Punto 312 Así, con el tiempo, se puede descubrir que Dios, en su providencia todopoderosa, puede sacar un bien de las consecuencias de un mal, incluso moral, causado por sus criaturas: "No fuisteis vosotros, dice José a sus hermanos, los que me enviasteis acá, sino Dios [...] aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien, para hacer sobrevivir [...] un pueblo numeroso" (Gn 45, 8;50, 20; cf Tb 2, 12-18 vulg.). Del mayor mal moral que ha sido cometido jamás, el rechazo y la muerte del Hijo de Dios, causado por los pecados de todos los hombres, Dios, por la superabundancia de su gracia (cf Rm 5, 20), sacó el mayor de los bienes: la glorificación de Cristo y nuestra Redención. Sin embargo, no por esto el mal se convierte en un bien.
. La afirmación principal aquí es parecida al refrán que dice “No hay mal que por bien no venga” o “Dios escribe derecho con líneas torcidas”. Dios dirige los hilos de la historia de forma providencial y puede incluso sacar bienes de los males, y hasta de los males morales. Un bien de un mal físico es más fácil de entender, por ejemplo un terremoto que hace que se muevan las placas tectónicas que eleven los montes y de esta elevación la naturaleza se regenera etc. Pero que de nuestros propios pecados Dios pueda sacar bienes es más misterioso, nos refiere el caso de José que sus hermanos por envidia lo venden, sus hermanos pecan de envidia, pero llevado José como esclavo a Egipto, acaba siendo un protegido y un ministro del faraón. José se convierte en una gran personaje. Acaba encontrándose con sus hermanos, quienes le piden que les salve del hambre, y José en lugar de vengarse hace una lectura providente de lo ocurrido llegando a decir que es Dios el que está detrás de todo lo ocurrido. Dios por encima del pecado de los hermanos tiene un plan providente, se ha servido de los hermanos en última instancia.
. En esta historia que ha terminado “bien” es fácil constatarlo, pero no siempre es fácil ver que la historia termina bien, pero la historia siempre termina bien aunque no sea fácil verlo. Tenemos que centrarnos más en el “para qué” que en el “porqué” de la vida, en qué quiere Dios que saquemos de cada situación de nuestra existencia. Es frecuente que nosotros cuando nos rebelamos frente al mal desgastemos nuestras fuerzas en el porqué, y es algo que se nos escapa de las manos. Preguntarnos “porqué” es legítimo y consecuente con nuestro deseo de buscar el sentido de las cosas, pero la pregunta del porqué no va a tener una respuesta plena en esta vida que queda reservada para el misterio de Dios, lo más práctico es que nos centremos en el para qué, que saco yo de esta situación, que espera Dios de mí en este momento de prueba para que yo crezca, me purifique y santifique.
. El caso clave es el de Jesucristo, que de ese mal máximo, Dios ha extraído bienes. Dios nos ha justificado por la injusticia en Jesucristo. No es que el mal se convierta en bien, no, no, el mal sigue siendo el mal, la traición de Judas sigue siendo la traición de Judas,… no dejan de ser responsables los pecadores de sus pecados.
Punto 313 "En todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman" (Rm 8, 28). El testimonio de los santos no cesa de confirmar esta verdad:
Así santa Catalina de Siena dice a "los que se escandalizan y se rebelan por lo que les sucede": "Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin" (Dialoghi, 4, 138).
Y santo Tomás Moro, poco antes de su martirio, consuela a su hija: "Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor" (Carta de prisión; cf. Liturgia de las Horas, III, Oficio de lectura 22 junio).
Y Juliana de Norwich: "Yo comprendí, pues, por la gracia de Dios, que era preciso mantenerme firmemente en la fe [...] y creer con no menos firmeza que todas las cosas serán para bien [...] Tú misma verás que todas las cosas serán para bien" ("Thou shalt see thyself that all manner of thing shall be well"(Revelation 13, 32).
. Rom 8,28: todo resulta para bien de los que aman a Dios, cuando se tiene amor a Dios se descubre más fácilmente el amor de Dios. Es verdad que Dios te ama aunque tú no le ames pero para descubrir que Dios te ama tienes amarle tú, esto nos pasa también con los demás. Dios te ama y tiene una providencia para ti, lo que pasa es que tú no lo descubres mientras no le ames no descubres su plan providente.
. Sta Catalina de Siena les dice a los que se escandalizan por el mal, que todo procede por amor. Sto Tomás Moro consuela a su hija poco antes de su martirio: “nada puede pasarme que Dios no quiera y todo lo que Él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor” y esto lo dice antes de ser ejecutado. Es un acto tremendo de confianza en la providencia. Juliana de Norwich:”… todas las cosas serán para bien”.
Punto 314 Creemos firmemente que Dios es el Señor del mundo y de la historia. Pero los caminos de su providencia nos son con frecuencia desconocidos. Sólo al final, cuando tenga fin nuestro conocimiento parcial, cuando veamos a Dios "cara a cara" (1 Co 13, 12), nos serán plenamente conocidos los caminos por los cuales, incluso a través de los dramas del mal y del pecado, Dios habrá conducido su creación hasta el reposo de ese Sabbat (cf Gn 2, 2) definitivo, en vista del cual creó el cielo y la tierra.
. Sabemos de dónde venimos y a dónde vamos, pero lo que nos es desconocido es el mientras llegamos al final. Al ver a Dios cara a cara comprenderemos muchos acontecimientos que aquí nos parecen inexplicables: porqué Dios permitió esto? porqué aconteció lo otro?... el ejemplo de una alfombra vista por su parte contraria, por la parte de los nudos es que no se ve nada, pero cuando la miramos por su lado normal todo se comprende y se ve perfectamente. Ahora nosotros vemos los nudos. Cuando veamos a Dios cara a cara también veremos la historia de nuestra vida desde la perspectiva de claridad.
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