Punto 282 La catequesis sobre la Creación
reviste una importancia capital. Se refiere a los fundamentos mismos de la vida
humana y cristiana: explicita la respuesta de la fe cristiana a la pregunta
básica que los hombres de todos los tiempos se han formulado: "¿De dónde
venimos?" "¿A dónde vamos?" "¿Cuál es nuestro origen?"
"¿Cuál es nuestro fin?" "¿De dónde viene y a dónde va todo lo
que existe?" Las dos cuestiones, la del origen y la del fin, son inseparables.
Son decisivas para el sentido y la orientación de nuestra vida y nuestro obrar.
. Las grandes preguntas del hombre de dónde venimos? A dónde
vamos? Qué pintamos en esta existencia?. Desde el ateísmo se dice que el
hombre busca falsas seguridades e intenta dar una explicación del origen y del
fin para no vivir en angustia. Sin embargo, el hombre tiene una
capacidad racional, las cosas tienen un sentido, existen unas leyes
naturales en nuestro entorno, el hombre ha sido creado con la capacidad de
descubrir el sentido de la existencia. El hombre es capaz de buscar las
respuestas en él mismo, el hombre cree que hay un sentido en todo desde un
punto de vista racional, la postura atea renuncia a la búsqueda del sentido.
. Hoy se piensa débilmente, se piensa a corto plazo, en lo
inmediato, no nos hacemos preguntas trascendentes. Solo me interesa lo que
me apetece en cada momento y abandono la voluntad, prefiero lo rentable a lo
bueno, la practicidad sustituye a la veracidad. Hay pues una especie de alergia
a las preguntas últimas y definitivas. Este pensamiento no se plantea a Dios
ni al origen del mundo. Lo contrario del pensamiento débil no es un
pensamiento que busca falsas seguridades que nos dispensen de discernir, el
pensamiento fuerte cristiano es que creamos que las cosas tienen sentido y hay
que buscar el sentido de la existencia y que Cristo es la clave de comprensión
del mundo. (Ejemplo: el viaje en el autobús). La sociedad de hoy está
sumida en la intrascendencia, en el pensamiento débil, pensada y organizada
para no pensar, para no hacerse preguntas.
Punto 283 La cuestión sobre los orígenes del
mundo y del hombre es objeto de numerosas investigaciones científicas que han
enriquecido magníficamente nuestros conocimientos sobre la edad y las dimensiones
del cosmos, el devenir de las formas vivientes, la aparición del hombre. Estos
descubrimientos nos invitan a admirar más la grandeza del Creador, a darle
gracias por todas sus obras y por la inteligencia y la sabiduría que da a los
sabios e investigadores. Con Salomón, éstos pueden decir: "Fue él quien me
concedió el conocimiento verdadero de cuanto existe, quien me dio a conocer la
estructura del mundo y las propiedades de los elementos [...] porque la que
todo lo hizo, la Sabiduría, me lo enseñó" (Sb 7,17-21).
. La pregunta por el origen del mundo es una pregunta que además
de ser formulada desde el punto de vista religioso, también se formula desde el
punto de vista de otras ciencias (astronomía, biología,…) que nos dan mucha
luz. Abordar esta cuestión desde muchos angulos nos enriquece. S. Tomas de
Aquino ya decía: ”temo al hombre de un solo libro”. El tema del origen del
mundo tiene que ser abordado desde muchos puntos, así desde varias ciencias que
nos dan su punto de vista nos ayuda. Los campos hay que distinguirlos pero no
hay que mezclarlos, por ejemplo, no podemos hacer depender nuestra fe en la
resurrección de Jesucristo, del estudio de la Sabana Santa de Turín.
Nuestra fe no va a cambiar por el resultado científico de dicho objeto. Por ejemplo
la astronomía nos ayuda mucho cuando nos muestra la inmensidad del universo,
nos enseña la grandeza de la creación. La Santa Sede quiso tener las pontificias
academias de la ciencia, y promovió la astronomía y otras ramas de la ciencia
porque entendía que son fronterizas con la fe, ha habido órdenes religiosas que
han querido tener el carisma del estudio de las ciencias.
. El científico experimental puede responder sobre el mundo tal y
como lo vemos, pero no puede ir más allá, no puede explicar la nada. Sin
embargo ayuda mucho el estudio científico, nos dicen la edad del mundo, la
aparición del hombre, la evolución de las especies….
Punto 284 El gran interés que despiertan a
estas investigaciones está fuertemente estimulado por una cuestión de otro
orden, y que supera el dominio propio de las ciencias naturales. No se trata
sólo de saber cuándo y cómo ha surgido materialmente el cosmos, ni cuando
apareció el hombre, sino más bien de descubrir cuál es el sentido de tal
origen: si está gobernado por el azar, un destino ciego, una necesidad anónima,
o bien por un Ser transcendente, inteligente y bueno, llamado Dios. Y si el
mundo procede de la sabiduría y de la bondad de Dios, ¿por qué existe el
mal? ¿de dónde viene? ¿quién es responsable de él? ¿dónde está la posibilidad
de liberarse del mal?
. La pregunta por el origen del mundo plantea la cuestión, y
entonces: existen unas leyes ordenadoras que rigen el mundo que las ha puesto
alguien?, si hay orden tiene que haber habido alguien que lo haya ordenado. De
dónde viene este orden y estas leyes tan complejas del orden del mundo? Es casualidad?
Se puede pensar o es científico dar el nombre de casualidad a algo tan complejo?
Estas son preguntas legítimas y obligatorias hacérnoslas. Y si Dios está en el
origen del mundo porqué existe el mal? Y porqué esas leyes naturales tienen
entre comillas fallos? estas preguntas tenemos que abordarlas sin tener
miedo a ellas. El científico da unos datos y nos toca ver cómo puedo responder
a las preguntas del orden del mundo, y cómo respondo a las preguntas del origen
del mal. El pensamiento débil consiste en no preguntarse nada de esto,
vamos a vivir y luego ya haremos filosofía, vive y no te hagas preguntas,
renuncia a hacer preguntas. Nosotros tenemos que escaparnos de esa cultura intrascendente
que renuncia a la búsqueda del sentido y el pensamiento cristiano es un
pensamiento que busca las preguntas últimas sin rehuirlas porque Dios nos ha
dado una capacidad de sentido. Y esto no tiene nada que ver con falsas
seguridades.
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