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Punto 608 Juan Bautista, después de haber aceptado bautizarle en compañía de los pecadores (cf.Lc 3, 21; Mt 3, 14-15), vio y señaló a Jesús como el "Cordero de Dios que quita los pecados del mundo" (Jn 1, 29; cf. Jn 1, 36). Manifestó así que Jesús es a la vez el Siervo doliente que se deja llevar en silencio al matadero (Is 53, 7; cf. Jr 11, 19) y carga con el pecado de las multitudes (cf. Is 53, 12) y el cordero pascual símbolo de la redención de Israel cuando celebró la primera Pascua (Ex 12, 3-14; cf. Jn 19, 36; 1 Co 5, 7). Toda la vida de Cristo expresa su misión: "Servir y dar su vida en rescate por muchos" (Mc 10, 45).
. El contexto de la expresión “Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo” es el bautizo de Jesús en el río Jordán. Fue reconocido y confesado
por Juan Bautista como el cordero de Dios. En Lucas 3,21-22 cuenta: “Todo el pueblo se hacía bautizar, y también
fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo y el Espíritu
Santo descendió sobre él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces
una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi
predilección»”. En medio de un bautismo general, se bautizó también
Jesús. Es un gesto una vez más de abajamiento, es decir, fue bautizado como uno
más, junto con los pecadores que querían bautizarse.
. Un grado de soberbia es la singularidad, el pretender ser
distinto, el pretender ser centro de atención, la tendencia a destacar. Jesús
nos demuestra el abajamiento a la voluntad del Padre poniéndose en la fila, en
medio de los pecadores esperando a que le toque su turno, sin adelantarse a
nadie. Frente a la tendencia a destacar, Jesús nos enseña el sometimiento
no solo a la voluntad del Padre sino también a las leyes y procesos humanos, a
las normas humanas. En Mateo 3,14-15 dice: “Juan
se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por
ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora
déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo» (para
cumplir todo amor gratuito). Y Juan se lo permitió”. Esta reticencia de
Juan Bautista a bautizar a Jesús nos recuerda cuando Simón Pedro también se
muestra reticente a lavarle los pies a Jesús. Vemos una vez más como el amo toma
forma de siervo, el que quiera ser primero que sea el último, la jerarquía es
servicio, el primero es el servidor de todos, el que se humilla será ensalzado.
Vemos un estilo en Jesús del abajamiento para ser glorificado. Ocupad el
último lugar y ya vendrá el dueño y os hará poneros en el primero, el que se
abaje será ensalzado, el que se humille será enaltecido.
. Jesús se pone entre los pecadores, es crucificado entre
ladrones. San Irineo nos dice: “para redimir hay que asumir, lo
que no es asumido no es redimido”, es decir, Jesús no nos salva desde fuera,
sino que asume nuestra condición para salvarnos desde dentro, asume
nuestra condición para transformarla, asume la debilidad de la carne
para fortalecernos, asume las tentaciones para darnos fuerza para no
caer en la tentación y hasta asume el ser tomado como pecador para
transformar esa condición pecadora en gracia. Este es el estilo de Jesús.
. La expresión “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” entronca
con dos imágenes del Antiguo Testamento, una es la del siervo doliente
en Isaías 53,7-12: “Al ser maltratado, se
humillaba y ni siquiera abría su boca: como un cordero llevado al matadero,
como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y
juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue
arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi
pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los
impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca...”
Juan Bautista perfecto conocedor de las escrituras cuando estaba señalando a
Jesús en medio de aquella multitud como el cordero de Dios, estaba haciendo
referencia a esta imagen del cordero degollado llevado al matadero cargando con
todos los pecados de la humanidad. La segunda imagen está en Éxodo 12,3-14:
“Digan a toda la comunidad de Israel: El
diez de este mes, consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para cada
familia…. Después tomarán un poco de su sangre, y marcarán con ella los dos
postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo coman…. Y lo comerán
rápidamente: es la Pascua del Señor. Esa noche yo pasaré por el país de Egipto
para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré
un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre les
servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, yo
pasaré de largo, y así ustedes se libarán del golpe del Exterminador, cuando yo
castigue al país de Egipto”. También Juan Bautista hace referencia a la
sangre del cordero con que esta untado el dintel de la puerta cuando señala
a Jesús como el cordero de Dios. Nosotros en el bautismo somos marcados en la
frente con esa señal del cordero, con esa señal de la cruz.
Punto 609 Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, "los amó hasta el extremo" (Jn 13, 1) porque "nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres (cf. Hb2, 10. 17-18; 4, 15; 5, 7-9). En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: "Nadie me quita [la vida]; yo la doy voluntariamente" (Jn 10, 18). De aquí la soberana libertad del Hijo de Dios cuando Él mismo se encamina hacia la muerte (cf. Jn 18, 4-6; Mt 26, 53).
. Para expresar Dios el amor que nos tiene, se sirve de la humanidad como un instrumento, lo vemos en 2ª Hebreos 10,17-18, donde se dice que Jesús se asemejó en todo a sus hermanos y habiendo sido probado en el sufrimiento puede ayudar a los que se ven probados. Remarca el hecho de que Jesús nos salva desde dentro. Nosotros decimos que quien mejor ayuda a una persona es la persona que ha pasado por su misma situación. Dios hace de la humanidad un instrumento para amarnos, comprendernos. Confía en Dios porque te comprende, ha experimentado lo que es cansancio, lo que es la tentación. Jesús no nos pide nada que él no haya hecho vida en su encarnación.
. Jesús entrega su vida libremente a nosotros: “nadie
me quita la vida, yo la doy voluntariamente”. En Juan 18,4-6: “Jesús, sabiendo todo lo que le iba a
suceder, se adelantó y les preguntó: «¿A quién buscan?». A Jesús, el Nazareno.
El les dijo: «Soy yo». Judas el que lo entregaba estaba con ellos. Cuando Jesús
les dijo: «Soy yo», ellos retrocedieron y cayeron en tierra”. Jesús en su
detención remarca su entrega libre y soberana cuando confiesa “Yo soy”.
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