martes, 31 de marzo de 2015

Catecismo 392-393. La caída de los ángeles II

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Punto 392 La Escritura habla de un pecado de estos ángeles (2 P 2,4). Esta "caída" consiste en la elección libre de estos espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Encontramos un reflejo de esta rebelión en las palabras del tentador a nuestros primeros padres: "Seréis como dioses" (Gn 3,5). El diablo es "pecador desde el principio" (1 Jn 3,8), "padre de la mentira" (Jn 8,44).

. La expresión caída de los ángeles es la manera en que la tradición ha designado el pecado de los ángeles, de los que llamamos demonios. Caída se refiere a que fruto de esa rebelión caen de la presencia de Dios, son expulsados de su presencia. Apocalipsis 12,9 indica que el dragón fue arrojado, la serpiente antigua, el llamado diablo y satanás el seductor del mundo entero fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él. Estas imágenes de ser arrojado de la presencia de Dios a la tierra es lo que ha llevado a designar el pecado de los ángeles como la caída.

. En 2ª Pedro 2,4 afirma que existe ese pecado de los ángeles que supuso una decisión libre y consciente de su parte. El pecado de Adán y Eva es más grave que el nuestro y el pecado de los ángeles es aún más grave que el de Adán y Eva. Nosotros estamos condicionados a la debilidad de la carne, a los influjos que tenemos a nuestro alrededor. Adán y Eva antes de pecar no estaban en la misma condición que nosotros por lo tanto su pecado es mucho más grande que el nuestro, y lo mismo pasa con los ángeles, los cuales pecaron de forma absoluta pues no tenían influjos que les arrastrasen, es una elección propia, de su propia maldad. La rebelión frente a Dios de satanás y sus ángeles es plena, radical e irrevocable. Un ángel no puede ser un poquito malo, o es plenamente malo o plenamente bueno, en un ángel no hay dualidad como en nosotros, que es un sí pero no. Si un ángel se rebela ante Dios es total y definitivamente.

. En la expresión “seréis como dioses” se está recogiendo en que consiste el pecado original. El plan de Dios es introducirnos en su presencia y hacernos partícipes de su filiación divina. Sin embargo, la tentación de satanás consiste en pretender ser dioses sin Dios. Y ésta tentación es la misma en la que el propio satanás había caído, solo que en su caso no había sido tentado por nadie desde fuera, sino que él mismo desde su propia perversión pretendió ser como Dios. Explicar de dónde pudo partir esa rebelión, esa soberbia, que es un misterio, algunos santos padres dicen que satanás y sus ángeles al conocer que en la providencia de Dios estaba el que Dios se hiciese hombre, sintieron envidia y celos, pues siendo los ángeles de una condición superior al hombre, iba a encarnarse en un hombre, Dios se hizo hombre, no se hizo ángel. Esta podría ser una explicación para entender la rebelión de los ángeles. Vemos que muchas veces detrás de la soberbia está la envidia.

. En 1ªJn 3,8 al diablo se le llama pecador desde el principio, el pecado de satanás no es un pecado más, es el pecado por esencia. El pecado es más grave cuanto mayor es la rebelión frente a Dios. Satanás se rebela frente a Dios sin que haya en él ningún tipo de componente de atracción de las criaturas, en él es un pecado puro, de rebelión pura.

. En Jn 8,44 satanás es el padre de la mentira porque la vida de gracia es vivir en verdad, vivir en presencia de Dios, y lo que se deriva del pecado es dejar de vivir en la presencia de Dios, uno ya no vive en verdad, vive de espaldas a Dios y a partir de ahí satanás lo que hace es mentir siempre. En toda tentación de satanás siempre hay una mentira como estrategia, prometerte algo que no te van a dar. Tenemos que pedir luz al Espíritu Santo para desenmascarar las tentaciones.    

Punto 393 Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita misericordia divina lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser perdonado. "No hay arrepentimiento para ellos después de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la muerte" (San Juan Damasceno, De fide orthodoxa, 2,4: PG 94, 877C).


. Porqué Dios no perdona a los ángeles? Porqué alguien que muere en pecado mortal no puede ser perdonado tras la muerte? Porqué alguien que está en el infierno no puede ser perdonado e ir al cielo? Existe un carácter irrevocable de la elección, es decir, un ángel que es espíritu puro con naturaleza finita no puede cambiar en su opción, como espíritu puro su opción es radical e irrevocable, a diferencia nuestra que tenemos en esta vida, tenemos una capacidad de reconducirnos, no es así en el caso de los ángeles cuya decisión es irrevocable. El hombre, en el momento de la muerte, fija el estado de su alma ante Dios, la capacidad del hombre de arrepentirse termina con la muerte. No es que Dios no quiera perdonar, es que no pueden arrepentirse. Tanto el ángel como el hombre no son condenados sino que se auto excluyen, la condena de Dios consiste en el respeto a la decisión del ángel y del hombre de auto excluirse.

Catecismo 390-391. La caída de los ángeles I

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Punto 390 El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del hombre (cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe de que toda la historia humana está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros padres (cf. Concilio de Trento: DS 1513; Pío XII, enc. Humani generis: ibíd, 3897; Pablo VI, discurso 11 de julio de 1966).

. En el relato de la caída del pecado original se utiliza un lenguaje simbólico a diferencia de otros libros de la Sagrada Escritura, no es un libro narrativo pero tampoco es un cuento. En el libro del génesis se recurren a imágenes que nos trasladan los acontecimientos al comienzo de la historia del hombre.

. La revelación nos da la certeza de que toda la historia está marcada por el pecado original, todas nuestras realidades están tocadas por el pecado original: la relación hombre y mujer, en la relación padres e hijos, en las relaciones de amistad, en la relación laboral patrono y obrero, etc etc  en todas las realidades de la vida hay que contar con esto. El pecado original nos ha herido pero no nos ha matado definitivamente y es Jesucristo el único que nos puede liberar del pecado.

II La caída de los ángeles

Punto 391 Detrás de la elección desobediente de nuestros primeros padres se halla una voz seductora, opuesta a Dios (cf. Gn 3,1-5) que, por envidia, los hace caer en la muerte (cf. Sb2,24). La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo (cf. Jn 8,44; Ap 12,9). La Iglesia enseña que primero fue un ángel bueno, creado por Dios. Diabolus enim et alii daemones a Deo quidem natura creati sunt boni, sed ipsi per se facti sunt mali ("El diablo y los otros demonios fueron creados por Dios con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos") (Concilio de Letrán IV, año 1215: DS, 800).

. Es difícil o imposible de entender el pecado original sin la existencia del demonio, hay una voz seductora en el relato del génesis que bajo la imagen de la serpiente, con la astucia y la envidia del diablo, con la mentira seducen e influyen en el hombre, y éste libremente se rebela a Dios porque el hombre es culpable, tiene una responsabilidad a pesar del influjo de satanás. Satanás que es el ángel que se rebeló ante Dios, parece que lo que le alivia al rebelde es que otros se rebelen con él, y así pasa en nuestra vida, que cuando alguien está apartado de Dios parece que lo que le alivia, que su consuelo es que otros también se aparten de Dios. Básicamente es lo que le ocurre a satanás, tiene envidia de la relación del hombre con Dios que él ha perdido, vive en la amargura y por envidia que a otros les vaya bien, su único consuelo es que a otros les vaya mal. Esta es la acción de satanás.


. En Juan 8, 44 nos dice quién es satán, que es el padre de la mentira, cuando dice la mentira dice lo que le sale de dentro. Es mentiroso y padre de la mentira. La iglesia enseña que primero fue un ángel bueno creado por Dios, una criatura, que luego satanás y sus ángeles se hicieron así mismos malos.     

lunes, 30 de marzo de 2015

Catecismo 388-389. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. El pecado original: verdad esencial de la fe

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Punto 388 Con el desarrollo de la Revelación se va iluminando también la realidad del pecado. Aunque el Pueblo de Dios del Antiguo Testamento conoció de alguna manera la condición humana a la luz de la historia de la caída narrada en el Génesis, no podía alcanzar el significado último de esta historia que sólo se manifiesta a la luz de la muerte y de la resurrección de Jesucristo (cf. Rm 5,12-21). Es preciso conocer a Cristo como fuente de la gracia para conocer a Adán como fuente del pecado. El Espíritu-Paráclito, enviado por Cristo resucitado, es quien vino "a convencer al mundo en lo referente al pecado" (Jn 16,8) revelando al que es su Redentor.

. El pecado original no es una cuestión menor, es esencial, es una verdad de fe. Cuando el Espíritu Santo da la gracia de la conversión a alguien, éste abraza la fe totalmente, no un poco, no dice creo en esto sí pero en esto no, no empieza a hacer una selección de verdades. Cuando se recibe el toque de la conversión, la revelación de Dios, se abraza la plenitud de la revelación. La revelación tenemos que razonarla para entenderla mejor, no para ponerme por encima de ella.

. La revelación no ha sido instantánea, ha sido paulatina y nosotros hemos nacido cuando la plenitud de la revelación estaba completada, somos unos privilegiados en este aspecto. Ante esto hay un drama que es la ignorancia, la falta de inquietud y desinterés por la escritura. No tener interés por saber nos delata la enfermedad de nuestro corazón. Se nos invita a leer Rom5, 12-21 donde se indica: “lo mismo que por un hombre entro el pecado en el mundo… “ donde se compara a Jesucristo con Adán, es el segundo Adán. Para entender al primer Adán hay que conocer al segundo Adán. La Biblia se entiende mejor desde el final hacia el principio que al revés. Si por un hombre entró el pecado, por Jesucristo que se une a nuestra condición humana entra la gracia.

. El Paráclito es enviado por Jesucristo, que deja convencido al mundo en lo referente al pecado. Se refiere a que nosotros sin la luz del Espíritu Santo no terminamos de entender el misterio del pecado. Sta Teresa dice que el pecado solo se ve a la luz de Dios, por eso suele ocurrir en nuestra vida que uno se siente más pecador cuanto más cerca está de Dios y paradójicamente, cuanto más lejos está de Dios, cuanto más pecador es, menos pecador se ve. Esto pasa porque no se tiene el punto de referencia de Dios y uno acaba tomando por normal todo. Sin la luz de Cristo uno no ve su pecado.

Punto 389 La doctrina del pecado original es, por así decirlo, "el reverso" de la Buena Nueva de que Jesús es el Salvador de todos los hombres, que todos necesitan salvación y que la salvación es ofrecida a todos gracias a Cristo. La Iglesia, que tiene el sentido de Cristo (cf. 1 Cor 2,16) sabe bien que no se puede lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.

. El tema del pecado original es como el anverso y el reverso de una moneda: el reverso de la moneda es la doctrina del pecado original y nuestros pecados personales, y el anverso es Cristo salvador. Ambas caras están unidas, no se puede hablar de Cristo salvador sin hablar del pecado, porque si yo no sé de qué me salva… de qué me ha salvado? de un catarro(con perdón)? Si niego el pecado estoy quitando toda la intensidad a la salvación de Cristo.

. La clave de explicación de Cristo está en la iglesia, tiene el sentido de Cristo porque el Espíritu Santo prometió que no dejaría huérfana a la iglesia, la asistiría, la acompañaría, llevaría a plenitud la comprensión de la predicación de Cristo, y en dos mil años así ha sido. Esto desenmascaa eso de Cristo, sí iglesia no, o pluralismo religioso sí pero religión revelada no. Detrás de esto se esconde algo que se está difundiendo mucho que es espiritualidad sí y religión no, o religión la que te convenga. No, no la clave está en el acontecimiento de la revelación, Cristo vino y se reveló, y vino a nosotros enviado por el Padre.

Catecismo 386-387. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. La realidad del pecado

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Punto 386 El pecado está presente en la historia del hombre: sería vano intentar ignorarlo o dar a esta oscura realidad otros nombres. Para intentar comprender lo que es el pecado, es preciso en primer lugar reconocer el vínculo profundo del hombre con Dios, porque fuera de esta relación, el mal del pecado no es desenmascarado en su verdadera identidad de rechazo y oposición a Dios, aunque continúe pesando sobre la vida del hombre y sobre la historia.

. El pecado está presente en la historia y el que no lo vea es que está ciego. Hay intentos de pasar por alto la existencia del pecado. Chesterton antes de su conversión, en una tertulia con el padre O’Connor entendía que la iglesia o un sacerdote iba a tener más conocimiento de la cosas positivas de la vida que él, pero no imaginaba que también iba a tener un conocimiento mayor de las cosas negativas, de lo que ocurre en las calles de los suburbios, decía que la iglesia estaba demasiado lejos de esa realidad. Le sorprendió que además de conocer el ideal angélico también conoce la debilidad del hombre. La revelación cristiana nos permite conocer más las virtudes y también más los pecados. Decir que el pecado es un fallo, un desliz, un error, es difuminar nuestra responsabilidad, nos hacemos una pieza del entramado y echamos la culpa al sistema.

. El hombre tiene un profundo vínculo con Dios, entonces la palabra pecado añade dos matices, primero el matiz de responsabilidad, pues alguien se puede equivocar pero lo hace sin cometer pecado, es decir, un fallo no culpable, es decir, la palabra pecado no es lo mismo que error. Además la palabra pecado, además de la voluntariedad, añade que pecar es rechazar el plan que tiene Dios pensado para nosotros, y obrar en contra de este plan amoroso de Dios es estar pecando. Olvidarse de esta relación con Dios es no entender el concepto de pecado. Si no nos damos cuenta de lo que es el pecado, no nos vamos a enterar.

S Agustín decía que el pecado tiene dos dimensiones: rechazar a Dios y entregarnos desordenadamente a las criaturas. Es más visible para nosotros el apego a las cosas y la menos visible el rechazo a Dios, pero ésta es la más grave porque detrás de ese apego mío se esconde el rechazo y amor a Dios. Es como el iceberg, que lo que no se ve, es mucho más de lo que ves.

. El pecado no es un problema más de la humanidad, sino el problema. La raíz de ese pecado es  la rebelión del hombre ante Dios, ruptura con Dios, exclusión con Dios, desobediencia a Dios. Es el fenómeno que hace daño y destruye al hombre, ofende a Dios lo que destruye al hombre y el pecado es la ofensa a Dios.   

Punto 387 La realidad del pecado, y más particularmente del pecado de los orígenes, sólo se esclarece a la luz de la Revelación divina. Sin el conocimiento que ésta nos da de Dios no se puede reconocer claramente el pecado, y se siente la tentación de explicarlo únicamente como un defecto de crecimiento, como una debilidad psicológica, un error, la consecuencia necesaria de una estructura social inadecuada, etc. Sólo en el conocimiento del designio de Dios sobre el hombre se comprende que el pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas creadas para que puedan amarle y amarse mutuamente.

. La realidad del pecado sale a la luz con la revelación. Es la revelación la que desenmascara al pecado. La revelación ilumina nuestro juicio de la realidad, un cristiano comprende la realidad con la luz de la revelación, a veces hacemos de la revelación algo que no viene de lo alto, sino que la revelación es caer yo en cuenta de la verdad que tengo dentro de mí. Como si fuera un convencimiento subjetivo que yo en mi interior intento comprender, intentando comprender la revelación como una auto iluminación mía. Que yo dentro de mí estoy como comprendiendo la realidad. Esto es hacer una verdad a nuestra medida y reducir la revelación a la nada, a uno mismo. Nosotros tenemos que afirmar la objetividad de la revelación.


. El pecado es un abuso de la libertad que Dios da a las personas. La medida de la verdadera libertad es la verdad y la justicia. Libertad no es escoger tú, independientemente de que la decisión sea acertada o no. Lo importante de la libertad es utilizarla bien. Elegir tú y elegir bien. Tenemos que distinguir entre la gran confianza que Dios nos da y el abuso de su confianza. Por libertad entendemos la capacidad que Dios nos ha dado de determinarnos para el bien, para la santidad. La libertad es más que tener capacidad de elegir una cosa o la contraria.   

Catecismo 385. La caída

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LA CAÍDA

Punto 385 Dios es infinitamente bueno y todas sus obras son buenas. Sin embargo, nadie escapa a la experiencia del sufrimiento, de los males en la naturaleza —que aparecen como ligados a los límites propios de las criaturas—, y sobre todo a la cuestión del mal moral. ¿De dónde viene el mal? Quaerebam unde malum et non erat exitus ("Buscaba el origen del mal y no encontraba solución") dice san Agustín (Confessiones, 7,7.11), y su propia búsqueda dolorosa sólo encontrará salida en su conversión al Dios vivo. Porque "el misterio [...] de la iniquidad" (2 Ts 2,7) sólo se esclarece a la luz del "Misterio de la piedad" (1 Tm 3,16). La revelación del amor divino en Cristo ha manifestado a la vez la extensión del mal y la sobreabundancia de la gracia (cf. Rm 5,20). Debemos, por tanto, examinar la cuestión del origen del mal fijando la mirada de nuestra fe en el que es su único Vencedor (cf. Lc 11,21-22; Jn 16,11; 1 Jn 3,8).

. Este punto nos da un marco de cómo aborda la iglesia en su Catecismo la explicación del origen del mal. La primera explicación que hace es que Dios es infinitamente bueno, obra el bien y todas sus obras son buenas. Sería un error decir que Dios hace muchas cosas buenas pero también hace algunas malas, que hace más cosas buenas que malas. Esta afirmación es una barbaridad, una blasfemia. Pero basta mirar nuestro alrededor para ver que el mal existe, pero si no viene de Dios, entonces de dónde viene?

. Nadie escapa del sufrimiento, de los males de la naturaleza y sobre todo del mal moral. Nadie se escapa de todo esto. El catecismo distingue estos tres males: dolor, naturaleza y moral. La enfermedad es un aviso de que el sufrimiento está presente, el deterioro natural no ocurre sin sufrimiento, nuestra vida es caduca, no te aferres a algo que se te está escapando, y sobre todo está el mal que uno mismo genera que es mucho más triste que el mal que padecemos, es mucho peor el mal que yo hago que el que me hacen a mí. Lo normal y equilibrado es sufrir más por el mal que uno hace. Es peor explotar a los pobres, explotar al tercer mundo y enriquecerte en base al sufrimiento de los pobres que los males naturales. Es mejor sufrir un mal natural que generar el mal y la desgracia a los demás. El que padece el mal que no ha cometido es más feliz que “el europeo que genera el sufrimient
o con su estilo de vida”. Lo peor del mal es que tú te hagas malo, que no te hagas víctima sino que te hagas cómplice y verdugo del mal.

. Uno sufre más con sus pecados personales que con los que padece por causas externas. Por tanto el mal se experimenta de tres formas principales: el sufrimiento moral porque si uno ama sufre (uno ve que hay disgustos y reveses), el sufrimiento de naturaleza (los sufrimientos físicos y naturales) y el sufrimiento del pecado que uno comete. Sufrimos más de lo debido porque tenemos mal puesta la jerarquía de los sufrimientos: si me hace sufrir más lo que me hace el otro entonces vamos mal.

. S Agustín se pregunta de dónde viene el mal, se cuestiona si Dios no es infinitamente bueno. S Agustín quiere encontrar una respuesta más o menos teórica pero solo la encontrará en su propia conversión, en su implicación en la batalla del bien y del mal, no es algo externo y teórico.

. Si la impiedad es la acción de satanás que quiere campar a sus anchas, el misterio de la piedad es como Dios ha entregado a su hijo para rescatar la libertad de los hombres al precio de la sangre de Cristo que nos ha redimido. Nosotros para darnos cuenta de la gravedad del mal necesitamos ver lo que ha hecho Dios para salvarnos. Cuando hacemos el discurso de que somos buena gente, buenas personas, ni mato, ni robo,… estamos haciendo innecesario el misterio de la redención, de la piedad de Dios, de su entrega amorosa al hombre. Si eso del pecado es una historieta y una exageración entonces para qué llevo a cabo Dios la redención? Qué sentido tiene que Cristo haya entregado su vida para la salvación del hombre?, para darnos cuenta de la gravedad del pecado es necesario descubrir lo que ha hecho Dios por rescatarnos. Cuántas personas solamente cuando ven a Cristo en su pasión, muerte y resurrección son capaces de llorar sus pecados, porque no te terminas de enterar la gravedad de tu propio pecado hasta que no ves lo que ha hecho Cristo por rescatarte.


. Cuando uno fuerte y bien armado (satanás) custodia su palacio, sus bienes están seguros, pero cuando llega uno más fuerte que él y le vence (Jesucristo), le quita las armas y reparte sus despojos. Aquí se refiere a los exorcismos de Jesucristo que expulsa a satanás. En Jn 16,11 Jesús ya dice que el príncipe de este mundo (satanás) está juzgado, tiene los días contados. Por tanto es importantísimo nuestra perseverancia y nuestra paciencia, que canse tu paciencia en el bien al mal, porque el mal tiene sus días contados, aguanta que vencemos seguro

domingo, 29 de marzo de 2015

Catecismo 374-379. El hombre en el paraíso

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IV El hombre en el paraíso

Punto 374 El primer hombre fue no solamente creado bueno, sino también constituido en la amistad con su creador y en armonía consigo mismo y con la creación en torno a él; amistad y armonía tales que no serán superadas más que por la gloria de la nueva creación en Cristo.

. El primer ser humano, Adán y Eva, supone una intervención nueva en la creación porque Dios ha creado e infundido el alma en ellos. El cuerpo del hombre puede provenir por evolución del mono, pero no el hombre, porque el hombre no es solo su corporeidad sino una intervención directa de Dios en la creación del alma. El hombre en aquel primer estadio que estaba que llamamos del paraíso terrenal, no es que estuvieran en un paraíso como un lugar paradisíaco sino como un estado de no haber pecado, en un estado de amistad con Dios y a eso es a lo que llamamos paraíso. El paraíso no consiste en que dentro de unas tapias todo es maravilloso y fuera no, esto es una imagen, lo maravilloso del paraíso es el estado en el que vive el hombre sin pecado en la amistad con Dios, no es que sea un sitio sino una condición que tiene el hombre.

. Adán y Eva fueron introducidos en una amistad con el creador que se refleja en la capacidad de hablar con Yahveh. De aquí se derivan consecuencias muy concretas, tenían una gran armonía interior con ellos mismos y con la creación. Este estado del paraíso solo es superado por el cielo, con Jesucristo somos elevados a una condición filial, nos hace hijos del Padre, nos conduce a una intimidad superior. Si grande era la felicidad de Adán y Eva en el paraíso, estamos llamados a una intimidad superior que la supera que es el cielo.

Punto 375 La Iglesia, interpretando de manera auténtica el simbolismo del lenguaje bíblico a la luz del Nuevo Testamento y de la Tradición, enseña que nuestros primeros padres Adán y Eva fueron constituidos en un estado "de santidad y de justicia original" (Concilio de Trento: DS 1511). Esta gracia de la santidad original era una "participación de la vida divina" (LG 2).

. El estado o la relación de Adán y Eva con Dios antes del pecado original, era de santidad y justicia original, ambos eran santos, no en el sentido que entendemos ahora de participar de la santidad de Jesucristo, sino una santidad constituida por la creación. Esto es lo que pierden por el pecado y entran en una especie de esclavitud, es como si satanás empieza a tener un poderío sobre ellos, antes del pecado original están preservados de satanás, el pecado abre la puerta a satanás y tiene capacidad de influjo sobre ellos. Es decir, que antes del pecado original había un estado de gracia, amistad e intimidad con Dios.  

Punto 376 Por la irradiación de esta gracia, todas las dimensiones de la vida del hombre estaban fortalecidas. Mientras permaneciese en la intimidad divina, el hombre no debía ni morir (cf.Gn 2,17; 3,19) ni sufrir (cf. Gn 3,16). La armonía interior de la persona humana, la armonía entre el hombre y la mujer (cf. Gn 2,25), y, por último, la armonía entre la primera pareja y toda la creación constituía el estado llamado "justicia original".

. El estado llamado justicia original era aquél de armonía interior, entre la primera pareja y con toda la creación. En el plan primero de Dios el hombre no debía morir sino vivir para siempre en el paraíso, y no estaba previsto el sufrimiento. Por efecto del pecado se introduce la muerte, el dolor y el sufrimiento.

. Con la ruptura de la armonía, comienza el “quita tú que me pongo yo”, el protagonismo de cada uno empieza a chocar entre nosotros.

Punto 377 El "dominio" del mundo que Dios había concedido al hombre desde el comienzo, se realizaba ante todo dentro del hombre mismo como dominio de sí. El hombre estaba íntegro y ordenado en todo su ser por estar libre de la triple concupiscencia (cf. 1 Jn 2,16), que lo somete a los placeres de los sentidos, a la apetencia de los bienes terrenos y a la afirmación de sí contra los imperativos de la razón.

. El hombre dominaba el mundo partiendo del dominio de sí mismo que es justo lo contrario de lo que nos 
pasa ahora. Lo que hacemos ahora más que dominar es aplastar, el hombre estaba libre de la carne, de los ojos y la riqueza que vienen del mundo contrario a Dios, es decir, los placeres de los sentidos (el máximo placer con el mínimo esfuerzo), la apetencia de los bienes terrenos (el poseer, el tener, almacenar y afirmarse a uno mismo por lo que tiene) y la afirmación de sí contra los imperativos de la razón ( la soberbia, yo por encima de la verdad, la verdad soy yo, que es el influjo principal que satanás tiene en nosotros tras el pecado original). El estado de Adán y Eva era el no tener estas tres concupiscencias.

Punto 378 Signo de la familiaridad con Dios es el hecho de que Dios lo coloca en el jardín (cf. Gn2,8). Vive allí "para cultivar la tierra y guardarla" (Gn 2,15): el trabajo no le es penoso (cf.Gn 3,17-19), sino que es la colaboración del hombre y de la mujer con Dios en el perfeccionamiento de la creación visible.

. Yahveh los coloca en ese jardín, en ese estado, con la encomienda de cultivar y guardar la tierra, les ha encomendado la creación, y el trabajo no les resultara penoso. En Gn 3,17-19 Yahveh les dice que con fatiga sacarás el alimento de la tierra, sudarás, el trabajo resultará penoso. En Adán y Eva antes del pecado no era así, estaban guardados por Dios en ese estado de amistad, santidad y de justicia. La “tapia” del paraíso era ese estado.  

Punto 379 Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres.


. Toda esta armonía que era el plan primero de Dios se pierde por el pecado de nuestros primeros padres. El drama del pecado del que nos salva Jesucristo tiene una importancia que no siempre nos damos cuenta. 

Catecismo 371-373. 'Hombre y mujer los creo'. 'El uno para el otro', 'una unidad de dos'

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“El uno para el otro”, “una unidad de dos”

Punto 371 Creados a la vez, el hombre y la mujer son queridos por Dios el uno para el otro. La Palabra de Dios nos lo hace entender mediante diversos acentos del texto sagrado. "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada" (Gn 2,18). Ninguno de los animales es "ayuda adecuada" para el hombre (Gn 2,19-20). La mujer, que Dios "forma" de la costilla del hombre y presenta a éste, despierta en él un grito de admiración, una exclamación de amor y de comunión: "Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne" (Gn 2,23). El hombre descubre en la mujer como un otro "yo", de la misma humanidad.

. Hombre y mujer han sido creados a la vez y queridos el uno para el otro, hay una complementariedad natural, hechos el uno para el otro. La condición sexual del hombre es recibida, no elegida como puede pasar ahora, el hombre es hombre por naturaleza, es creado hombre tal cual. Y lo mismo pasa con la mujer. Nuestra persona no se puede construir en contra de nosotros mismos, de nuestra creaturalidad, de la naturaleza que hemos recibido.

. Dios nos ha querido el uno para el otro, hay una complementariedad obvia entre hombre y mujer. Dos personas del mismo sexo no tienen esa complementariedad natural, y esto no es hablar en contra de nadie, pues la naturaleza masculina y femenina tienen una complementariedad no solo biológica sino también psicológica que no tienen dos personas del mismo sexo. La palabra de Dios nos lo hace entender en varios acentos del texto sagrado: “no es bueno que el hombre esté solo”, Adán sentía una soledad existencial y aunque estaba rodeado  de toda la naturaleza, se sentía solo. Yahveh le hace una ayuda adecuada, es decir, Dios pensó en dos sexos, en una relación, no hemos sido creados para la soledad sino creados para una comunión, para un encuentro, para una alianza entre nosotros, para la procreación y el crecimiento desde la comunión. La soledad no es buena como principio, el proyecto que ha pensado Dios para nosotros no es un proyecto individualista.

. La imagen de la costilla de Adán subraya la igual dignidad de la mujer y del hombre, formamos uno entre los dos. Hasta este momento, no hay una complementariedad entre los dos y una vida en comunión. El ideal cristiano no es una vida en soledad sino una vida en comunión, no el hombre autónomo que no necesita de nadie. Dios es trinidad y como somos imagen y semejanza de Dios estamos llamados a la comunión, luego tenemos que ser educados para la comunión, para el matrimonio y para la vida comunitaria

Punto 372 El hombre y la mujer están hechos "el uno para el otro": no que Dios los haya hecho "a medias" e "incompletos"; los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas ("hueso de mis huesos...") y complementarios en cuanto masculino y femenino (cf. Mulieris dignitatem, 7). En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando "una sola carne" (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: "Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra" (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador (cf. GS 50,1).

. El hombre y la mujer no es que sean incompletos y necesitan del otro para completarse. No es imprescindible casarse y formar un matrimonio para que cada uno sea completo. Estamos creados para ser una ayuda para el otro, no somos autosuficientes, lo más característico del hombre no es el ”auto…” sino la comunión. Especialmente, a través de la transmisión de la vida es el momento en el que el hombre coopera con el creador de una manera especial: el matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y educación de la prole, los hijos son sin duda el don más excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres. Dios bendijo al varón y a la mujer diciendo creced y multiplicaos. La procreación no es como “plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo”, no es un instrumento de autorrealización del hombre, sino un don de Dios, no lo podemos ni exigir ni fabricar. Somos instrumentos de Dios para la procreación, no somos árbitros.

Punto 373 En el plan de Dios, el hombre y la mujer están llamados a "someter" la tierra (Gn 1,28) como "administradores" de Dios. Esta soberanía no debe ser un dominio arbitrario y destructor. A imagen del Creador, "que ama todo lo que existe" (Sb 11,24), el hombre y la mujer son llamados a participar en la providencia divina respecto a las otras cosas creadas. De ahí su responsabilidad frente al mundo que Dios les ha confiado


. Hombre y mujer participan dela misma llamada de someter la tierra, de ser administradores de la creación. Dios nos ha creado con una capacidad de colaboración con él en la participación de las cosas creadas. Dios nos ha dado la materia prima y es alfarero de alfareros, quiere que nosotros seamos sus alfareros, sus administradores. No somos los dueños de la creación con el afán de imponer un dominio destructor, sino que participamos en la creación de Dios con responsabilidad en las cosas que nos ha confiado. Somos administradores, Dios nos ha encomendado el mundo para trabajar en comunión, para hacer un proyecto en el que quepan todos, donde no sobra nadie.

Catecismo 365-368. 'Corpore et anima unus' II

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Punto 365 La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (cf. Concilio de Vienne, año 1312, DS 902); es decir, gracias al alma espiritual, la materia que integra el cuerpo es un cuerpo humano y viviente; en el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza.

. Se subraya que la unión de cuerpo y alma constituye una única naturaleza: Puede existir un cuerpo humano sin alma humana?: no, sería un cadáver. Puede existir un alma humana sin cuerpo humano?: sí, transitoriamente, sería un alma que en el momento en que el ser humano ha fallecido, ese alma desprendida de su cuerpo está esperando la resurrección del cuerpo. La persona no subsiste en el cadáver, subsiste en el alma, pero está en un estado transitorio anhelando la resurrección del cuerpo.

. No pensemos que cuerpo y alma están superpuestas o yuxtapuestas, una encima de la otra, sino que el alma anhela la resurrección del cuerpo porque ambas son una única naturaleza, una unidad sustancial, hasta el punto de poder decir que el alma es la forma y el cuerpo es la materia y el alma informa plenamente a esa materia y es así que en el momento en que muere el cuerpo, pierde la unión sustancial con el alma, el “yo” está en el alma y ese alma suspira por la resurrección del cuerpo para que esa unidad sustancial vuelva a tener lugar. El alma es inmortal, no así el cuerpo que está sometido a la muerte.

Punto 366 La Iglesia enseña que cada alma espiritual es directamente creada por Dios (cf. Pío XII, Enc. Humani generis, 1950: DS 3896; Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, 8) —no es "producida" por los padres—, y que es inmortal (cf. Concilio de Letrán V, año 1513: DS 1440): no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte, y se unirá de nuevo al cuerpo en la resurrección final.

. El alma es creada directamente por Dios, los padres engendran el cuerpo pero no engendran el alma. El alma no viene de la materia porque de la materia viene materia, de la materia no puede venir lo espiritual, el alma es creada por Dios directamente. Allí donde los padres engendran, Dios crea e infunde un alma.

. El alma es inmortal, es espíritu puro. Es propio de la naturaleza carnal el nacer, crecer y morir.

. El alma no perece cuando se separa del cuerpo en la muerte: el yo humano no ha dejado de existir. A veces se hace una interpretación de la muerte como la vuelta a la nada esperando la resurrección, no, el ser humano pervive en el alma inmortal. La resurrección no es volver a ser creado de la nada, sino que es resucitar el cuerpo humano y unirlo al alma inmortal que ha pervivido.

. La parusía, cuando Dios venga como juez de vivos y muertos, el fin del mundo,… también coincide con la resurrección final.

Punto 367 A veces se acostumbra a distinguir entre alma y espíritu. Así san Pablo ruega para 
que nuestro "ser entero, el espíritu [...], el alma y el cuerpo" sea conservado sin mancha hasta la venida del Señor (1 Ts 5,23). La Iglesia enseña que esta distinción no introduce una dualidad en el alma (Concilio de Constantinopla IV, año 870: DS 657). "Espíritu" significa que el hombre está ordenado desde su creación a su fin sobrenatural (Concilio Vaticano I: DS 3005; cf. GS 22,5), y que su alma es capaz de ser sobre elevada gratuitamente a la comunión con Dios (cf. Pío XII, Humani generis, año 1950: DS 3891).

. Cuando se habla del ser entero del hombre en 1Ts 5,23 se hace como una triada, se habla de tres elementos: espíritu, alma y cuerpo. Generalmente se habla en la Sagrada Escritura de cuerpo y alma, pero en algún texto se habla de una triada. El término espíritu se refiere a la dimensión de vida espiritual, estamos llamados a recibir la vida del Espíritu Santo, es como si dijéramos que el hombre es una unidad sustancial de cuerpo y alma, y al mismo tiempo esta elevado a la vida del espíritu, y no solo el alma esta elevada a la vida del espíritu, también el cuerpo. Yo, cuerpo y alma, estoy llamado a una vida espiritual.

Punto 368 La tradición espiritual de la Iglesia también presenta el corazón en su sentido bíblico de "lo más profundo del ser" "en sus corazones" (Jr 31,33), donde la persona se decide o no por Dios (cf. Dt 6,5; 29,3;Is 29,13; Ez 36,26; Mt 6,21; Lc 8,15; Rm 5,5).


. Algo parecido pasa con el término corazón, el corazón del hombre se refiere a la interioridad del hombre, a la vida espiritual, por eso es similar el termino espíritu y el término corazón. Porque el corazón del hombre es la interioridad del hombre que está llamado a la vida espiritual.

Catecismo 369-370. 'Hombre y mujer los creo'. Igualdad y diferencia queridas por Dios

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III “Hombre y mujer los creó”

Igualdad y diferencia queridas por Dios

Punto 369 El hombre y la mujer son creados, es decir, son queridos por Dios: por una parte, en una perfecta igualdad en tanto que personas humanas, y por otra, en su ser respectivo de hombre y de mujer. "Ser hombre", "ser mujer" es una realidad buena y querida por Dios: el hombre y la mujer tienen una dignidad que nunca se pierde, que viene inmediatamente de Dios su creador (cf. Gn 2,7.22). El hombre y la mujer son, con la misma dignidad, "imagen de Dios". En su "ser-hombre" y su "ser-mujer" reflejan la sabiduría y la bondad del Creador.

. Ser creados es ser queridos, teológicamente casi es un sinónimo, Dios ha decidido darnos la vida en un acto consciente, voluntario y libre. El ser humano para su madurez, ha de ser consciente de saberse creado y querido por Dios. Hemos sido creados por amor y hemos de devolver esa existencia por amor, tomar conciencia de que somos queridos nos configura y entonces mi existencia consiste en repetir lo que he recibido.

. En cada concepción de un ser humano, incluso aunque el entorno humano sea indigno, Dios se ha comprometido con esa persona queriéndola y supliendo con su acto de amor el querer del hombre. Por lo tanto ser creados es ser queridos. Lo principal del dato de la creación es saber que hemos sido queridos.

. Dios nos ha creado en una igualdad llamada a la comunión entre uno y otro. La dignidad de hombre y mujer nunca se pierde, en el cielo también seremos hombres y mujeres igual que en esta vida. Dios en la creación nos ha querido hombre y mujer con igual dignidad, pues la dignidad está en el ser persona.  

Punto 370 Dios no es, en modo alguno, a imagen del hombre. No es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero las "perfecciones" del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre (cf. Is49,14-15; 66,13; Sal 131,2-3) y las de un padre y esposo (cf. Os 11,1-4; Jr 3,4-19).


. Nosotros somos a imagen de Dios y no al revés, proyectar nuestro concepto de padre a imagen de Dios tenemos que purificarlo, Dios está por encima de nuestras proyecciones de un padre.

jueves, 26 de marzo de 2015

Catecismo 362-364. 'Corpore et anima unus' I

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Punto 362 La persona humana, creada a imagen de Dios, es un ser a la vez corporal y espiritual. El relato bíblico expresa esta realidad con un lenguaje simbólico cuando afirma que "Dios formó al hombre con polvo del suelo e insufló en sus narices aliento de vida y resultó el hombre un ser viviente" (Gn 2,7). Por tanto, el hombre en su totalidad es querido por Dios.

. El hombre es cuerpo y alma, la naturaleza propia del hombre une el mundo espiritual y el mundo material. De forma simbólica en Gn 2,7 se indica que Dios formó al hombre con polvo del suelo, está vinculado al mundo material, y le insufló el espíritu. El hombre es materia y al mismo tiempo la trasciende. Se suelen utilizar dos expresiones: el hombre es un espíritu encarnado o también es un cuerpo informado por un espíritu inmortal. El hombre creado de esta forma, que es peculiar porque el resto de la creación no fue creada así, en el hombre hay una diferenciación entre su aspecto corporal y su aspecto espiritual, se está distinguiendo al hombre del resto de los animales, Dios le alienta la vida, le hace capaz de conocer el resto de los seres, de ponerles un nombre, de reconocerle como distinto a ellos. Si bien no se habla del alma en el texto del génesis, se está dando a entender que el hombre está más allá de la materialidad.

. Se presenta pues el hombre como una unidad, y esa unidad contiene una dualidad, es decir, no es un dualismo en el sentido de que el alma está encarcelada en el cuerpo y tiene que liberarse de él, entonces te vas liberando de un cuerpo menos perfecto para ir a otro más perfecto. El cristianismo no es dualista, todo yo, cuerpo y alma estoy llamado a la vida eterna, tal es así que Jesucristo resucita con su cuerpo y con su cuerpo asciende a los cielos, y está sentado a la derecha del Padre con su cuerpo glorificado. O sea que de dualismo nada, porque nosotros no pensamos que la materia sea algo malo de lo que haya que desprenderse. En esta vida el alma o espíritu está condicionado a la materialidad del cuerpo, nuestra alma esta en estos parámetros de espacio y de tiempo, entonces mi alma que está unida a mi cuerpo está sujeta a los condicionamientos de mi ser material o corporal, si por ejemplo tengo un fuerte dolor corporal me duele todo, no vale decir a mi alma no le duele nada, le duele únicamente a mi cuerpo. Yo soy una unidad total y ante un dolor corporal me duele todo, y el alma está condicionada por la dimensión corporal,  pero en el más allá, en la otra vida se vuelven las tornas, y después de la resurrección será más bien el cuerpo el que esté condicionado a las leyes del espíritu, por eso vemos que el cuerpo resucitado de Jesucristo aparecía, desaparecía, …. ese cuerpo resucitado  ya no está sujeto a las leyes materiales porque en esa otra dimensión que supera el espacio y el tiempo está como espiritualizado. En esta vida el alma está condicionada por la dimensión material, y al revés, en la vida eterna el cuerpo resucitado vive según las leyes del espíritu.    

Punto 363 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana (cf. Mt16,25-26; Jn 15,13) o toda la persona humana (cf. Hch 2,41). Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre (cf. Mt 26,38; Jn 12,27) y de más valor en él (cf. Mt 10,28;2M 6,30), aquello por lo que es particularmente imagen de Dios: "alma" significa el principio espiritual en el hombre.

. Hay varias acepciones del término alma (psujé en griego) dependiendo del contexto en el que aparece en los evangelios, por ejemplo la acepción de vida del hombre, de intimidad del hombre, lo más valioso del hombre, la totalidad de la persona, pero en definitiva alma significa el principio espiritual del hombre. A veces se dice indistintamente alma o espíritu.

. Vida del hombre: en Mt 16,25 “porque quien quiera salvar su vida (psujé)la perderá pero quien pierda su vida por mí la encontrará, pues de que le servirá al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida”. Vida se refiere a mi vida entera. En Jn 15,13, “nadie tiene mayor amor que el que da su vida (psujé) por sus amigos”, aquí la palabra alma significa dar tu vida.

. En Hechos 2,41 (psujé) se traduce como persona: “..aquél día se reunieron tres mil almas (psujé)”

. En la acepción de interioridad, Mt 26,38 “mi alma (psujé) está triste, hasta el punto de morir, quedaos aquí y velad conmigo”. No se refiere a que una parte de él está triste y otra contenta, se refiere a la interioridad, a lo más íntimo.

. Qué tiene más valor? Mt 10,28 “no temáis a los que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma (psujé)…” no temas a los que únicamente puedan matar el cuerpo pero no pueden matar el alma, como mucho podrán matar tu cuerpo pero no podrán tocar tu alma.

Punto 364 El cuerpo del hombre participa de la dignidad de la "imagen de Dios": es cuerpo humano precisamente porque está animado por el alma espiritual, y es toda la persona humana la que está destinada a ser, en el Cuerpo de Cristo, el templo del Espíritu (cf. 1 Co 6,19-20; 15,44-45):
«Uno en cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, reúne en sí los elementos del mundo material, de tal modo que, por medio de él, éstos alcanzan su cima y elevan la voz para la libre alabanza del Creador. Por consiguiente, no es lícito al hombre despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, tiene que considerar su cuerpo bueno y digno de honra, ya que ha sido creado por Dios y que ha de resucitar en el último día» (GS 14,1).

. No pensemos que la imagen de Dios está únicamente en el alma, sería incorrecto porque la corporalidad del hombre participa de esa imagen de Dios. En el momento en que muere el hombre, el alma comparece ante Dios y es juzgada, la persona humana está en el alma carente de una dimensión corporal, la persona no está ligada al cadáver hasta la resurrección final.


. Este cuerpo tuyo está llamado a contemplar la gloria de Dios, en el último día resucitará. Lo material también está llamado a la vida eterna en la medida en que en el hombre lo espiritual y lo material está conjuntado. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

Catecismo 359-361. El hombre 'A imagen de Dios' II

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Punto 359 "Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS 22,1):
«San Pablo nos dice que dos hombres dieron origen al género humano, a saber, Adán y Cristo [...] El primer hombre, Adán, fue un ser animado; el último Adán, un espíritu que da vida. Aquel primer Adán fue creado por el segundo, de quien recibió el alma con la cual empezó a vivir [...] El segundo Adán es aquel que, cuando creó al primero, colocó en él su divina imagen. De aquí que recibiera su naturaleza y adoptara su mismo nombre, para que aquel a quien había formado a su misma imagen no pereciera. El primer Adán es, en realidad, el nuevo Adán; aquel primer Adán tuvo principio, pero este último Adán no tiene fin. Por lo cual, este último es, realmente, el primero, como él mismo afirma: "Yo soy el primero y yo soy el último"». (San Pedro Crisólogo, Sermones, 117: PL 52, 520B).

. El hombre es un misterio, somos un enigma, quién es el hombre, qué sentido tiene todo, de dónde vengo?, a dónde voy?, qué sentido tienen mis contradicciones, porqué tengo limitaciones. Es como si tuviera un motor dentro de mí que quisiera correr a mil por hora pero mis piernas no me alcanzan, cómo estoy hecho?. El hombre es un enigma y solamente Cristo le explica al hombre qué es ser hombre. Para entender de tu enigma, tienes que mirar a Jesucristo, sino mirar a Jesucristo tú no te entiendes y el problema que tenemos es que nos miramos mucho al espejo y ahí no te vas a aclarar, lo que descubres en el espejo es tu propia contradicción. Lo que necesitas es mirar al sagrario, mirar a Jesucristo y entonces esa especie de enigma tendrá su respuesta. En Cristo encuentras el sentido último de ser hombre. Después de mirar a Cristo nos aceptamos y entendemos un poco más.

. Esto es parecido a la etapa de la rebeldía de la adolescencia que no sabes ni contra quién pegar la coz. Esa etapa de la crisis de identidad es perfectamente comparable con el hombre, que sin Jesucristo no entiende su identidad. Se reduce a vivir pragmáticamente sin más. Es un drama vivir de espaldas al sentido de nuestra vida. En Jesucristo nos entendemos porque el primer Adán lo creó en vistas al segundo Adán que iba a ser Jesucristo.

. Cuando decimos que Jesús se hizo semejante al hombre en todo menos en el pecado, tenemos el riesgo de pensar, claro, si se hizo semejante menos en el pecado entonces es que no es verdadero. No, no nos equivocamos porque el pecado no es ser verdadero hombre, el pecado precisamente lo que hace es que te dificulta ser verdadero hombre. Jesús es el verdadero hombre y me enseña a mí a entenderme y a ser hombre. Ser pecador no forma parte de ser hombre, es una desgracia, es fruto de haber utilizado mal mi libertad.

. El santo padre de la iglesia, S Pedro Crisólogo (s.V), subraya que Cristo da la explicación de quién somos nosotros: Adán el primer hombre fue un ser animado y Cristo el último Adán un espíritu que da vida. Cristo da el Espíritu Santo para que el hombre pueda vivir espiritualmente, sin el Espíritu Santo actuamos carnalmente. Adán y Eva fueron creados por el segundo  Adán, por el Jesucristo que vino miles de años después, porque es lo que dice Jesús en el evangelio que suena a blasfemia a los judíos, antes de que existiese Abrahan existía Yo. Es decir, el segundo Adán crea al primero porque era preexistente, porque antes de su encarnación era Dios eterno. El segundo Adán es aquél que cuando creó al primero colocó en él su divina imagen, de aquí que recibiera su naturaleza para que aquél al que había formado a su misma imagen no pereciera. Cuando Cristo creó a Adán y a Eva colocó en el su imagen, es como si la encarnación se estuviese pre dibujando en el momento en que el hombre es creado. Al crear al hombre le dio una humanidad que era imagen de lo que iba a ser Jesucristo. La humanidad de Jesucristo es la imagen en la que Dios se inspiró cuando creó a Adán y Eva. Por eso el segundo Adán es realmente el primero, pues no tiene fin, como el mismo afirma: Yo soy el primero Yo soy el último.

. Si queremos entender quién soy yo y que pinto en esta vida, tenemos una clave de sentido que es Jesucristo, su humanidad, su encarnación.

Punto 360 Debido a la comunidad de origen, el género humano forma una unidad. Porque Dios "creó [...] de un solo principio, todo el linaje humano" (Hch 17,26; cf. Tb 8,6):
«Maravillosa visión que nos hace contemplar el género humano en la unidad de su origen en Dios [...]; en la unidad de su naturaleza, compuesta de igual modo en todos de un cuerpo material y de un alma espiritual; en la unidad de su fin inmediato y de su misión en el mundo; en la unidad de su morada: la tierra, cuyos bienes todos los hombres, por derecho natural, pueden usar para sostener y desarrollar la vida; en la unidad de su fin sobrenatural: Dios mismo a quien todos deben tender; en la unidad de los medios para alcanzar este fin; [...] en la unidad de su Redención realizada para todos por Cristo (Pío XII, Enc. Summi Pontificatus, 3; cf. Concilio Vaticano II, Nostra aetate, 1).

. Tenemos todos un solo principio, la naturaleza humana que compartimos tiene un mismo origen y esto nos tiene que hermanar.  El origen común es muy importante, nosotros tendemos a subrayar lo que nos diferencia, pero tenemos un mismo origen. Para entender porqué el pecado de Adán nos afecta tanto a todos es porque tenemos una unidad de género humano. Cuando Cristo asume la naturaleza humana, redime la naturaleza humana, igual que por un hombre entra el pecado y nos contagia a todos, por otro hombre entra la salvación en todo el género humano porque Jesucristo al asumir la naturaleza humana la salva porque tiene una misma unidad de origen. Si bien somos distintos individualmente hay mucho que nos une, uno no puede decir que lo que haga el otro no me afecta, el misterio de la unidad de origen nos compromete mucho

. Pío XII subraya cuántas cosas nos unen en una unidad de género, en una unidad de origen y de destino. Tenemos que purificar el individualismo pues formamos parte de un género humano hacia el cual tenemos responsabilidades. Vivimos en la misma casa, tenemos una unidad de morada, esta casa es común y hemos de repartir equitativamente los bienes y no pensar solo en yo. No vale decir yo hago mi vida, mi proyecto y cada uno ya verá lo que hace, no , no, hay una unidad de género y una unidad de destino.

. Nosotros los cristianos estamos entendiéndonos a nosotros mismos desde Cristo. Es Cristo quien me explica quién soy yo, me enseña a entender quién es el hombre.

Punto 361 "Esta ley de solidaridad humana y de caridad (ibíd.), sin excluir la rica variedad de las personas, las culturas y los pueblos, nos asegura que todos los hombres son verdaderamente hermanos.

. El fundamento último de la hermandad es que somos imagen de Dios, sin excluir la variedad de personas, culturas y pueblos. La unidad de origen y la unidad de destino la vemos en la creación y en la redención, hemos sido creados por y para Dios y además el hecho de que Cristo haya asumido la naturaleza pecadora del hombre para hacerla santa es un testimonio de que Dios está comprometido con el género humano. Con la redención tenemos que confiar plenamente que somos una misma familia, es hacer unidad donde el pecado había hecho ruptura. La solidaridad humana está basada en dos cosas: en la creación del mundo y en la redención de Jesús. Cristo se entrega por la unidad (“Padre que todos sean uno, como tu y yo somos uno”) y el príncipe de las tinieblas va a intentar separar, va a intentar sembrar la cizaña. Es un canto a la familia, y satanás quiere individuos, porque cuando somos familia somos más difícilmente tentados.

. Hay pues dos estrategias, la de Jesucristo que siembra unidad y la de satanás que siembra discordia y separación entre nosotros. Todo aquello que nos enfrenta y nos divide no es de Cristo.