Punto 461 Volviendo a tomar la frase de san Juan ("El Verbo se encarnó": Jn 1, 14), la Iglesia llama "Encarnación" al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. En un himno citado por san Pablo, la Iglesia canta el misterio de la Encarnación:
«Tened entre vosotros los mismos sentimientos que tuvo Cristo: el cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre; y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Flp 2, 5-8; cf. Liturgia de las Horas, Cántico de las Primeras Vísperas de Domingos).
. El misterio de la encarnación lo celebramos litúrgicamente el 25 de marzo, es decir, nueve meses antes de la celebración de su nacimiento, recordando esos nueve meses de gestación. Ese 25 de marzo se suele bendecir a las mujeres que están embarazadas. La Iglesia define la encarnación al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza humana para llevar a cabo por ella la salvación.
. Jesucristo se hizo hombre como uno más entre nosotros y se despojó y humilló a sí mismo. Jesús nos muestra, nos enseña el camino de la humildad, se encarna por amor y nos enseña a que pongamos la humildad en nuestro camino. Jesús sí realizó milagros, pero uno va descubriendo en el evangelio que los milagros de Jesús nunca son un alarde, es más, cuando se le pidieron milagros como alarde los rechazó, cuando Herodes le pide un milagro delante suyo como un número de circo, Jesús se niega a hacerlo. Jesús no hizo alardes, sino que se despojó, ocultó su divinidad, se escondió por humildad. La humildad es pues el camino en el que se nos muestra, y solamente serán los humildes, los que se hagan pequeños, los que se despojen, serán los que reconocerán a Jesús como Dios hecho hombre.
Punto 462 La carta a los Hebreos habla del mismo misterio:
«Por eso, al entrar en este mundo, [Cristo] dice: No quisiste sacrificio y oblación; pero me has formado un cuerpo. Holocaustos y sacrificios por el pecado no te agradaron. Entonces dije: ¡He aquí que vengo [...] a hacer, oh Dios, tu voluntad!» (Hb 10, 5-7; Sal 40, 7-9 [LXX]).
. En Hebreos 10, 5-7, Cristo le dice al Padre que viene a ofrecer su vida para responder al amor de Dios, viene a ofrecer su voluntad al Padre. La voluntad humana de Jesucristo ha asumido plenamente la voluntad del Padre, ha ofrecido su vida, ha sido obediente, ha dicho sí a la voluntad del Padre, asume la voluntad del Padre. Hemos sido salvados por una ofrenda humana, la de la voluntad de Jesucristo, una ofrenda humana ligada a la ofrenda del amor divino hacia nosotros. De lo que es la encarnación surge una enseñanza de cómo hemos de ofrecernos: “como Cristo se ha ofrecido al Padre”, para que mi ofrenda sea sincera, se tiene que unir a la de Cristo. El hombre ha aprendido de Dios a decir “hágase tu voluntad”. En la encarnación de Jesús hay una voluntad humana que ha dicho un sí al Padre en nombre de toda la humanidad.
Punto 463 La fe en la verdadera encarnación del Hijo de Dios es el signo distintivo de la fe cristiana: "Podréis conocer en esto el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1 Jn 4, 2). Esa es la alegre convicción de la Iglesia desde sus comienzos cuando canta "el gran misterio de la piedad": "Él ha sido manifestado en la carne" (1 Tm 3, 16).
. Una manera de distinguir donde está la auténtica fe cristiana es confesar a Jesús venido en la carne. Cuando esta carta de Juan es escrita tenía su razón de ser pues habían comenzado a surgir determinadas herejías y deformaciones de la presentación del misterio de Jesús que se resistían a afirmar que Dios se hubiese hecho hombre con todas las consecuencias. Las filosofías griegas especialmente decían que el espíritu tiene que despojarse de la materia, decían que el hombre es como un espíritu encerrado en una cárcel, que la cárcel es el cuerpo y entonces lo que tenemos que hacer es despojarnos del cuerpo para liberar el espíritu…. se les hacía muy difícil entender que Dios se ha hecho hombre y comenzaron a surgir las herejías gnósticas que venían a decir que tomó la apariencia de hombre pero no se hizo plenamente hombre, que era un cuerpo con apariencia humana. La iglesia entonces respondió y dijo que se encarnó, y por eso san Juan insiste tanto en la encarnación, hombre con todas las consecuencias.
. Hay tres misterios de nuestra fe que están muy ligados: la encarnación, la resurrección de la carne y la presencia real de Cristo en la eucaristía. Cuando no creemos en la encarnación de verdad, en seguida se confunde la resurrección y la presencia en la eucaristía. La encarnación no es abstracta, hubo un tiempo en el que el Verbo estuvo en el seno de María.
. Timoteo a la encarnación le llama el gran misterio de la piedad, es decir, el amor de Dios que ha tomado el camino de la humildad para llamarnos a su intimidad.