Punto 602 En consecuencia, san Pedro pudo formular así la fe apostólica en el designio divino de salvación: "Habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros" (1 P 1, 18-20). Los pecados de los hombres, consecuencia del pecado original, están sancionados con la muerte (cf. Rm 5, 12; 1 Co 15, 56). Al enviar a su propio Hijo en la condición de esclavo (cf. Flp 2, 7), la de una humanidad caída y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8, 3), "a quien no conoció pecado, Dios le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2 Co 5, 21).
. Qué significa la expresión Dios le hizo pecado por nosotros? o Dios no perdonó ni a su propio hijo?. En el siervo de Yahveh vemos que ha sufrido por nosotros, es cargado con nuestras culpas y que ofrece su vida en expiación por nuestros pecados. No es correcto aplicar a Jesucristo literalmente la imagen del macho cabrío del día de la expiación, los santos padres no lo hicieron, porque el macho cabrío no fue ni inmolado ni ofrecido en sacrificio como lo fue Jesús, es más era considerado inmundo y no podía prefigurar a Cristo porque cristo es la victima inmaculada, es el sacrificio ofrecido pero inmaculado. Jesús hizo una especie de sustitución por nosotros, hizo la expiación propia de un inocente por los culpables. La idea de la sustitución no ha de entenderse como si Cristo fuese castigado porque un castigo debe recaer sobre el culpable, es decir, el Padre no pudo castigar a Jesucristo, sino que fuimos nosotros quienes le castigamos. El sacrificio de Cristo tiene valor precisamente porque está hecho por un inocente, Cristo es semejante a nosotros en todos menos en el pecado. Cristo no es un pecador, y Dios le hizo pecado, que no pecador, Jesús cargó las consecuencias del pecado sobre él pero siendo inocente, sin hacerse pecador, por tanto la cólera de Dios no pudo caer nunca sobre su Hijo, es más siempre estuvo amando a su hijo como el inocente que agrada al corazón del Padre. Jesús carga las consecuencias del pecado sin hacerse pecador.
. Jesús no estaba siendo castigado por el Padre, sino que le estaba ofreciendo al Padre un sacrificio en favor nuestro, no estaba cargando con la pena nuestra, estaba ofreciendo la su vida en sacrificio como reparación de lo que a nosotros por el pecado nos correspondía. Jesús es el inocente que sin ser en ningún momento pecador se hace pecado, es decir, asume las consecuencias del pecado, es decir, se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado, pero asume las consecuencias de lo que supone ser pecador sin serlo.
Punto 603 Jesús no conoció la reprobación como si él mismo hubiese pecado (cf. Jn 8, 46). Pero, en el amor redentor que le unía siempre al Padre (cf. Jn 8, 29), nos asumió desde el alejamiento con relación a Dios por nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15, 34; Sal 22,2). Al haberle hecho así solidario con nosotros, pecadores, "Dios no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros" (Rm 8, 32) para que fuéramos "reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (Rm 5, 10).
. En la cruz, en esa inmensa Pasión de Cristo en la cruz se ve la magnitud de nuestro pecado, se ve la gravedad de nuestro pecado al ver las consecuencias tan inmensas que Jesús ha asumido como consecuencia de nuestro pecado. A veces uno entiende la gravedad de su pecado al ver lo que Jesús ha hecho por su reparación y que hasta entonces no se había dado cuenta.
. En el momento del abandono de Cristo en la cruz, él no sufre el abandono por motivo de que él sea pecador, sino que se trata de un sufrimiento que el Padre y el Hijo por mutua voluntad redentora que asumen plenamente, han querido que Jesús tenga como reparación. Jesús tuvo un sufrimiento íntimo en la cruz, que quiso experimentar del abandono de Dios Padre, pero entendamos que el Padre en ningún momento abandona a Jesucristo, el Padre y el Hijo son una misma cosa, estaban unidos y no pueden dejar de estarlo en ningún momento. El Padre y el Hijo en esa voluntad común de redención quisieron asumir el sufrimiento de sentir en un momento determinado el abandono afectivo. Jesús pues no fue abandonado del Padre, no podía hacerlo, pero sí quiso tener esa experiencia del abandono afectivo, de no experimentar esa unión, igual que al hombre le ocurre de sentirnos abandonados de Dios, se no sentir su presencia, de sentir distancia y lejanía. Esa prueba quiso sentirla también Jesús, no se trataba pues de una desesperación sino de la confesión del dolor de la prueba que Jesús tiene en ese momento. Cristo experimenta el sentirse abandonado.
. Cristo no solo sufre con nosotros sino que lo hace por nosotros, esto es más que solidaridad, es una sustitución en favor nuestro. San Pablo nos dice que Cristo ha cargado con las consecuencias del pecado POR nosotros, no solo CON nosotros. Hay una solidaridad que llega hasta la sustitución. Esta idea ya estaba en el siervo doliente. La sustitución de Cristo no elimina nuestra cooperación.
. La experiencia del silencio de Dios que a veces los hombres podamos tener nos puede servir para entender la frase “Dios mío porqué me has abandonado”. Cuanta mayor es la fe y mayor es la intensidad en invocar el nombre de Dios, más dramático es el silencio. Sería pues en Cristo en quien sería más dramático el silencio de Dios. Es evidente que nunca estuvo tan cerca el Padre de su Hijo como en aquél momento, cuando estaba realizando su obediencia suprema, pero en cuanto hombre, había habido un momento en que Jesús no había sentido esa cercanía, se había sentido abandonado y era el momento máximo del abajamiento. Incluso en una situación tan extrema Jesús mantuvo su confianza en Dios y su amorosa sumisión al Padre, en sus labios escuchamos el grito filial Abba Padre.
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