis: "conducir a la comunión con Jesucristo [...]; sólo Él puede conducirnos al amor del Padre en el Espíritu y hacernos partícipes de la vida de la Santísima Trinidad". (ibíd.).

. Se insiste de nuevo en que el centro de la catequesis es Jesucristo, la persona de Jesucristo preexistía por toda la eternidad y es una persona divina, es la segunda persona de la ST, que se ha encarnado con todas las consecuencias, cuando catequizamos presentamos a Cristo como el que vive, no ha una historia del pasado. Al presentarle, echamos mano de sus gestos y palabras, en su significado, pero estamos hablando de alguien que vive ahora, resucitado, ascendido a los cielos y presente entre nosotros en el Espíritu Santo que se hace patente en los sacramentos de la iglesia. Una y otra vez el catecismo está siempre refiriéndonos a la persona de Jesucristo, la iglesia no se predica a sí misma, la iglesia se entiende en referencia a Jesucristo, como cuerpo místico de Cristo, prolonga las palabras y acciones de Jesucristo (haced esto en memoria mía,…)


. Y el fin de la catequesis es conducirnos a la comunión con Jesucristo que está en comunión con el Padre y el ES. “Que todos sean uno en mí, como yo soy uno contigo”, Jesús ora al Padre para que estemos unidos con él como él con el Padre.  A través de Jesucristo, a través de su humanidad, nosotros nos unimos con el Dios invisible, Dios se ha hecho visible en Cristo porque el Padre y el ES no son visibles para nosotros, por eso en la encarnación del Verbo en Cristo se nos hace visible el misterio invisible de Dios. Por eso para nosotros es el centro, en el sentido de que es el hilo desde el cual nos unimos a la Trinidad. El centro de la catequesis es Jesucristo, es Dios hecho hombre.