Punto 595 Entre las autoridades religiosas de Jerusalén, no solamente el fariseo Nicodemo (cf. Jn 7, 50) o el notable José de Arimatea eran en secreto discípulos de Jesús (cf. Jn 19, 38-39), sino que durante mucho tiempo hubo disensiones a propósito de Él (cf. Jn 9, 16-17; 10, 19-21) hasta el punto de que en la misma víspera de su pasión, san Juan pudo decir de ellos que "un buen número creyó en él", aunque de una manera muy imperfecta (Jn 12, 42). Eso no tiene nada de extraño si se considera que al día siguiente de Pentecostés "multitud de sacerdotes iban aceptando la fe" (Hch 6, 7) y que "algunos de la secta de los fariseos ... habían abrazado la fe" (Hch 15, 5) hasta el punto de que Santiago puede decir a san Pablo que "miles y miles de judíos han abrazado la fe, y todos son celosos partidarios de la Ley" (Hch 21, 20).
. Jesús es prendido en Getsemaní después de la traición de Judas, por un grupo de gentes de parte de los jefes de los sacerdotes y ancianos del templo, y san Juan nos indica que también les acompañaban la corte de los romanos, posiblemente fueron a prenderle la guardia judía del templo acompañados de guardia romana. Jesús es conducido ante Anás mediante el sumo sacerdote que era Caifás que era yerno del primero. La familia de Caifás había gobernado la institución máxima de Israel que era el sanedrín, que era el sumo sacerdocio de Israel, había pues una familia muy poderosa que controlaba todos los resortes de Israel, pero quien verdaderamente tenía el poder seguía siendo Anás. El sacerdocio de Israel había pasado a ser una especie de casta sacerdotal, casi un derecho de familia, un cargo heredado, y sin embargo Jesús hablaba de un sacerdocio distinto, que no es heredado, no es un derecho, sino una vocación inmerecida de Dios. Dios pone sus ojos no en aquél que tiene un determinado mérito sino en aquél que por pura gracia y por puro amor elige, como aquéllos pescadores. Jesús es llevado en primer lugar ante Anás, ante un sacerdocio que está derogando. Anás tendría deseos de ver a Jesús y seguro que habría hablado muchas veces con Caifás sobre Jesús.
. La determinación de matar a Jesús viene a consecuencia del
milagro de la muerte y resurrección de Lázaro, en Juan 11,45-53 tenemos: “Al ver lo que
hizo Jesús, muchos de los judíos que habían ido a casa de María creyeron en él.
Pero otros fueron a ver a los fariseos y les contaron lo que Jesús había hecho.
Los sumos sacerdotes y los fariseos convocaron un Consejo y dijeron: «¿Qué
hacemos? Porque este hombre realiza muchos signos. Si lo dejamos seguir así,
todos creerán en él, y los romanos vendrán y destruirán nuestro Lugar santo y
nuestra nación». Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo
Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada. ¿No les
parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la
nación entera?». No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo
Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación,
sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban
dispersos. A partir de ese día, resolvieron que debían matar a Jesús”.
Aquí comienza el proceso religioso de la Pasión de Jesucristo. Caifás justifica
la condena de Jesús por el bien de su pueblo, y pese a la aparente astucia de
Caifás, finalmente Roma destruyó Jerusalén allá por los años setenta.
. Anás pregunta a Jesús sobre sus
discípulos y sus enseñanzas, y Jesús le contesta “que ha hablado abiertamente
en la sinagoga, en el templo, entonces porqué me preguntas?, pregunta a
los que me han oído”. Esta respuesta de Jesús la entendemos porque un acusado
no daba testimonio de sí mismo, sino que tenían que ser otros los que dieran
testimonio de él, para que alguien pudiese ser condenado tenía que serlo por el
testimonio de otras personas. Es una respuesta sabia que deja al
descubierto la contradicción de lo que injustamente está teniendo lugar. Dentro
de este proceso religioso, hay una sesión nocturna del sanedrín que es
convocado deprisa y sería difícil reunir a los setenta miembros del mismo.
Comienza una convocatoria irregular. Las normas de convocatoria eran
costumbres que fueron escritas en el siglo segundo y sabemos que no se podía
convocar al sanedrín por la noche porque era una precipitación que no guardaba
las debidas cautelas para el reo, ni tampoco se permitía dictar sentencia de
muerte el mismo día del proceso, era también como otra cautela en defensa
del reo. Había otras normas como que hubiera el testimonio de dos o tres para
que fuese alguien condenado, dejar al reo defenderse, etc. Es decir, podemos llegar
a decir que el proceso contra Jesús fue ilegal en el mundo judío. Aquéllos a
los que Jesús les había acusado de ser tan legalistas en determinadas normas
como por ejemplo en purificaciones de las manos, antes y después de las
comidas,…. se saltan las normas principales que son la defensa del derecho
del indefenso. Lucas 22,66, nos narra que hubo dos sesiones, una nocturna y
otra matinal: “Cuando amaneció, se reunió
el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los
escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal”. A pesar de todo, durante el proceso los
testimonios no coincidían, en Marcos 14,56: “Porque se presentaron muchos con falsas acusaciones contra él, pero sus
testimonios no concordaban. Algunos declaraban falsamente contra Jesús”.
. La no coincidencia de testimonios hacían
invalido el proceso, sin embargo, sí que dos testigos dicen haberle oído a Jesús:
“puedo demoler este templo y reconstruirlo en tres días”, en Marcos
14,58: “Nosotros lo hemos oído decir:
"Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días
volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre”.
Cuando realmente lo que dijo Jesús en Juan 2,19: “Jesús les respondió: «Destruyan este templo y en tres días lo volveré a
levantar”. Era falsa
la acusación de que Jesús destruiría el templo. Jesús dijo que reconstruiría el
templo que ellos demolerían. A Jesús se le acusa de demoler cuando en
realidad él había afirmado ser el reconstructor. A Jesús no cabía acusarle
por tal cosa. En cualquier caso, sabemos que Jesús estaba haciendo referencia a
su cuerpo. Caifás ante la falta de testimonios claros interroga directamente a
Jesús, primero preguntándole por su silencio pues no contesta nada ante las
acusaciones, y le pregunta a Jesús si es el hijo de Dios. Jesús contesta a Caifás:
“tú lo has dicho, yo soy, y veréis al hijo del hombre sentado a la diestra del
Padre venir en su gloria” y Jesús está haciendo referencia a la profecía de
Daniel 7,13: “Yo estaba mirando, en las
visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de
hombre; él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le
fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos,
naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino
no será destruido”. La pregunta de Anás no es casual sino que tiene un
trasfondo muy significativo. Así termina el proceso religioso y se dicta
sentencia, Jesús es juzgado reo de muerte como blasfemo. Todos son testigos de lo
que consideraron una blasfemia. La confesión obtenida a la pregunta de si
eres el hijo de Dios es lo que concluye el proceso religioso. Jesús no
oculta su testimonio ante el pueblo de Israel presente en su sumo sacerdote. La
expresión “Yo soy” nos recuerda a la confesión que tuvo Yahveh en el monte
Sinaí “Yo soy el que soy”, la identificación de Cristo con el Padre que son una
sola cosa.
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