Punto 559 ¿Cómo va a acoger Jerusalén a su Mesías? Jesús rehuyó siempre las tentativas populares de hacerle rey (cf. Jn 6, 15), pero elige el momento y prepara los detalles de su entrada mesiánica en la ciudad de "David, su padre" (Lc 1,32; cf. Mt 21, 1-11). Es aclamado como hijo de David, el que trae la salvación ("Hosanna" quiere decir "¡sálvanos!", "Danos la salvación!"). Pues bien, el "Rey de la Gloria" (Sal 24, 7-10) entra en su ciudad "montado en un asno" (Za 9, 9): no conquista a la hija de Sión, figura de su Iglesia, ni por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad que da testimonio de la Verdad (cf. Jn 18, 37). Por eso los súbditos de su Reino, aquel día fueron los niños (cf. Mt 21, 15-16; Sal 8, 3) y los "pobres de Dios", que le aclamaban como los ángeles lo anunciaron a los pastores (cf. Lc 19, 38; 2, 14). Su aclamación "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Sal 118, 26), ha sido recogida por la Iglesia en el Sanctus de la liturgia eucarística para introducir al memorial de la Pascua del Señor.
. Después de una cierta reserva que Jesús había tenido en su proceder para que su predicación no fuera manipulada para convertirle en rey como vemos en Juan 6,15 tras el milagro de los panes y los peces: “Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña”. Jesús en varias ocasiones después de hacer un milagro de sanación prohibía al que había sido curado decírselo a nadie, a esto se le ha llamado el secreto mesiánico para que sus signos de salvación permaneciesen en un contexto religioso y no se utilizaran políticamente. Pero ahora Jesús va a actuar al descubierto cuando elige el momento de su entrada en Jerusalén, busca una entrada de forma humilde, busca la montura de un pollino, la montura humilde de un rabino en contraposición con los caballos de los conquistadores. Una de las tentaciones del desierto, el prestigio, consistía en una entrada triunfalista en Jerusalén, bajado por tus santos ángeles,… Jesús rechazó aquella tentación entrando de forma humilde a los lomos de un pollino. Aprendamos de nuestra forma de presentarnos a los demás.
. El texto evangélico que narra la entrada de Jesús
en Jerusalén dice en Mateo 21,1-11:” Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron
a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos discípulos, diciéndoles:
«Vayan al pueblo que está enfrente, e inmediatamente encontrarán un asna atada,
junto con su cría. Desátenla y tráiganmelos. Y si alguien les dice algo,
respondan: «El Señor los necesita y los va a devolver en seguida». Esto sucedió
para que se cumpliera lo anunciado por el Profeta: "Digan a la hija de
Sión: Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre un asna, sobre la
cría de un animal de carga". Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús
les había mandado; trajeron el asna y su cría, pusieron sus mantos sobre ellos
y Jesús se montó. Entonces la mayor parte de la gente comenzó a extender sus
mantos sobre el camino, y otros cortaban ramas de los árboles y lo cubrían con
ellas. La multitud que iba delante de Jesús y la que lo seguía gritaba:
«¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
¡Hosana en las alturas! Cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió,
y preguntaban: «¿Quién es este?». Y la gente respondía: «Es Jesús, el profeta
de Nazaret en Galilea»”.
. La palabra Hosana se puede traducir aquí en cuanto aclamación
por nuestro viva!, aunque etimológicamente significa sálvanos, danos la
salvación. Hay un reconocimiento de que Jesús era el mesías esperado,
reconocemos en él nuestra salvación. La liturgia ha introducido la palabra
Hosana en el Sanctus, hay una referencia a la entrada en Jerusalén, la liturgia
es una condensación de la sagrada escritura. A nosotros nos sirve mucho el
Hosana para celebrar la Santa Misa, el Sanctus es el momento en que nos
introduce en la consagración, en el triduo pascual, introducimos la
presencia de Cristo en la eucaristía, como San Pío de Pietrelcina nos enseñó a
vivir la Santa Misa rememorando la vida de Jesucristo, en concreto vivamos
el Sanctus como esa entrada de Jesús en Jerusalén, cada vez que lo proclamamos
nos unimos a ese coro que lo aclamó a la entrada de Jerusalén.
. En los evangelios, cuando Jesús manda a dos discípulos por
delante a por el pollino, nos rememora el momento en que Jesús preparó la
última cena cuando envió también a sus discípulos, hay una similitud muy grande
en ambos pasajes que subraya el plan de Dios. Otro detalle es que en aquél
pollino no había montado nadie (en Marcos y Lucas), y esto nos recuerda a otro
pasaje cuando (en Lucas 23,53) a Jesús se le enterró en un sepulcro en el que
no había sido sepultado nadie, es decir, es una forma de resaltar a Jesús como al
hombre nuevo y nosotros seremos conformados a él. Un detalle más es el sabor
agridulce del domingo de Ramos donde unimos la aclamación gozosa y la Pasión de
Jesucristo. San Mateo subraya que fueron especialmente los niños los
protagonistas principales de la entrada de Jesús como vemos en Mateo
21,15-16, fueron los corazones más humildes los que alabaron y aclamaron a
Jesús. San Marcos 15,8-15, nos indica que otros que le aclamaron en seguida le abandonaron
y le acusaron.
Punto 560 La entrada de
Jesús en Jerusalén manifiesta la venida del Reino que el Rey-Mesías
llevará a cabo mediante la Pascua de su Muerte y de su Resurrección. Con su
celebración, el domingo de Ramos, la liturgia de la Iglesia abre la gran Semana
Santa.
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