miércoles, 29 de julio de 2015

Catecismo 610-611. Jesús anticipó en la cena la ofrenda libre de su vida

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Punto 610 Jesús expresó de forma suprema la ofrenda libre de sí mismo en la cena tomada con los doce Apóstoles (cf Mt 26, 20), en "la noche en que fue entregado" (1 Co 11, 23). En la víspera de su Pasión, estando todavía libre, Jesús hizo de esta última Cena con sus Apóstoles el memorial de su ofrenda voluntaria al Padre (cf. 1 Co 5, 7), por la salvación de los hombres: "Este es mi Cuerpo que va a ser entregado por vosotros" (Lc 22, 19). "Esta es mi sangre de la Alianza que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt26, 28).

Punto 611 La Eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Co 11, 25) de su sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla (cf. Lc22, 19). Así Jesús instituye a sus apóstoles sacerdotes de la Nueva Alianza: "Por ellos me consagro a mí mismo para que ellos sean también consagrados en la verdad" (Jn 17, 19; cf. Concilio de Trento: DS, 1752; 1764).

. En estos dos puntos se une el sacrificio de la ofrenda libre de Jesucristo y la institución del sacerdocio. Jesús utilizó la palabra cáliz o copa en diversas ocasiones antes de llegar la institución de la eucaristía. En el Antiguo Testamento la palabra cáliz o copa encontramos que en ocasiones tiene el sentido de ofrenda de acción de gracias (salmo 116), o de felicidad otorgada por Yahveh a la manera de un vino en un banquete sagrado (salmo 23), o de sentido festivo (salmo 16), o del cáliz del dolor (salmo 75,9), o el cáliz de la ira de Yahveh (Isaías 51,17-22). Jesús se refiere al cáliz en el sentido misterioso del peso, de la amargura de todos los pecados de la humanidad. Jesús bebe el cáliz en calidad de inocente transformando el castigo que era para nosotros en bebida de salvación para nosotros. En  Corintios 25, 23-25: “El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: «Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memora mía. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva»”, San Juan es el único evangelista que no recoge la última cena, sin embargo este pasaje también lo encontramos en San Pablo. Uno de los elementos que remarca el aspecto sacrificial es cuando indica: “mi Cuerpo, que se entrega por vosotros”, Jesús ofrece su cuerpo como sacrificio para alimento y vida del mundo.

. La imagen que vemos en los sagrarios de un pelicano indica que dicho animal en tiempo de escasez de alimentos, picotea su pecho para arrancarse carne y sangre para alimentar a sus polluelos. Este sentido sacrificial de alimento es el que utiliza san Juan 6,51 :”El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Jesús se nos da como alimento, Jesús alimenta nuestra alma.  

. Es importante entender que en el Antiguo Testamento la palaba sangre era como el alma de la carne. En Levítico 17,11: “Porque la vida de la carne está en la sangre, y yo mismo les he puesto la sangre sobre el altar, para que les sirva de expiación, ya que la sangre es la que realiza la expiación, en virtud de la vida que hay en ella”. Jesús para instituir la eucaristía también utiliza estos conceptos aunque los supera. Si los antiguos creían que la sangre era como el alma de la carne, uno entiende que al recibir la carne y la sangre, al recibir la eucaristía está recibiendo la vida de Jesucristo porque la sangre es como el alma de esa persona.

. Entre nosotros hay grupos que entienden que entienden de una manera literal el precepto del Levítico y por lo tanto no pueden hacer trasfusiones de sangre porque es como si estuvieras quitando el alma de una persona y metiéndola en otra persona lo cual raya lo ridículo. El Antiguo Testamento alcanza su sentido desde Jesucristo y no entenderlo así puede llegar a situaciones ridículas. Cuando Jesús instituye la eucaristía, cuando habla de dar su sangre para la vida del mundo, esa sangre es imagen de la vida, es el alma suya que él entrega al mundo. Hay una comunión de vida entre Cristo y los que han comulgado: el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y él vivirá por mí y yo viviré en él. La eucaristía alimenta la inhabitación de Dios en nosotros. Comulgar bien es tener comunión con Cristo.

. La eucaristía: encontramos su definición como el sacramento que consiste en la transubstanciación del pan en el Cuerpo de Cristo y del vino en su Sangre que renueva mística y sacramentalmente el sacrificio de Jesucristo en la cruz. El sacramento de la eucaristía fue instituido por Jesucristo en la última cena con los apóstoles.

. Otro aspecto dentro de la institución de la eucaristía es como Lucas y Pablo recogen que al final de la fórmula consacratoria Jesús añadió “haced esto en memoria mía”, que es una evocación de la prescripción que existía de comer el cordero pascual en recuerdo de la liberación de Egipto, era pues el recuerdo de la prescripción de un sacrificio, en Exodo 12,14 decimos “este será un día memorable para vosotros y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación, decretaréis que sea fiesta para siempre”. Igual que a Israel se le había mandado guardar con esmero el recuerdo de la liberación de Egipto en el que aquél cordero había sido sacrificado y cuya sangre se había untado en el dintel de las puertas y era una sangre liberadora, pues ahora a la Iglesia se le manda guardar memoria y hacer presente el sacrificio de un único cordero cuya sangre derramada nos libera del pecado.

. Hay que entender también que Jesús se presenta como la nueva alianza. Si en el monte Sinaí Moisés hizo una alianza en la que hubo una promesa en la que Yahveh iba a asistir a su pueblo y el pueblo se iba a comprometer a vivir unos mandamientos. Esa alianza fue sellada en un pacto que vemos en Exodo 24,6-8: “Moisés tomó la mitad de la sangre, la puso en unos recipientes, y derramó la otra mitad sobre el altar. Luego tomó el documento de la alianza y lo leyó delante del pueblo, el cual exclamó: «Estamos resueltos a poner en práctica y a obedecer todo lo que el Señor ha dicho». Entonces Moisés tomó la sangre y roció con ella al pueblo, diciendo: «Esta es la sangre de la alianza que ahora el Señor hace con ustedes, según lo establecido en estas cláusulas». Moisés ofreció la sangre a Dios poniéndola en unas vasijas y la otra parte la entendieron como que era Dios la que se la ofrecía a ellos y la derramaron sobre ellos. Eso mismo hace Jesús, es por una parte la sangre de Dios que se derrama sobre nosotros y nos purifica, y por otra parte representa la sangre de los hombres que se ofrece a Dios en sacrificio como expiación. Por eso Jesús personifica la alianza, Jesús es el mediador, en él se unen Dios y la humanidad que le permite llevar a cabo el don de Dios a los hombres y oblación del hombre a Dios, las dos cosas están teniendo lugar en Jesús. En el Antiguo Testamento el sacrificio tiene una sola dirección ascendente que consiste en una ofrenda hecha a Dios intentando hacerse propicio a Dios y alcanzar su favor, sin embargo ahora por Cristo el sacrificio toma además una dirección descendente de Dios a los hombres en la encarnación de Cristo, y una dirección ascendente del hombre hacia Dios en la cruz, en la pasión de Cristo en la que todos los sufrimientos de la humanidad de Cristo que son nuestros sufrimientos se ofrecen al Padre.

. Para entender las palabras “este es mi cuerpo que se entrega por vosotros, esta es mi sangre que se entrega por vosotros”, habría que hacer una precisión. La carne y la sangre hacen referencia a los sacrificios del Antiguo Testamento, donde al sacrificar al animal, se recogía la sangre del animal en vasijas y se rociaba el altar o se rociaba al pueblo, y la carne era bien comida o quemada. El pueblo de Israel una y otra vez estaba ofreciendo la carne y la sangre de los animales irracionales, y la propia repetición estaba dejando claro que no eran efectivos. Cristo remarca la palabra carne y sangre para expresar a los que le escuchaban que él se constituía en el verdadero sacrificio ofrecido a Dios y que los sacrificios del Antiguo Testamento habían sido ineficaces. Cristo quería dar a entender que estaba entroncando con todo el deseo del Antiguo Testamento de purificación a través de un sacrificio, deseo que había sido ineficaz porque la sangre y la carne de aquellos animales no era purificatoria porque era un don ascendente del hombre a Dios, no era un don descendente de Dios a nosotros y hasta que Dios mismo no nos dio a su Hijo rociándonos con su sangre, ese sacrificio ascendente no tenía más que la expresión de una buena voluntad por parte del hombre de ser purificado.   


. Una de las pruebas más evidentes de que Cristo entrega su vida voluntariamente es que ya la entregó en la víspera en la última cena. Anticipó sacramentalmente su entrega a la condena de Pilato ya la condena del sanedrín.    

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