Punto 583 Como los profetas anteriores a Él, Jesús profesó el más profundo respeto al Templo de Jerusalén. Fue presentado en él por José y María cuarenta días después de su nacimiento (Lc. 2, 22-39). A la edad de doce años, decidió quedarse en el Templo para recordar a sus padres que se debía a los asuntos de su Padre (cf. Lc 2, 46-49). Durante su vida oculta, subió allí todos los años al menos con ocasión de la Pascua (cf. Lc 2, 41); su ministerio público estuvo jalonado por sus peregrinaciones a Jerusalén con motivo de las grandes fiestas judías (cf. Jn2, 13-14; 5, 1. 14; 7, 1. 10. 14; 8, 2; 10, 22-23).
. Jesús profesó un auténtico respeto al templo, en él es presentado por María, acude a las solemnidades, es para él la casa de su Padre, se indigna de que se convierta en lugar de tráfico. En Juan 2, 13-22:”y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas y a los cambistas sentados delante de sus mesas. Hizo un látigo de cuerdas y los echó a todos del Templo, junto con sus ovejas y sus bueyes; desparramó las monedas de los cambistas, derribó sus mesas y dijo a los vendedores de palomas: «Saquen esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio». Y sus discípulos recordaron las palabras de la Escritura: El celo por tu Casa me consumirá. Entonces los judíos le preguntaron: «¿Qué signo nos das para obrar así?». Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a levantar». Los judíos le dijeron: «Han sido necesarios cuarenta y seis años para construir este Templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él se refería al templo de su cuerpo. Por eso, cuando Jesús resucitó, sus discípulos recordaron que él había dicho esto, y creyeron en la Escritura y en la palabra que había pronunciado.” A este texto se le ha llamado purificación del templo, que es lo que Jesús quiere hacer en esta muestra de rebeldía ante la situación que hay en el templo, quiere mostrar externamente que ha venido a purificar el templo.
Punto 584 Jesús subió al Templo como al lugar privilegiado para el encuentro con Dios. El Templo era para Él la casa de su Padre, una casa de oración, y se indigna porque el atrio exterior se haya convertido en un mercado (Mt 21, 13). Si expulsa a los mercaderes del Templo es por celo hacia las cosas de su Padre: "No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado. Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: 'El celo por tu Casa me devorará' (Sal 69, 10)" (Jn 2, 16-17). Después de su Resurrección, los Apóstoles mantuvieron un respeto religioso hacia el Templo (cf. Hch 2, 46; 3, 1; 5, 20. 21).
. La purificación siempre es costosa y dolorosa, porque desapegarse de los malos hábitos que han arraigado en nosotros difícilmente se hace sin que suponga en nosotros una crisis, sin poner patas arriba nuestra vida como lo que Jesús hizo con las mesas de los cambistas. Jesús nos enseña con este signo que la purificación es dolorosa, la religiosidad auténtica se purifica de muchas cosas, de intereses personales, de intereses económicos,… y tenemos que estar constantemente purificándola para tener un encuentro personal con solo Dios.
Punto 585 Jesús anunció, no obstante, en el umbral de su Pasión, la ruina de ese espléndido edificio del cual no quedará piedra sobre piedra (cf. Mt 24, 1-2). Hay aquí un anuncio de una señal de los últimos tiempos que se van a abrir con su propia Pascua (cf. Mt 24, 3; Lc 13, 35). Pero esta profecía pudo ser deformada por falsos testigos en su interrogatorio en casa del sumo sacerdote (cf. Mc 14, 57-58) y serle reprochada como injuriosa cuando estaba clavado en la cruz (cf. Mt 27, 39-40).
. Jesús profetiza la ruina del templo lo cual le fue echado en cara durante el proceso de su condena, dice “no quedará piedra sobre piedra” y con ello está uniendo el nivel histórico pues el templo quedó definitivamente destruido por el emperador Tito y la destrucción de su templo personal, de su muerte, porque dice que lo reconstruirá en tres días, está revelando que el auténtico templo de Dios es él. Jesús es el cumplimiento de lo que Yahveh le dice a David: “te voy a construir un templo a ti de tu descendencia”.
Punto 586 Lejos de haber sido hostil al Templo (cf. Mt 8, 4; 23, 21; Lc 17, 14; Jn 4, 22) donde expuso lo esencial de su enseñanza (cf. Jn 18, 20), Jesús quiso pagar el impuesto del Templo asociándose con Pedro (cf. Mt 17, 24-27), a quien acababa de poner como fundamento de su futura Iglesia (cf. Mt 16, 18). Aún más, se identificó con el Templo presentándose como la morada definitiva de Dios entre los hombres (cf. Jn 2, 21; Mt 12, 6). Por eso su muerte corporal (cf. Jn 2, 18-22) anuncia la destrucción del Templo que señalará la entrada en una nueva edad de la historia de la salvación: "Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre"(Jn 4, 21; cf. Jn 4, 23-24; Mt 27, 51; Hb 9, 11; Ap 21, 22).
. En el momento en que Jesús muere, se desgarra el velo del templo y de esa forma se muestra que el antiguo santuario pierde su carácter sagrado. En el pasaje de la samaritana, se muestra una especie de disputa del lugar donde hay que adorar, los judíos decían que en Jerusalén, en Sion y los samaritanos decían que había que adorar a Dios en el monte Garizim. Jesús le dice a la samaritana que ha llegado el momento en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre, los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, es decir, le dice a la mujer samaritana que el plan de Yahveh es revelarse a través del pueblo de Israel en Sión, en Jerusalén, pero a Dios no se le va a adorar en un monte u otro sino en espíritu y en verdad. Dios nos dice que no luchemos por una piedra o por un lugar, porque Dios es sencillo y está allí donde el corazón del hombre es humilde.
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